PRI,CELEBRACIÓN INTRAMUROS

*Interés de Madero en Salud

*¿De qué ríe el gobernador?

*La nueva foto del quinquenio

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En la celebración de sus ochenta y ocho años el PRI proyectó su mejor cara, congregó a sus principales figuras en el auditorio Elías Calles y su jefe en turno, el presidente Peña Nieto, mandó desafiante mensaje a los adversarios: “El PRI es un partido que sabe acordar, que sabe pactar para gobernar y para transformar, pero que quede bien claro: nunca pero nunca para dejarse derrotar”.

Después criticó la parálisis de las derechas y el salto al vacío de las izquierdas, un discurso ensayado y recurrente mediante el cual, por lógica inferencia, se sitúa al centro democrático como único partido capaz de sacar adelante al país. La ovación desenfrenada de los suyos al presidente Peña, hurras y vivas eufóricas, como en sus mejores tiempos durante la campaña del 2012, cuando López Obrador envidiaba su popularidad.

Encerrado en el glamur de marquesina, su celebración intramuros lo aparta de la realidad nacional, una realidad dominada por ciudadanos inconformes con el rumbo que toma el país, batido en la corrupción que simulan combatir, cuando en los hechos toleran y alientan.

Ni Peña ni Ochoa hicieron la menor mención contra la corrupción gubernamental, relegando el tema al cajón de los asuntos resueltos por el tiempo, con la esperanza de que la gente olvide las acusaciones antes de las próximas elecciones. No, imposible olvidar, el grado de irritación social es más grande que la euforia priista celebrando sus 88 años.

En Chihuahua se reunieron unos cuantos para tomarse la foto, sin más convicción que ir a cumplir en lo que regresaban a sus actividades sabatinas. El pastel con velitas para cinco sobró hasta para llevar a casa. Antes faltaban sillas para los presídiums, hoy voltean a los lados y sólo ven a dos o tres compañeros nada más.

El aturdimiento de junio pasado fue tan grande que siguen obnibulados, no se enteran que la gente mira su desnudez mientras ellos se pasean por las calles pensando que llevan puestas sus mejores galas, como el cuento del Rey desnudo. Benditos.

Ya tendrán tiempo de explotar el prematura desgaste de Corral, por lo pronto ayer Javier Garfio aprovechó los reflectores del aniversario y levantó la mano para la senaduría. Aquí estamos y queremos seguir bailando, dijo con todas sus letras. Agárrense que se arma la tandariola.

A mitad del gobierno duartista el Sector Salud entró en shock por el desencuentro entre Sergio Piña Marshall, Secretario, y Pedro Hernández, poderoso jefe del Seguro Popular; el primero respaldado en su experiencia y prestigio personal, el segundo azuzado por César Duarte.

El resultado es conocido, Piña reventó y Pedro realizó uno de los negocios más turbios y rentables de que se tenga memoria con la compra de medicinas. Falta el desenlace legal, pero la señora Olmos y el grupo que estudia los expedientes de la corrupción se mueven despacio o hacen cálculos electorales.

La mafia de la bata blanca está convencido de que el choque entre Piña y Hernández es juego de niños comparado con que el que hoy protagonizan el titular de Salud, Ernesto Ávila, consuegro de Francisco Barrio, y Jesús Mendoza, Director General de Administración, cuya rienda mueve Gustavo Madero. El pleito está de quítate que salpica.

Dicen que Ávila se sirve de las modificaciones de reglamento realizadas por Pedro Hernández para afianzar el monopolio de las licitaciones, reglamento que legalmente hace al Secretario Director General del Sistema de Salud e Ichisal y presidente del Comité de Compras, donde hay papa. Toda licitación empieza y termina en Ávila, como antes en Pedro.

La versión de la Mafia de la Bata Blanca es consistente con fuentes empresariales, quienes trasladan el desencuentro en la Secretaría de Salud hasta Francisco Barrio y Gustavo Madero, cada uno a través de sus recomendados, buscan las comisiones de las medicinas, 1,200 millones de pesos anuales. Los moches son moches donde quiera que estén.

Sonrisa franca, espontanea, fresca, relajada la de Javier Corral durante la gira del Secretario de Turismo, Enrique de la Madrid, al mostrarle –orgulloso- el retrato que le pintaron a tamaño real, acompañado de Galo, su perro. Gobernador y secretario desbordan en hilarante entusiasmo mientras admiran el cuadro.

Al otro día corrió casi una hora para concluir, extenuado, los diez kilómetros del Cañón de Namúrachi, en San Francisco de Borja, al lado de sus compañeros del Rejón, que lo alentaron durante la parte dura del trayecto. Terminó “agotado pero contento”, listo para correr en Juárez.

¿De qué ríe el gobernador Javier Corral y por qué se siente tan contento a pesar de estar extenuado? Los profetas del Nuevo Amanecer dirán que ahora hasta la risa de Corral molesta a los corruptos de la prensa, que hasta lo que no comen les hace daño.

No, excelente tener a un gobernador de buen humor y en perfecto estado físico, felicidades. La pregunta viene al caso por que mientras él señor se hace retratos con galo y presume feliz el cuadro a los visitantes oficiales o compite en carreras pedestres, la inseguridad crece.

El rector del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, David Noel Ramírez, tardó una semana para exigir justicia por el asesinato del vicerrector de la institución, Luis Arturo Torres García, muerto el domingo antepasado al salir de misa.

Declaró que se vive una “impunidad generalizada por ausencia de Estado de Derecho”. Tiene razón, pero hasta que tocan a uno de los suyos, las élites de las sociedad se atreven a protestar, antes cierran los ojos a la grotesca realidad.

Tres de los seis presidentes municipales en el corredor conocido como el “esófago del diablo”, invocarán el artículo 115 Constitucional para enderezar una controversia legal contra el despliegue de Policías Estatales en sustitución de las fuerzas municipales, al tiempo los agentes de NCG siguen en huelga.

Evidente conflicto legal, político y de seguridad entre presidentes municipales y el gobierno estatal, mientras, en Chihuahua empezaron a balear casas privadas, crece el robo a mano armada de autos y las extorsiones a negocios empiezan a ser más frecuentes, reconocidas ya por organismos empresariales. No es motivo de risa, hay muertes todos los días.

Despedazado por Gustavo Madero y Carlos Borruel –cada uno en su propio giro- el código de ética que mandó colocar Javier Corral en las oficinas públicas, en vez de la tradicional fotografía oficial, pongan en su lugar el retrato del gobernador y su perro, dicen los sicólogos que la risoterapia estimula el buen ambiente laboral. Cuanta banalidad.