Tiene razón el fiscal: no sólo es combate

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Cuando el fiscal del estado César Peniche asegura que aun cuando mejoren las condiciones de seguridad en la entidad, como resultado de las estrategias implementadas por el estado, quedará la percepción de que el problema social sigue latente, tiene toda la razón para afirmarlo si partimos del principio de que inseguridad pública sólo es una condición mental individual que se puede colectivizar cuando se transmite a sectores poblacionales, pues se crea, se reproduce y se extiende primero en el consciente de las personas y luego en el colectivo.

Entonces, la atención al acertado diagnóstico de problema social del funcionario público no está sólo en manos de la misma Fiscalía General del Estado, sino en la Dirección de Comunicación Social del Gobierno, en Desarrollo Social, en el Congreso del Estado, en la Presidencia Municipal y en todos los órganos y niveles de Gobierno, además de la sociedad.

Así lo hizo Rudolph Giulani, ex alcalde de Nueva York, cuando tuvo que enfrentarse a un altísimo índice de violencia y delincuencia en la ciudad e implementó su famoso programa de “Cero tolerancia”.

La percepción queda porque con la detención o expulsión de delincuentes de la región, el miedo y la intranquilidad no se termina, pues existe la creencia de que las organizaciones criminales cuentan con suficiente recurso humano para sustituir inmediatamente cada hueco que la autoridad les hace por detenciones, bajas o expulsiones.

Giulani sumó diversas estrategias mercadológicas al combate frontal contra la delincuencia. En primer lugar, hizo una extensa campaña de información donde se advirtió a la población de que los habitantes de Nueva York entraban a una etapa de control gubernamental donde “Cero tolerancia” sería aplicada para resolver cualquier problema social.

Incrementó considerablemente la presencia policiaca en todos los sectores de la población e instaló vigilancia mediante cámaras en una gran cantidad de lugares, para estar en condiciones de atender cualquier incidente delictivo al mismo tiempo que generaba la sensación de más vigilancia citadina. Además mejoró considerablemente las condiciones laborales de los elementos policiacos e involucró a la población en un programa de denuncia pública de atención eficaz e inmediata.

Sin ninguna vacilación, se dio a la tarea de recuperar los sitios públicos deteniendo a los vagos, prostitutas e indigentes, a quienes prácticamente expulsó de la ciudad, para entregar a las familias los espacios que ocupaban.

Con medidas legislativas, endureció el castigo a los infractores, particularmente a los delincuentes reincidentes, y llegó a la conclusión de que si cada vez eran más jóvenes quienes se involucraban en la comisión de delitos, pues entonces había que reducir la edad legalmente punitiva para los infractores.

Para atender el problema de percepción social negativa, Giulani acordó con los propietarios de los principales medios de comunicación reducir los espacios de nota roja en las páginas a cambio de la concesión de contratos publicitarios, por cierto siempre transparentes y equilibrados. Medios de comunicación que se negaban a colaborar con las nuevas políticas públicas del “Cero tolerancia”, prácticamente eran relegados de toda posibilidad para obtener contratos oficiales y, además, Giulani acordó con las empresas comerciales más importantes de la urbe que restringieran su publicidad a quienes se negaban a colaborar en el programa.

El 80% por ciento de la inseguridad pública es sólo un asunto de percepción, el resto es un asunto policial y de políticas públicas, entre las que destaca una vigilancia más intensiva en los alrededores e interiores de instituciones educativas, para disminuir el comercio de drogas de los delincuentes y la niñez o juventud.

El incremento de apoyos financieros a programas educativos (talleres, oficios y educación abierta), recreativos (música, arte y cine) y deportivos (torneos de barrios, competencias interescolares y escuelas de entrenamiento), así como apoyos para escuelas para padres, guarderías y organizaciones no gubernamentales de servicio social.

En resumen, la estrategia se orientó a cuatro ejes fundamentales: la tarea de combate al delito bajo el esquema de cero tolerancia/más severidad, la tarea publicitaria o mediática, la tarea social y la tarea educativa. Hoy, el ex alcalde de Nueva York es uno de los políticos más conocidos por su enorme habilidad para disminuir el delito y la inseguridad en una de las ciudades más peligrosas del mundo a niveles de casi cero.

¿Qué nos falta en Chihuahua? Seguir el ejemplo, creo yo.