El Norte de Juárez y la inseguridad

* Inminente detención de César Duarte

* Psicosis colectiva; lluvia de amparos

* PRI, un partido autista y sin liderazgo

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Cuando todo marchaba de maravilla para los intereses mediáticos del gobierno estatal, con César Duarte en fuga, detenidos varios de sus colaboradores y amparados otros, Oscar Cantú, propietario y director general del Norte de Juárez, metió presión a Javier Corral.

Anunció el cierre de su periódico en la versión impresa, tras casi tres décadas saliendo ininterrumpidamente. Justificó la radical medida alegando ausencia de garantías para ejercer el periodismo, ante el gravísimo problema de inseguridad que otra vez vive la entidad.

Las verdaderas causas del cierre pueden ser varias, hace tiempo el Norte tenía dificultades con su circulación y notable ausencia de anunciantes, circunstancias que durante años alimentaron rumores del cierre. Sin embargo de una u otra manera siempre había salido adelante.

Esta vez que no pudo más, la versión de la inseguridad guarda credibilidad para explicar su cierre, pues sucede a unos días del asesinato de Miroslava Breach, una de sus más antiguas y destacadas reporteras, cuya muerte invocó Cantú en el editorial donde anuncia su decisión.

Hace poco cerró la Crónica de Chihuahua, un periódico nacido al amparo económico del pasado sexenio que apenas duro tres años y cuya perspectiva de éxito era nula desde que perdió el PRI las elecciones. Por eso su salida no fue retomada por ningún otro medio de importancia. No era noticia.

Sin embargo lo que sucedió ayer con el Norte fue recogido por relevantes medios nacionales, reseñado desde el punto de vista de las dificultades que entraña el ejercicio del periodismo en Chihuahua.

Hay fundamentos, la realidad es que si, hacer periodismo empieza a complicarse en la entidad, los grupos del mal han sido otra vez empoderados. Éxito a la oposición en su versión digital, la competencia siempre es positiva y estimulante.

Desde el jueves en la tarde-noche corrieron rumores sobre la detención de César Duarte. Muchos incluso lo daban por detenido y anunciaban inminente su extradición. Son versiones habituales en casos que implican a poderosos de la política.

Pero desde el fin de semana tomó mayor forma su captura, con la emisión de la ficha roja abierta por la Interpol y las versiones consistentes de que permanece en El Paso, pues en gobierno temían su huida antes de que la agencia internacional pusiese su nombre en la lista de los prófugos.

Duarte agota todos los recursos legales a su alcance y mueve cuanta relación en México tiene para evitar pisar la cárcel, intentando llevar su proceso en libertad. Sabe, lo mismo que sus abogados, que ningún amparo es garantía de libertad, pues atinar a todos los delitos por los cuales puede ser investigado es difícil, por más amable que los jueces federales quieren ser con su caso.

En el gremio de la Litis y la chicana aseguran que esta misma semana habrá noticias al respecto. No puede permanecer para siempre resguardado en un país extranjero, siendo que oficialmente es prófugo de la justicia doméstica. Prepárese, pronto los maxijuicios ofrecerán emociones fuertes.

Psicosis colectiva entre los favoritos de Duarte, los que paseaban por las calles en interminables caravanas de vehículos blindados y bajo la custodia de agentes ministeriales que tenían a su servicio. Ante la demanda de amparos, los abogados incrementaron sus precios, son días de abundancia para los litigantes.

Entre los que piden la protección de la justicia federal cuente a Sergio “negro” Belmonte, uno de los más buscados y batidos, Mario Trevizo, más implicado que Javier Garfio en las acusaciones de Coesvi, Hugo Hernández, Fidel Pérez, Maurilio Ochoa, Pedro Hernández, Gabriel Aude, Eugenio Baeza, el empresario del sexenio, Jaime Galván, Manuel Bremmer, quién tomó como propia la oficina de Infraestructura Rural, Enrique Navarrete, Roberto Ditrich, Ever Aguilar, más otra media docena cuyos nombres irán saliendo en los próximos días.

Sus nombres y el de muchos otros más están en la tómbola y, según ha trascendido, esta semana podrían ejecutarse nuevas órdenes de aprehensión. Maclovio Murillo, César “exbueno” Jáuregui, la señora Olmos y sus asesores trabajaron todo el fin de semana con los testigos protegidos y sus jueces favoritos, los elegidos por Paco Molina para garantizar sentencias condenatorias. Ay nanita, no jalen que descobijan.

En lo que Javier Corral y los panistas se regodean con las detenciones y el discurso de la corrupción, el priismo local transita entre el autismo y las recriminaciones mutuas. Ayer, durante un encuentro convocado por Lilia Merodio, faltó poco para que se comieran al delegado, apremiando el relevo en la presidencia del Directivo Estatal.

Son los priistas desesperados sin saber que hacer, confundidos por la falta de patriarca y desesperados al ver que van en picada, pero no se resignan a modificar su cultura de impunidad.

Sin embargo sus diferencias internas son el problema menor, pues su mayor dificultad para granjearse nuevamente a la sociedad radica en el rechazo de los electores a un partido que la gente asocia de manera directa con la corrupción.

En la espiral decadente, uno de los más activos contra la dirigencia es Víctor Valencia, quién presiona al CEN para una definición sobre su estatus de militante, pidiendo que le den por suspendidos sus derechos.

Desde luego Enrique Ochoa, el presidente del CEN que sólo habla de la corrupción sin mover un dedo para castigar a los militantes que incurren flagrantemente en ella, ignora las cartas, pero Valencia busca con ello el pretexto para justificar la salida definitiva y preparar su afiliación a Morena, lo que podría ser muy pronto.

Sin un gobernador que ponga orden, sufriendo los estertores del duartismo, un delegado al que nadie toma en serio y Reyes Baeza con el freno de mano, por su condición de funcionario federal, el PRI sufre de inacción social, paralizado sin hacer nada que purifique los pecados de su pasado inmediato.

Lo más funesto para éste partido es su asombroso temor a condenar, aunque sea en lo genérico, la corrupción. Se tragan el sapo de los maxijuicios sin hacer gestos, su especialidad. Que así sigan, las elecciones del 2018 los esperan.