Rebelión en la Torre; Nachito Auditor

* A prueba (in)tolerancia de Corral

* Inseguridad tocó a los poderosos

* Trevizo ¿Primero de los amparados?

 La primer gran derrota política de Javier Corral, en lo que va de su gobierno, llegó con cargo a los diputados del PAN. Una extraña coalición de partidos el Congreso eligió, con 23 votos, Auditor Superior del Estado a Nacho Rodríguez, un panista de limpia trayectoria inexplicablemente vetado por Palacio. En el camino quedaron Armando Valenzuela, con cinco votos, y Manuel Siqueiros cerró la tercia con dos, más una abstención y una inasistencia.

La votación fue secreta pero en el Congreso todo se sabe, así que nadie tuvo dudas de que los cinco votos para el Oso Valenzuela estaban pintados de azul. Presumiblemente de Blanca Gámez, Jorge Soto, Mariel Hernández, Nadia Siqueiros y Patricia Jurado.

La abstención sería de Miguel Latorre y la ausencia del lagartón llamado Rubén Aguilar. Los dos de Morena votaron por Siqueiros y el resto de los partidos, incluidos las cinco diputadas del PRI, apoyaron decididamente a Nachito Rodríguez.

¿Porqué dividió el PAN sus votos, aliándose unos con sus históricos enemigos en una elección de semejante importancia? Es sencillo, los diputados encontraron ofensivas y denigrantes las declaraciones del Oso Valenzuela, diciendo que lo propuso Fuentes Vélez y entraron en pánico al saber que de segunda opción Corral prefería a un morenista, Siqueiros, de reciente arribo al proyecto del Nuevo Amanecer, en lugar de un panista histórico como Nachito.

Votar por Siqueiros en opción B Iba contra toda la lógica histórica de su partido, circunstancia de la cual se colgaron el PRI y otros partidos de presencia marginal para ofrecer sus votos a cambio de prebendas menores en la Auditoria Superior. Así escribieron la historia.

No obstante Corral es de rencores exaltados, se retuerce de coraje cuando las cosas marchan contra sus intereses, asumiendo que le gente debe leer sus pensamientos y actuar en consecuencia, en cuanto a soberbia y afanes de atropellar poderes, comparado con él Duarte es niño de pecho.

Espere reacciones pronto, su primer impulso sería pedir la cabeza de Miguel Latorre, así se haya abstenido o votado a favor del Oso. Es el coordinador y por lo tanto responsable, en alguien habría que descargar su ira.

Pero si tuviese un mínimo de sentido democrático, comprendería que los once o diez diputados rebeldes de su partido, en los hechos le hicieron gran favor. Esa votación lo pone a salvo de señalamientos sociales y políticos de que atropella los poderes y organismos independientes con tal de salirse con la suya, como sucedió en el Supremo Tribunal de Justicia, Transparencia, la propia Auditoria.

En lugar de reaccionar enfadado, el gobernador debería tomar las cosas con calma y voltear la página del episodio donde los diputados de su partido le votaron contras. Ponga usted que relevan a Miguel Latorre de la coordinación, Fernando Álvarez tiene facultad estatutaria. Una decisión así de radical daría la razón a los detractores –cada vez más- de Corral, cuando advierten su intolerancia al disenso y el feroz apetito de hacer girar a todos en su órbita de intereses.

Las alarmas entre Palacio y el M4 están en alerta máxima, sonando en intervalos cada vez menores y en rojo intenso a la espera del próximo movimiento del Gran Tlatoani. Hace sólo unas semas ordenó deponer a Rodolfo Leyva de la presidencia del Instituto Transparente ¿Haría lo mismo con Latorre?

Las consecuencias serían muy diferentes, en Transparencia nada pasa además del amparo promovido por el depuesto, sin embargo un eventual desahogo impulsivo contra Latorre dividiría la fracción provocando parálisis legislativa, radicalizaría los grupos al interior del PAN y se indispondría con el nuevo Auditor, desde ayer otro factor real de poder. Esa elección es buen termómetro para medir su robusto grado de intolerancia, usted lector que piensa ¿La suelta o la contiene?

Angustia extrema en la familia Aguilar Gil, ver secuestrada o desaparecida a la señora Matilde Gil, debe  ser traumático para todos sus miembros. Rubén Aguilar Jiménez, patriarca de la familia, dio ayer la trágica noticia y él mismo puso en contexto el hecho. “No tengo enemigos, es una muestra de la inseguridad creciente”.

Pues si, la creciente inseguridad que sufre Chihuahua alcanzó a una de las familias más poderosas de Chihuahua, hasta ayer intocadas. Mayúscula tragedia para todos ellos, ojalá que la señora regrese pronto a casa y sin afectaciones físicas o psicológicas.

Pero su desaparición –al parecer en ese estatus la tenía ayer la policía, pues nadie había pedido rescate- es una enérgica llamada de atención, una bofetada a la Fiscalía de Peniche, ocupada en el glamur de los maxijuicios sin atender en mínimo –lo ha denunciado GPS en diferentes momentos- los temas sensibles de la inseguridad: secuestros, asesinatos, asaltos a mano armado –ayer hubo otro- y extorsiones.

Valiente la postura de Rubén Aguilar padre, es difícil pararse ante medios para un anuncio de esa naturaleza, lo hizo en entereza y asombrosa calma, siendo que obviamente debe estar desecho en su interior.

Chihuahua no empieza ni se acaba en los maxijuicios, la gente quiere sentirse segura nuevamente. Ojalá esa noticia sirva para despertar el interés de la Fiscalía y del propio gobierno, pues es claro que descuida su tarea.

Lo dijeron diversos representantes en el gremio de la Litis y la chicana, que Mario Trevizo estaba más comprometido que Javier Garfio en el escándalo de Coesvi y los terrenos de Labor de Terrazas. Ayer se supo que el juzgado de distrito le negó la suspensión definitiva contra una orden de aprehensión por ese tema, dejándolo expuesto a la acción persecutora.

¿Será el primer detenido de la enorme lista –van alrededor de 60- de amparados? Puede, se sabe que prevalece interés particular de Maclovio Murillo, principal actor en la integración de las carpetas, en detener al exsecretario general de gobierno. Quienes los conocen dicen que al verse frente a frente, quieren despedazarse entre sí. Tampoco hay que adelantar nada, Trevizo tiene amplias relaciones en los juzgados y muy buenos amigos abogados que tomarían su defensa.

Su caso es un recordatorio de que los amparos no son sinónimo de impunidad, por si alguno lo había pensado.

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