La inseguridad politizada

* Osorio desmiente a Corral

* Garfio ¿Chivo Expiatorio?

* Los maxijuicios se amorcillan

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El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal colocó a Juárez y Chihuahua entre las ciudades más violentas del país, lista deshonrosa de la que salieron con enorme esfuerzo, hace sólo unos años.

A los chihuahuenses no les hace falta que nadie venga y les diga que la violencia regresó a las calles de sus dos principales ciudades, lo ven cada día en asaltos a mano armada, despojo de autos, asesinatos, balaceras, secuestros. Ahí están en ominoso recordatorio de que el monstruo de la violencia permanece y se mueve a sus anchas.

Mientras esto sucede, a los gobernantes les dio por politizar el tema. Una desgracia, pues ahora en lugar de unir fuerzas para combatirlo, como sucedió en el pasado reciente, se reparten culpas unos y otros.

Al gobernador Javier Corral le reventó el hígado escuchar a Miguel Osorio Chong, Secretario de Gobernación, cuando dijo que “Chihuahua se nos descompuso muchísimo”.

Corral reviró de inmediato de la forma acostumbrada, diciendo que el gobierno de Peña quería cargar ese muertito –el de la inseguridad- a los gobernadores del PAN, por la disputa electoral en el Estado de México.

Pero no se quedó ahí, hizo un rondínen medios   nacionales para informar que el Gobierno Federal abandonó al Estado en su lucha contra la violencia y que si había crecido la inseguridad se debía a la ausencia de los cuerpos de seguridad pertenecientes a la Federación.

Hace sólo tres días la Secretaría de Gobernación emitió un comunicado oficial, donde desmiente al gobernador local, explicando que la Federación tiene desplegados en Chihuahua 4,800 efectivos, no los 150 citados a manera de reclamo por Corral.

Lo de menos sería preguntarse quién miente, ante cifras tan contrastantes es evidente que uno de los dos, Osorio o Corral, faltan a la verdad con fines perversos, responsabilizándose unos a otros de la creciente inseguridad que priva en la entidad.

Pero eso no tiene importancia, mentir o tratar de engañar a la población está en el ser de los político, todos mienten con soltura mirando de frente. En este punto lo triste es que juegan politizando un tema tan serio como la seguridad de los gobernados.

Y lo más grave, en lugar de ocuparse en sumar esfuerzos para combatir a los grupos del mal, como es obligación de ambos gobiernos, se concentran en desprestigiarse entre sí, dejando a los ciudadanos en la indefensión.

No se vale, bájenle una rayita a su soberbia, asuma cada quién su responsabilidad y vean por la seguridad. Dense cuenta que mientras pelean, los grupos criminales se empoderan más, con las consecuencias por todos conocidas.

En el gremio de la Litis y la chicana es cada vez más intenso el rumor de que Javier Garfio es el chivo expiatorio del Nuevo Amanecer. Quienes han conocido su expediente y entienden de leyes no ven que su caso prospere en juzgados imparcial, que si lo mantienen detenido es sólo a causa de los jueces de consigna aleccionados por Paco Molina.

Puede ser, una interpretación política para su detención es que a falta de César Duarte, Javier Corral necesitaba un pez gordo para amenizar los maxijuicios y nada mejor que el expresidente municipal, pues Carlos Hermosillo se le murió en el camino y con el perdió el escandalo de un desafuero.

De esa manera habría pensado en Garfio, quién jamás se imaginó que también sería blanco del nuevo gobierno, por eso lo sorprendieron sin amparo e incluso su primer defensor fue un abogado de oficio.

Y el hecho de que Benito Tagle, el empresario que adquirió a precio de remate los terrenos de Labor de Terrazas, por los cuales está detenido el exalcalde, habría ofrecido regresarlos como resarcimiento del daño, a efecto de liberar a Garfio, fortalece la versión del chivo expiatorio.

Este tema no está suficientemente claro, pero si hay esa intención de resarcimiento y el gobierno rechazó la oferta, pues otorga la razón de quienes piensan que garfio está detenido por consigna, pues con el terreno de vuelta no habría daño patrimonial y por lo tanto tampoco delito que perseguir.

Aparentemente carlos Borruel y Maclovio Murillo habrían rechazado el ofrecimiento de Tagle, inexplicablemente. Falta ver en que termina ésta historia, pero si va por el rumbo que la pintan, Chihuahua estaría ante uno de los casos más injustos en su larga tradición de atropellos.

Pues en el mar de especulaciones que corren entre juzgados y oficinas públicas, se cuenta que Maclovio Murillo habría condicionado la aceptación del terreno, a cambio de que Tagle hiciese una declaración jurada y por escrito contra el exgobernador. Otra vez de vuelta a lo mismo, como no podemos detener a Duarte, retenemos a Garfio.

Cualquiera que sea la motivación para mantenerlo detenido, el show seguirá incompleto en tanto César Duarte permanezca en libertad y cada día que pasa será más difícil arrimarlo a la justicia, por más que haya fichas rojas con su nombre circulando en 190 países.

En la ciudad de México trascendió que, como parte de su estrategia legal, Duarte habría solicitado la nacionalidad estadounidense, proceso en el cual se encuentra en estos momentos, lo que introduce otro elementos que complica su extradición.

A algo se atiene, pues también aseguran que está localizable en El Paso pero ninguna autoridad ha tocado su puerta para molestarlo. Su abogado hace los cosas correctamente para ponerlo a salvo de la justicia local, algo esperado en uno de los despachos más influyentes y caros del país, como el de Aguilar Zinser.

Javier Corral logró voltear muy bien la opinión pública a su favor, tras la cuestabajo en que iba por viajar en aviones de proveedores a jugar golf, el asesinato de Miroslava y la inseguridad creciente. Pero nada le garantiza de que mantenga la racha ganadora, evidentemente lo de Garfio se complica, con Duarte no puede y los otros están amparados.

La gente quiere circo y los peces detenidos le parecen insuficientes. O hace una nueva cargada o el tendido empezará la rechifla. Esa y no otra es la realidad de los maxijuicios, podría amorcillarse en la burocracia de la justicia y malo para los responsables de mantenerlos activos, pero más malo para la popularidad del gobernador, lo único que aparentemente le importa.