El PRI frente al espejo negro

* Valiente mensaje de Lucía

* Reyes, ausencia de operación

* Los nuevos “cuates” de Corral

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En un ejercicio de pragmatismo político y desafío a las viejas normas basadas en su legendaria “disciplina institucional”, Marco Adán Quezada y Alejandro Domínguez hicieron una extraña mancuerna para presentar la planilla independiente al Consejo Político Estatal del PRI.

El proceso para elegir dirigencia local empieza en la convocatoria para renovar el CPE y los operadores del CEN confiaban en que, al caduco estilo priista, hubiese planilla única. Nada, los marginados de las decisiones centrales desafiaron la autoridad del CEN y desatendieron las líneas que mandaban de Insurgentes Buenavista.

Entre los insurrectos, además de Marco Adán y Domínguez, apunte a Lucía Chavira, Heliodoro Araiza, Teporaca Romero, Eloy García, Miguel Ángel González, Alex LeBarón, una docena de presidentes municipales y una larga lista que compone 1,200 candidatos a consejeros, entre propietarios y suplentes.

Azorados se quedaron en México cuando recibieron el pitazo de “la otra planilla”. No dan crédito al atrevimiento del movimiento rebelde, que resulta interesante al menos por dos motivos: lideres jóvenes pero consolidados que usualmente se pisaban las mangueras entre sí, hacen un alto en sus diferencias para enviar un mensaje enérgico al CEN, manifestando su inconformidad por los manejos de la dirigencia.

Trágame tierra, trastocan la esencia institucional de su partido; la bendita disciplina y el sometimiento sin preguntar a las directrices de los dirigentes en turno y lo peor, aguantan las amenazas y presiones implementadas por el aparato para hacerlos desistir. Si, el desafío es completo.

Y tan se sintió el mensaje que los operadores de México se apresuraron a boicotear la planilla independiente. Relatan que los apretones fueron de regular para arriba, logrando ablandar al mismo Alejandro Domínguez, quién reculó tras el acoso inicial pero recuperó el aplomo al ver que el marquismo seguiría el juego.

Mostradas sus intenciones de rebeldía, Domínguez caía en el error de quedar entre los dos grupos en choque, así que respiró despacio, se armó de valor y se colocó en la cresta del movimiento intentando capitalizarlo. Se vale, son políticos.

Un asterisco especial el caso de Lucía Chavira. Hace sólo unas semanas la nombraron delegada de Sedatu por recomendación de Reyes Baeza, pero -hasta donde se supo- la responsabilidad de trabajar en el Gobierno Federal no la inhibió, pues durante las discusiones para afinar la estrategia fue una de las más echadas para adelante.

Ella envía su propio mensaje, es decir que una delegación poco menos que media no la detendrá en sus aspiraciones políticas ni las de Marco Adán. Otra lectura sería ingenua ¿Le respetarán la delegación? Faltan las reacciones represivas, así que Lucía debe hacerse a la idea de que pronto le pedirán el cargo.

En el contexto de la grilla general, es fácil inferir que hoy o mañana reciban la notificación de que su planilla incumple con los requisitos establecidos en la convocatoria. Pueden inventarles cualquier cosa, para eso los abogados del PRI son expertos.

Lo más sencillo sería invalidarlos con el argumento de que sus integrantes no han pagado las cuotas, esperando que se desanimen y bajen del monte. En esa condición atrás con su chistecito, tomen su lugar en la parte trasera de la fila y pidan perdón por el atrevimiento.

Lo anterior operaría como solución definitiva en condiciones de la “normalidad priista”, o sea con tlatoani en funciones. Sin embargo en un PRI descabezado y su militancia en diáspora, los resortes y tradicionales controles pierden eficacia. En este caso abren las puertas a la judicialización y si la insurrección va en serio podrían llegar hasta el Tribunal Electoral.

Establecer una línea de negociación para presentar una planilla única de aquí al domingo, sería la solución más aceptable en las condiciones actuales, pues resolverla conforme a los términos de la convocatoria, es decir ir a un proceso abierto de consulta a la militancia, es logística, política y económicamente inviable para el priismo institucionalizado al CEN.

Con otra ¿Estarán dispuestos los rebeldes a negociar? Es la pregunta, quizás unos si, otros sólo querrán batir la sopa y exhibir al partido, o simplemente darle un coscorrón al delegado colimense que opera el relevo con las plantas del los pies. Al fin el PRI da la nota, aunque sea mordiéndose unos a otros para comprobar que sangran y por lo tanto viven.

Evidentemente a Reyes Baeza le falta operación en la política doméstica. Concentrado como está en las grandes ligas, atento a la evolución de la carrera presidencial, se distrae de Chihuahua y luego le brincan estos panchos que, de una u otra forma, dejan cuestionado su liderazgo a los ojos de Gobernación y del CEN.

Es sencillo perder el tino local cuando se vive el glamur de la política nacional. Le sería de mucha utilidad para sus proyectos estar atento, en especial si decide ir por la senaduría.

Con la plaza desatendida podría desilusionarse durante el fragor de la campaña, cuando salga a decir “síganme los míos” y al voltear para observar el contingente de sus seguidores, se percate que sólo dos o tres lo acompañan.

Javier Corral hace nuevas amistades rápidamente, con tal de planchar el desfile del trabajo se colgó, literalmente, del brazo Jorge Doroteo Zapata, el clásico dirigente sindical priista que sabe ponerse a modo de los gobernadores en turno, siempre que le respeten sus privilegios y fueros conseguidos durante años de presión y amenazas.

Pero al ver del panismo y de buena parte de la sociedad, la conducta del gobernador es francamente cuestionable, por eso se lo comieron en redes sociales con la foto donde abre el desfile del brazo de Zapata.

Y según se supo, tras esa fotografía estaría la mano de Jaime García Chávez, éste tesonero luchador social de izquierda al que le dio por ponerle marcación personal a Corral, luego de que ambos encabezaron el movimiento de Unión Ciudadana. Oportuno García Chávez, sin mayor esfuerzo asestó un golpe sobre la menguada credibilidad de su antiguo aliado.