“Periodistas de Cuidado”, el origen

* Corral exhibe su vena intolerante

* Lowe´s y el Chihuahua violento

* Armando Cabada luce “chiquito”

* Secuelas de una doble imposición

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Mientras la lista negra de periodistas permaneció en la prensa local, Javier Corral, Antonio Pinedo, su vocero, y Víctor Quintana, titular de la dependencia responsable de la clasificación, guardaron silencio. De su conducta se infiere que la tomaron por chisme intrascendente de reporteros locales. No merecía distraerlos.

Pero en cuanto llegó a medios nacionales, apresurados y al unísono los tres fijaron postura, sin jamás desmentirla: Pinedo la minimizó circunscribiéndola a una subsecretaría en la frontera y dejó la responsabilidad en un oscuro jefe de prensa; Quintana dijo que en la Secretaría a su cargo tienen un profundo respeto y admiración por el trabajo periodístico; y Javier Corral descargó culpas en los medios fieles a César Duarte e inconformes porque su gobierno eliminó los convenios de publicidad.

Pinedo y Quintana no entienden que la administración estatal es una, que no se divide en parcelas o ínsulas donde cada quién se maneje a sus aires. Y si lo entienden se hacen tarugos restando importancia a un ejercicio –dónde quiera que esté localizado- de censura informativa promovida por el gobierno panista.

Y Javier Corral queda exhibido como un gobernador intolerante a la crítica que desprecia a la prensa de la entidad, al que sólo preocupan los medios nacionales; político incapaz de aceptar errores al negar lo evidente; y adversario de rencores permanentes que, a siete meses de su administración, sigue viendo en su antecesor la causa de todos sus males y en la prensa a los golpeadores corruptos, inconformes por no recibir dinero de su gobierno.

Está equivocado el señor gobernador, el origen de ese documento censurista está en su profusa e irresponsable campaña contra los medios, generalizando con que son corruptos y vendidos a Duarte, estribillo que hizo sonar sin pausa durante seis meses y, si bien lo dejó a un lado temporalmente, en cuanto otra vez se vio señalado lo recogió como su salvavidas predilecto para disimular su manifiesta vena intolerante a la crítica.

La lista en cuestión también se explica por los calificativos, igualmente generalizados, de que los medios de Chihuahua son extorsionadores, emitido reiteradamente por su vocero Antonio Pinedo, sin aportar un solo nombre de cual o cuales periodistas intentaron extorsionarlo.

Siembran viento y recogen tempestades, mientras voltean la vista en distintas direcciones buscando culpables. La lista pudo salir de una oficina menor, pero es real, existe. Un mínimo de autocrítica les vendría bien, pero ese concepto –autocrítica- no existe en el gobierno del Nuevo Amanecer.

Mientras los periodistas corruptos intentan desacreditar a su gobierno, el Chihuahua violento lo regresa a la realidad. Un cliente de la cadena internacional Lowe´s es asesinado en el interior de la tienda, causando el pánico natural de otros clientes y empleados.

Hace menos de una semana asesinaron a un ganadero a medio día y en un concurrido crucero de la ciudad y dos días antes a otros en el interior de un restaurante ¿Cuánto hace que los chihuahuenses no entraban en pánico y angustia colectiva por esas muertes de impacto?.

Respondan el gobernador y sus aduladores ¿Responsabilizarán de esas muertes también a la prensa corrupta y a los malquerientes de la administración panista que apuestan por su fracaso? Lo anterior excluido el recuento de otras muertes ampliamente comentadas y el repunte espantoso de la inseguridad.

En la violencia está uno de sus mayores retos, el otro en la parálisis financiera y su impericia para gobernar que, ante la ausencia de obra pública, el mismo Corral se cuelga de un clavo ardiendo anunciando como propio un estadio de futbol, proyectado por las acaudaladas familias “Foster-De la Vega”, con el agravante de que una de sus integrantes, Alejandra, es nada menos que Secretaria de Fomento Económico en el gabinete estatal.

Ocúpense de gobernar y metan a la cárcel a Cesar Duarte, entonces tendrán el reconocimiento ciudadano que hoy buscan responsabilizando a otros de sus ineficiencia y fracaso.

Armando Cabada se mostró chiquito y de argumentos debilitados ante la Junta de Coordinación Política, órgano de gobierno en el Congreso del Estado conformado por los coordinadores parlamentarios.

A decir de varios diputados presentes, entre ellos Jesús Villarreal del PAN, el presidente independiente de Juárez no los convenció del todo, pues sus argumentos resultaron insatisfactorios para concesionar un negocio con valor de 1,500 millones de  pesos.

Eso de que al municipio no le cuesta ni un centavo lo ven con desconfianza, les parece demasiada ligereza para tamaña inversión. Mal pensados como son, buscan el gato encerrado y Cabada no les despeja incógnitas.

El alumbrado público de Juárez puede resultar en el apagón de la carrera política del independiente. Los negocios multimillonarios al amparo de gobierno han sido la ruina de muchos políticos, pregunten a César Duarte.

Pues que sí, el Segundo Tribunal en Materia Penal y Administrativa resolvió que la elección de Nachito Rodríguez era derecha, por consiguiente el Oso Valenzuela dejó de ser auditor interno al momento de concluir la votación del auditor definitivo, según el juzgador.

¿Y ahora que? Legalmente Nachito podría retirar su renuncia y asumir, por aval de la justicia federal, el cargo, poner candados a las puertas del edificio para evitar el regreso del Oso. De pasada que restituyan a Miguel Latorre en la coordinación de los diputados, ya que advirtió sobre una sentencia en sentido parecido. Una especie de cámara lenta a la inversa.

Dado que, evidentemente, no pasará eso, sería bueno que los diputados del PAN y el presidente del Partido, Fernando Álvarez Monge, acabaran con tanto disparate relevando de la responsabilidad a Valenzuela, en lo que reponen el procedimiento electivo y nombran un auditor por consenso.

Es ridículo lo que sucede en la Auditoria Superior del Estado, sin embargo todo apunta a que no lo harán, ayer mismo Jorge Soto, presidente de la Comisión de Fiscalización, y Blanca Gámez, presidenta del Congreso, declararon que el señor “Oso” seguía siendo auditor interno, desoyendo la sentencia judicial o interpretándola a su manera. Cada quién con su propia música, es lo que hay.