La Falacia AMLO; buscando un Macron

0
1

Atlacomulco tiembla sólo de imaginar perdido el Estado de México, los gobiernos de Peña y Eruviel están volcados en la campaña de Alfredo del Mazo intentando rescatarla. Su temor es que una victoria de la maestra Delfina Gómez precipite la diáspora priista hacia López Obrador, haciéndolo invencible en la elección presidencial del 2018.

El domingo antepasado escribí porqué Andrés Manuel es considerado por mucha gente como político honesto y antisistémico, siendo parte de la corrupción que denuncia y producto del podrido sistema política del que los mexicanos nada quieren saber hoy en día. Lo envuelve una misteriosa aureola de inmunidad.

Sin embargo rechazo los argumentos de sus entusiasmados promotores, cuando afirman que “nadie le quita esta”, con lo cual pretenden convencer a los mexicanos que suceda lo que suceda en al país de aquí a junio del 2018, López Obrador será fatalmente presidente de México.

Su fe descansa en condiciones objetivas a su favor: acumulado y creciente hartazgo social contra el sistema político dominado por los partidos tradicionales, el PRIAN; escandalosa corrupción en los gobiernos de ambos partidos, desde Fox hasta Peña Nieto, pasando por gobernadores y presidentes municipales. En la corrupción todos se igualan; desmantelamiento del PRD, en buena medida por la salida de López Obrador pero acrecentado en las mezquinas pugnas internas de sus tribus. Parasitaron el partido hasta ponerlo en estado famélico; una campaña de 16 años consecutivos que hoy lo templan y previenen sobre errores imbéciles que lo hicieron resbalar en el pasado; prematura y abundante cargada de políticos insatisfechos en su partido, especialmente del PRI, a quienes ilusiona la idea de mantenerse vigentes que su partido les tiene negada.

Las razones para estimular el entusiasmo en torno a su figura de candidato redentor, pueden sintetizarse en una frase muy al estilo de los electores mexicanos: “Si nos fue mal con el PAN y el PRI, peor no puede irnos con López Obrador”. Los no confesos lo ven más como una expresión de castigo al sistema corrompido e ineficiente, que solución a las necesidades del país. Otra vez algo así como el menos malo.

Imaginando que gobiernan pierden objetividad, se dejan llevar por la ola que ellos mismos empujan. Sin embargo la elección es compleja, se apresuran los ilusos que la ven como un tramite engorroso por el que deben pasar y ya está.

Cuando Miguel Etzel era coordinador en el Congreso, le preguntaron si quería ser presidente municipal. Faltaba mucho para las campañas, entonces respondió que el primer requisito para ser candidato es estar vivo, así disipó a los reporteros y cerró el tema.

No por obvia su respuesta pierde sentido común, es el requisito para todo en la tierra. Pero la voluntad de Dios o el destino es sólo uno de los muchos factores sobre los que López Obrador no ejerce dominio.

Van algunos de los más importantes: En el 2016, cuando se supone ganó la elección, era candidato del PRD, PT y Movimiento Ciudadano, hoy los votos y recursos de esos partidos, por modestos que sean, los tiene en contra. Por más debilitado que esté el PRD, puede restar, vean a Juan Zepeda en el Estado de México; Su partido carece de una estructura nacional, Morena es López Obrador y López Obrador es Morena. En el norte y la IP sigue repeliendo; la siempre influencia intervencionista de Estados Unidos en los asuntos internos del país, manifiesta en expresiones públicas de políticos en ambos lados de la frontera; el golpeteo mediático de lo que llama “La Mafia”. Lo habían dejado crecer, pero el circuito mediático en su contra se activo con los videos de la exdiputada veracruzana, Eva Cadena.

Son obstáculos para tomar en cuenta, el mayor de todos su antiguo partido. El PRD resta votos donde está su mejor clientela y para recuperarla en el norte necesita candidatos de prestigio propio, que sumen y no sólo se cobijen bajo su sombrilla. Ponga que el PRD le quita el cinco por ciento, con dificultad lo recuperaría en el norte. En una elección apretada es mucho.

La información que poseen las agencias de seguridad de los Estados Unidos, CIA y DEA, puestas al servicio del Gobierno Mexicano se traducirá en golpes de presión a su credibilidad. Me choca aceptar la enorme influencia que tiene el poderoso Imperio sobre nuestro país, nefasta realidad que me resisto a reconocer pero acepto que ahí está.

La historia nos enseña que los políticos mesiánicos, en cualquier lado del extremo ideológico al que se ubiquen, polarizan las sociedades sobre la base maniquea de buenos los que me siguen, malos quienes me combaten. El que no está conmigo, está contra mí.

En una elección polarizada los detalles cuentan mucho, Andrés Manuel lo confirmó en experiencia propia durante el 2006. Cuando la IP, llevando a nuestro Chacho Barraza por líder, enderezó la campaña del “Peligro para México”, fraguó el efecto polarizante partiendo la elección a mitades iguales. Así prevaleció Felipe Calderón, pues en elecciones apretadas siempre gana el partido gobernante.

Con frecuencia escucho “análisis” de consultores electorales ortodoxos, hacen cuentas sobre la base de votantes que tiene Morena, restan lo que puede quitarles PRD, PT y Movimiento Ciudadano, suman las pérdidas de PAN y PRI, ubican porcentajes históricos de votaciones nacionales y concluyen en resultados a conveniencia de sus intereses.

Me parecen tan obtusos, son como los viejos vendedores de enciclopedias que no aprendieron otro discurso aparte del que repitieron frente a cada puerta “un libro es la mejor herencia para sus hijos”.

Los partidos siguen siendo fuertes, todos tienen una base de votos mínima y en el caso de los grandes una de respeto. No obstante hoy las elecciones son definidas por la sociedad apartidista, cuando la gente sale a votar más allá de las estructuras de partido. Ejemplos sobran, en obvio de espacio solo pido que recuerden lo sucedido en Chihuahua uno y dos años atrás.

Por eso los analistas políticos mas acuciosos intentar explicar las condiciones socio-electorales de México, en experiencias electorales de otros países. Así dijeron que ganando en Estados Unidos un “outsider” como Trump, sería alentador para López Obrador. Ahora que ven al presidente norteamericano como chivo en cristalería ¿siguen pensando lo mismo, esos analistas de izquierda?

Cada elección tiene su propia dinámica y circunstancia, a pesar de lo cual los promotores de la vía independiente buscan un “Macrón mexicano”, que pase por en medio de un sistema decadente y el radicalismo de López Obrador.

Es un ejemplo francés es muy tentador para cualquier candidato que pretenda llegar al gobierno en oposición a los viejos esquemas. El problema es que la titubeante democracia mexicana dista mucha de la francesa.

Existir paralelismos, la inconformidad de los franceses con su gobierno y el hartazgo de los mexicanos con el corrupto de sistema de partidos inspiran acciones de rechazo al orden vigente. Por diferentes motivos ambos pueblos no quieren saber nada de su tradicional sistema político.

El efecto Macron, en todo caso, podría servir a López Obrador, si opta por suavizar su radicalismo mesiánico para jalar votos indecisos. Hasta hoy nada sugiere que lo hará, su oferta más consistente es que llegando a la Presidencia se acabará la corrupción y con ella los grandes males del país ¿Cómo? Por el sólo hecho de que él es honesto y en consecuencia gobernadores, presidentes municipales y todos en el país seguirán su ejemplo. Vean la última entrevista que le hizo Ciro Gómez Leyva.

Ante la imposibilidad de salir corriendo a Francia, busquemos al Macron mexicano. Que weba, es lo que tenemos.