Andrés Manuel López Obrador es un peligro para México

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Alfredo Piñera Guevara.- Gloria Álvarez Cross, politóloga, presentadora de televisión y locutora de Radio Liberal Guatemalteca, ha advertido con puntualidad que el populismo lo primero que se encarga es de desmantelar instituciones y reescribir constituciones para adecuarlas a los antojos de los diferentes líderes corruptos aprovechándose que muchos de ellos, incluso, han arribado al poder por la vía democrática, lo que les permite “legitimar” y “justificar” sus arbitrariedades.

Y es que en el análisis del populismo y sus orígenes históricos, lo que las nuevas generaciones enfrentan no es una lucha de los demócratas contra el populismo, sino una confrontación radical del populismo contra la república, si entendemos esta última como defensora de las instituciones del Estado.

Álvarez Cross refiere que desde los antiguos griegos, Sócrates y Aristóteles advertían los defectos de la democracia que tutela tres derechos que son inalienables para cada quien: el derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada. La vida con la cual podemos realizar nuestros proyectos, la libertad para pensar, decir y actuar con determinado sentido y la propiedad privada, que comienza con nuestro propio cuerpo y nuestra integridad.

“Hay otros derechos, como la salud, la educación, la vestimenta o la libertad de expresión que son exigidos por los pueblos y el problema principal es que para ser otorgados por los gobiernos, se requiere necesariamente de la renuncia previa del derecho a la propiedad de alguien más; los gobiernos no han estipulado con precisión quién debe renunciar a ciertos derechos para poder otorgárselos a otros”.

Esa sería la primera explicación que Andrés Manuel López Obrador tendría que dar después de hacer sus planteamientos populistas. Si piensa otorgar mayores derechos a la población, de dónde los va a sacar y con qué los va a financiar. Inevitablemente tendrá que señalar que esos derechos y esos recursos los tendrá que obtener de la misma población, propiciando un círculo vicioso del abuso-concesión.

En la definición de populismo, el doctor Florentino Portero dice que el populismo es el atajo por el cual jugamos con las pasiones, ilusiones e ideales de la gente para prometer lo que es imposible aprovechándose de la miseria y los miedos de la gente, dejando fuera absolutamente toda la razón y la lógica en la toma de decisiones; juega con  la necesidad y el miedo para sencillamente imponer una dictadura.

Los griegos dijeron que hay tres tipos de gobierno: o te gobierna uno, que se llama monarquía y que puede degenerar en dictadura, o te gobierna un grupo, que se llama aristocracia y se degenera en una oligarquía (algo muy común en Latinoamérica) o entre todos se gobierna, lo que llamamos democracia y que se puede degenerar en una demagogia.

“Por eso los griegos vieron en la república la respuesta, porque la república da al pueblo estas tres institucionalidades, el monarca en la forma del presidente, la aristocracia en la forma de un parlamento y la democracia como el vehículo y la vía de comunicación de la gente”.

Finaliza Álvarez Cross con un llamado a desmantelar el populismo a través de la tecnología, para evitar que los cambios modernos se generen mediante la exaltación de la pasión, en lugar del debate y la argumentación sólida, fenómeno que ahora, frecuentemente, se ve en los congresos locales.

Ese es el riesgo que representa López Obrador. La instauración de un régimen que se aprovecha del enojo popular, del miedo y de los anhelos del pueblo. Que recurre a la exaltación de la pasión para hacerse aparecer como la solución mágica a todos los problemas, obtener así el poder e imponer un autoritarismo violento, como lo impuso Hugo Chávez en Venezuela y que ha terminado por postergar Nicolás Maduro a costa de muchas vidas.

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