El Mistico

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Me repugnan los modos de López Obrador, son los de un líder antidemocrático que compró para si la idea del “místico” en tierras corrompidas a las que debe redimir. Un político que solvente declara “mi plumaje es de los que cruzan el pantano y no se manchan”.

Arrogancia y soberbia exacerbada, como nuestro Paco Molina, se ve y siente incorruptible, aunque acepta que “es tanta la crisis que hay en México, que nadie se puede abstraer en una atmosfera de corrupción”. Es decir todos menos él, su halo de superioridad moral lo hace inmune a las tentaciones mundanas.

Maneja sin oposición un partido cuya principal característica es postular candidatos “juanitos” y si ganan manipularlos y recortar a sus funcionarios o representantes populares parte del salario para “actividades de partido” que nadie conoce su destino.

Postula como insignia la honestidad siendo que en su entorno suceden palmarios hechos de corrupción, desde el Tesorero Gustavo Ponce –cuando gobernaba la Ciudad de México- jugando en el Bellagio de Las Vegas cartas de cincuenta mil dólares la mano y las ligas de Bejarano; hasta Eva Cadena recibiendo dinero a su nombre en Tabasco y Delfina Gómez reteniendo ilegalmente un porcentaje al salario de los trabajadores en Texcoco, cuando era presidenta municipal. El pantano lo rodea y su plumaje sin mancha.

Aspira a ser Jefe de Estado y responsabiliza a la oposición venezolana de enviar a la muerte a sus simpatizantes, a cuyos líderes recomienda “no caigan en la trampa de la violencia… un dirigente puede poner en riesgo su vida, pero no tiene el derecho a poner en riesgo la vida de los demás, cuiden eso. Si tienen fuerza, por que hay un movimiento amplio de protesta, utilicen métodos que no expongan a los ciudadanos”. Deja la responsabilidad de las muertes en la oposición, 24 manifestantes, sin tocar el genocidio de Maduro contra el pueblo. Para él lo que sucede en Venezuela es que la oposición incita a la violencia y el gobierno se defiende.

Sus posicionamientos pueden ser tomados en razón de cálculos electorales, otro discurso disuadiría el voto clientelar, numeroso y fiel. Pero me aterra su idea general para resolver el mayor problema de éste país: la corrupción y en consecuencia su hermana gemela la impunidad. Ambas son una y la misma cosa, no se entienden por separado.

“Vamos a convocar a todos los mexicanos a un acuerdo por la honestidad. Esto va a cambiar, si el presidente es honesto, los gobernadores van a ser honestos, los presidentes municipales van a ser honestos y todo el pueblo va a ser honesto. No van a tener necesidad de robar.”

Esta convencido o pretende convencer a los mexicanos de que a partir del uno de diciembre, cuando jure el cargo de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, inspirados en su mística de honestidad, ladrones, corruptos de cuello blanco y overall, extorsionadores, narcotraficantes, timadores serán revestidos con el halo divino que los aleje de actividades malvadas o corruptas, pues van a ser honestos por que ahora ven que el presidente de todos los mexicanos es honesto.

Los entrecomillados son de la entrevista que le hizo Ciro Gómez Leyva el ocho de mayo, en Imagen T.V. Los tomo de ahí por estar agrupados en un mismo hecho informativo, expresados de diversas maneras por ser líneas discursivas que ha hecho girar en torno al estribillo de La Mafia del poder, durante su larga precampaña a la Presidencia.

En los hechos y dichos, esa entrevista es un fiel reflejo de López Obrador, lo describe tal cual. Sin embargo es el candidato a vencer, está por encima de todos en las encuestas y en las pasadas elecciones Morena recibió un impulso impresionante, llevando “juanitos” por candidatos, su marca electoral.

Hizo tablas en el Estado de México y coincidentemente en Coahuila y Nayarit obtuvo prácticamente el mismo porcentaje, 11.99 y 11.95, y en Veracruz obtuvo el 17.4 por ciento de los votos, consiguiendo 17 alcaldías, entre ellas Jalapa y Coatzacoalcos. En términos absolutos quedó como primer partido en el Estado de México –el PRI gana con alianzas- el mayor mercado electoral del país, a medio punto del PRI en Veracruz, el tercer padrón del país y una presencia muy respetable en estados donde nunca pintaba.

Esos números son para preocupar a los partidos mayores y comparados con otros resultados lanzan un mensaje inquietante a La Mafia, pues el PAN cae hasta el cuarto lugar en el Estado de México y el PRI pierde un millón de votos, desplomándose hasta el 18 por ciento en Veracruz. Donde los mayores partidos sufren una sangría de votantes, Morena crece.

Y ojo, consiguió esos resultados en elecciones cuestionadas, sospechosas de manipulación al viejo estilo del PRI, donde también queda incluido Veracruz, con un cacique panista formado en la cultura del fraude, como Miguel Ángel Yunes. En todas prevaleció la denuncia del robo de urnas, taqueo, compra de votos -ahora con tarjetas de prepago- control de los organismos electorales, los gobiernos volcados en los proceso. La manipulación electoral generalizada.

Andrés Manuel es a todas vistas un fenómeno electoral, ningún otro partido alcanzó antes un crecimiento de esa magnitud, quizás sólo igualado con otro fenómeno, el de Cuauhtémoc Cárdenas cuando el fraude del 88. En todo caso es la izquierda del país actuando en procesos electorales.

Su fenómeno se entiende por que un sector amplio de la población, ponga usted que el 20 por ciento de los electores, quiere verlo de presidente, creen en su misticismo y apuestan por que saque al país de la corrupción en que se encuentra, compraron su discurso y lo defienden; y otro no menos importante está harto, los que dicen estar hasta la madre de los partidos tradicionales -PAN,PRI, PRD- perdieron toda esperanza con candidatos postulados bajo esas siglas.

La gente nada quiere saber de esos partidos emblemas de la ineficiencia y la corrupción ni de sus políticos sátrapas, arrastrados, ladrones, mentiros y viles. El hartazgo acumulado en décadas de malos gobiernos, abusos de poder y enriquecimientos inexplicables, lo expusieron las redes digitales, exacerbando el enfado.

La corrupción y los abusos siempre estuvieron ahí, sólo que antes concentrados en el partido hegemónico y cubiertos por una telaraña de complicidades donde la Iniciativa Privada, líderes sindicales, medios, partidos paleros, gobernantes y todos aquellos agrupados por López Obrador en el concepto de “La Mafia”, disimulaban los latrocinios.

Esa carga emotiva de odio y encono social contra el status quo que sostiene y alimenta el Sistema, encumbra a López Obrador como el candidato a vencer en las próximas elecciones generales del país. Al no ver más oposición sincera que Morena, recargan su voto en él.

Es una desgracia, pero la mayoría de los votantes que apoyan a Morena es por recriminación a los partidos tradicionales, no por afinidad a su ideología. Los mueve el enfado, la desesperación, el “no puede irnos peor”, PAN y PRI son iguales, ahora que roben otros.

Enrique Quintana, en su columna “Coordenadas”, de El Financiero, describió este fenómeno de una manera sencilla. El peso repuntó frente al dólar tras la elección en el Estado de México y los analistas financieros proclives al Sistema –de acuerdo al contexto diría que a La Mafia- se apresuraron a decir que fue por el triunfo del PRI. En su entrega del viernes, Quintana hizo una sutil corrección: no fue por que ganó el PRI, sino por que perdió Morena. Pareciese verdad de Perogrullo, sin embargo la corrección de columnista tiene enorme sentido: pudo ganar PAN o PRD y hubiese sido la misma, el “coco” de los mercados es López Obrador.

Como muchos mexicanos también estoy decepcionado de nuestros gobernantes, entre los que incluyo a los del PRI, PAN y PRD. Salvo excepciones importantes –algún justo quedó en Sodoma- ningún otro militante de éstos partidos se salva, todos se retuercen en la corrupción protegidos en la impunidad. Hoy la política en México es un asco.

Y como, espero, ha quedado bastante claro en el curso de la presente entrega, tampoco me gusta López Obrador. Sin embargo veo su avance y advierto que la gente, incluso en sectores que antes le ponían las cruces como el empresarial, en número cada vez mayores está dispuesta a darle su voto, con la esperanza de que “haga algo por el país”.

Los románticos de la política que se vayan olvidando, México no es Francia para esperar un Macron. La única manera como detendrían al “místico” es un pacto cínico de los partidos miembros de La Mafia, mientras las cadenas mediáticas a sus órdenes golpean en las corvas esperando doblarlo. Pueden tirarlo, las elecciones del domingo pasado también demostraron que subir un punto después del 30 por ciento, le cuesta sangre.

Que weba, el místico en una esquina La Mafia en otra y el país que se vaya por el caño.