Portugal gana bronce en la Copa Confederaciones

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Portugal's Adrien Silva, center, celebrates after scoring his side's second goal during the Confederations Cup, third place soccer match between Portugal and Mexico, at the Moscow Spartak Stadium, Sunday, July 2, 2017. (AP Photo/Denis Tyrin)

El partido por el tercer lugar de la Copa Confederaciones no fue indiferente. Para ser el encuentro que nadie quiere jugar, fue una guerra sin cuartel en la que el derrotado, el Tri de Osorio, pondrá una queja ante la Corte de Derechos Humanos por el agravio en su contra.

Sin Cristiano, y sin filo, Portugal intentó cercenar con una espátula; la brújula de Nani había perdido el norte.
Entonces, Moutinho lanzó a André Silva y Márquez, con el impulso, se dejó llegar a las piernas del ariete.
A Al Mirdasi le traicionó, una vez más, la ceguera, pero por fortuna está ya el VAR para corregir las aberraciones oculares.

Para Javier Hernández, el bronce también es un premio. Incombustible, el delantero recorría todos los recovecos del frente de ataque, siempre custodiado por Neto y Pepe. Entonces, Chicharito hizo un sprint por el carril de la extrema izquierda, Vela pateó al aire pero Fonte, que tendrá un pasaporte mexicano, enmendó la obra. Pero Portugal forjó la espada. No hay Cristiano, pero sí campeón de Europa.

En Saint-Denis se coronaron con ‘El Comandante’ bajo trincheras. Y se sucedieron las ocasiones. Pizzi golpeó hacia la publicidad con el borde derecho, Nani remató con las pestañas y Martins obligó a que Ochoa se esculpiera otra estatua; su figura, arqueada, poesía en el viento, envió hacia las alturas un cabezazo del lusitano. En tanto, Vela proseguía con la ‘tocata y fuga’, aunque su bolea de izquierda, anunciada como el gol de los tiempos, fue un tiro de salva.

Osorio cambió la clave, con Lozano y Jiménez en lugar de Oribe y Hernández, el tempo se aceleró hasta parecer una canción de jazz progresivo. Todo marchaba conforme al plan de Osorio hasta que Pepe, con el espíritu de Sergio Ramos, dio desplante de bailarín y empujó la pelota a las redes con la suela. El castillo de naipes volvió a derrumbarse para Juan Carlos Osorio.

La prórroga fue una colección de despropósitos. Todo empezó cuando Layún evitó con el brazo izquierdo un sombrero de Martins en el área. Al Mirdasi sentenció y Adrien Silva sometió a Ochoa. Después, todo fue caos. No melodía, no ritmo; solo batacazos demenciales y guitarras con arco de violín.

Después, Rui Patricio se zambulló para detener una bolea imperial de Herrera y Pepe cargó sobre Moreno para evitar que el de la Roma contactara el gol del empate. La repetición, mostrada en las pantallas del estadio, desató el aquelarre. Osorio le susurró al juez asistente Al Shalwai. Y siguió el destino de Semedo y Jiménez. El VAR, al parecer, no tiene jurisdicción en los minutos finales de la prórroga.

El partido terminó con las puertas del Tártaro abiertas de par en par, con los campeones de Europa con el bronce colgando de sus cuellos.