El que apostó que pague

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“¡El que le apostó al nuevo Gobierno, que pague!”, fue la expresión que le escuché a un militante del PRI cuando intentó burlarse de la declaración del gobernador de Chihuahua, Javier Corral, respecto a que las finanzas del estado estaban prácticamente en quiebra y la situación del Gobierno de Chihuahua era de verdadera crisis, que podría acudir, como última instancia, a la búsqueda del apoyo ciudadano.

Lo que dicho personaje nunca esperó fue que le contestara que tenía toda la razón, que era cierto que los chihuahuenses teníamos el compromiso cívico, ético y moral de coadyuvar con las autoridades estatales para restañar todo el daño que a Chihuahua le hizo la camarilla de priistas corruptos que se adueñaron del poder y que durante seis años hicieron y deshicieron lo que quisieron con los recursos públicos y los bienes que son de todos los chihuahuenses.

Tiene toda la razón. Quienes le apostamos al cambio de gobierno somos corresponsables, por una parte, por haber permitido que una gavilla de delincuentes políticos sustrajera hasta el último quinto de erario estatal y todavía peor, que dejaron las finanzas de nuestra entidad con una deuda que se tendrá que pagar por más de 35 años. ¡Pidieron prestado para tener que robar!

Por otra parte, el compromiso de quienes le apostamos al nuevo Gobierno no concluyó con el proceso electoral, sino que al entregar nuestro voto de confianza debimos de hacer un pacto de solidaridad para gobernar unidos, de la mano con nuestras autoridades, de forma democrática, inclusiva y plural, tal como no lo propusieron.

No le dimos el timón del barco al nuevo gobernador para luego bajarnos irresponsablemente del barco. Nos subimos con él para conducir la nave a un puerto más seguro, más justo, más equitativo y donde la transparencia y la honradez sean la carta de presentación de las autoridades estatales, la mejor que un Gobierno le puede ofrecer a su pueblo.

Por eso no me parece tan descabellada la idea de que el mandatario estatal acuda con los chihuahuenses para pedir su apoyo en la recuperación de Chihuahua. Habrá quienes podrán otorgar recursos económicas y bienes con este fin, otros con el cumplimento puntual de sus obligaciones tributarias (léase dejar la cultura de la evasión fiscal), otros quizá aligerando el costo de insumos, productos y servicios que como proveedores brindan al Estado y muchas otras formas más, tantas y tan variadas como la imaginación y el ingenio nos permita crear para solidarizarnos con el gobierno que nosotros mismos elegimos.

Así lo están haciendo ya muchos de los colaboradores de la Administración estatal que han aceptado trabajar con el Gobierno con sueldos mucho más moderados (algunos nuevos y muchos de los que ya estaban), sin canonjías que antes eran naturales, como pago de celulares, vehículos oficiales y viáticos a discreción, pero sobre todo con el mismo entusiasmo, cuidado y afán como si se tratara de la administración de los recursos personales.

Tenemos que empezar por reconocer que si el estado se encuentra en crisis también es culpa nuestra, por permitirlo. Por no exigir con firmeza a nuestra representación formal en los espacios que son contrapesos formales del poder, particularmente los legisladores del Congreso del Estado, que se tomaran medidas preventivas y correctivas a tiempo. Por confiar en los unos que nos desgobernaban y creer en los otros que los toleraron y guardaron ominoso silencio.

Imagínese usted cómo nos hubiera ido si en el control del poder hubieran quedado los mismos de antes, los de la camarilla que desfalcó y arruinó nuestra entidad. Seguro que tarde o temprano nos habría costado mucho más de lo que ahora el Estado puede pedirnos en solidaridad.

No faltará, seguro estoy, el que replique y exclame, “¿yo por qué voy a pagar lo que otros cínicamente se robaron?”. Tiene razón al indignarse de tal manera, pero no se trata de que los ciudadanos tengamos que saldar las cuentas pendientes de los que saquearon las finanzas de Chihuahua. Los corruptos deberán de pagar y saldar sus propias cuentas pendientes tarde o temprano. Se trata de coadyuvar a la recuperación financiera de Chihuahua y de encontrar mecanismo para que dicha aportación a corto o mediano plazo, en el futuro, brinde una retribución justa para quien se solidarizó con su Gobierno. Sólo es un asunto de creatividad, de civismo y del cumplimiento de nuestro deber social, pero sobre todo, es un asunto de compromiso ético con nosotros mismos.

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