El gobernador Javier Corral está encontrando su lugar. Da la impresión que por fin supo acomodarse en la emergencia nacional, encabezando los esfuerzos por cambiar el injusto y abusivo Convenio de Coordinación Fiscal. Es una de las luchas más loables que puedan dar los gobernadores cuyos estados han sido ninguneados históricamente.
Ese instrumento acrecienta el poder de los tlatoanis sexenales y favorece las dictaduras, pero lo peor es que frena la economía nacional con el pretexto de “igualar” el desarrollo de las diferentes regiones del país, pues parte de la idea de que las entidades “ricas” deben ayudar a las “pobres”.
El argumento es falaz, en los hechos lo único que ha dejado es dificultades en el desarrollo de los estados con mejor economía, y una corrupción espantosa y abulia en los estados objeto del supuesto beneficio. Es un convenio de perder-perder.
Ayer Corral estuvo en un evento de Coparmex, el organismos de la IP que ha sido más critico contra la administración de López Obrador. Está bien aprovechar todos los foros para denunciar la injusticia del convenio referido, pero si realmente quieren forzar una negociación con la Federación, los gobernadores que han expresado su inconformidad necesitan presentar un frente unido, serio, socialmente creíble.
Y lo primero que deben hacer los promotores del Frente contra el Convenio actual, es despartidizar su lucha, que no haya la menor motivación o interés partidista, alejarlo de protagonismos y vanidades, tentaciones en las que suelen caer los mandatarios, quienes con frecuencia se “creen mucho”, como hace tiempo me dijo uno de ellos.
Es también importante presentarlo correctamente, como un esfuerzo hacia el crecimiento económico de todo el país, a efecto de que nuestros compatriotas en estados como Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Tabasco, Michoacán y otros, tengan claro que no van contra ellos, sino a favor del desarrollo en donde obviamente serán incluidos.
En el momento que comprendan que quitar a unos para dar a otros genera un retroceso general, serán más susceptibles al cambio. La idea, en todo caso, sería que los más aventajados jalen a los rezagados y los impulsen a mejores niveles de bienestar, planteamiento muy diferente a quitar para “emparejar”.
Es un tema de la mayor relevancia y nunca como ahora se había presentado la coyuntura para discutirlo sin apasionamientos, Ojalá los gobernadores tengan esa altura de miras y no empiecen con protagonismos o intentando conseguir ventajas político-electorales. Desaprovecharían la oportunidad.
Rompeolas
Pandemia, desabasto de respiradores, en puerta la peor crisis económica, los políticos adelantando el periodo electoral, la gente que sale de sus casas cuando más necesario es el aislamiento y todo lo que usted quiera, pero los extorsionadores con uniforme de Vialidad no cesan en su empeño de “vacunar” a conductores. Los reportes sobre acciones de extorsión aumentan, denunciando a patrulleros apostados estratégicamente en ciertos puntos de la ciudad, especialmente a las entradas y salidas –Aldama, Cuauhtémoc, Juárez y Delicias-. Dicen que todo se debe a la voracidad económica de Aparicio y Palacios, que les han puesto una “cuota” por patrulla y motocicleta, pero no para que lleven cierta cantidad de infracciones, sino para que hagan crecer la bolsa a repartir ¿Será cierto? Ni como dudar de la corrupción endémica en esa corporación, la mafia de los comandantes protegidos por autoridades superiores es legendaria. Ojalá Mesta hiciese algo al respecto, hasta para evitar que el PAN pague electoralmente por su desenfrenada corrupción.
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La urgencia de aislarse ha sido muy bien interpretada por Maru Campos, en el Cabildo local. El lunes por vez primera sesionó en línea, siendo el único en el estado –muy probablemente del país- en hacer uso de las tecnologías para continuar con sus deberes, sin poner en riesgo a los ediles ni faltar a las instrucciones generarles de guardarse. Es un ejemplo para el resto de los cabildos, cuando tengan la necesidad de reunirse pueden hacerlo de manera virtual y cumplir con sus obligación. Por desgracio algunos alcaldes como Alfredo Lozoya de Parral, prefieren la estridencia de seguir en su frenética precampaña sin reparar en que son potenciales fuentes de contagio. No les importa la gente, les importan sus proyectos políticos, en el caso del caballo francamente irrealizables, al menos en el futuro inmediato.
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Miguel Latorre está cayendo en grados altos de populismo. Ahora se siente héroe por asistir al Recinto Parlamentario para las sesiones virtuales, mientras el resto de los diputados sesionan desde casa, guardando la cuarentena. Dice que lo hace en solidaridad con los médicos, enfermeras y personal de Salud que trabaja en la primera línea contra el virus. “Si ellos arriesgan todos los días su vida, yo no voy a quedarme en casa” afirma envalentonado. Como si estar solo en el salón de sesiones fuera asumir gran riesgo, en ese caso que se ponga su traje quirúrgico “made in China” y, desde las sala de emergencias del Morelos o el Central, hagan los enlaces legislativos. Además de populista ridículo. Lo que hacen políticos de plastilina por llamar la atención.
