*Oportunas lecciones llegan del sur

*Absoluto rechazo a los extremismos

*El divorcio entre política y sociedad

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Cuando las casillas quedaron cerradas y contados los votos, el mercado de las finanzas internacionales entró en shock e hizo retroceder seis puntos la bolsa chilena de valores, en una sola jornada. Los analistas financieros que, desde el exterior, seguían la elección no daban crédito a la portentosa victoria de la izquierda radical. Es la reacción habitual de las elites económicas cuya existencia trascurre alejada de la sociedad; confiados en fríos indicadores, simplemente no se enteran del sentimiento popular.

Fue la clásica elección de la izquierda contra la derecha, donde la sociedad de pronto se vio atrapada e impotente, sin tener claridad de hacia donde ir. Así la describe el académico Cristoball Bellolio: «esta fue la elección en la que ganó el candidato que dio menos miedo. En Chile hay mucha gente que le teme a la derecha por el recuerdo de la era de Pinochet y otra que le teme a la izquierda por lo que ha sucedido en otros países de la región».

Es el divorcio objetivo entre sociedad y política, la desvinculación absoluta de causas y proyectos comunes. Mayúscula contradicción. la gente se ve forzada a elegir entre el mal menor, en vez de que la política postule sinceras ofertas sobre aspiraciones, deseos y necesidades de la sociedad. Y sin embargo la gente participa, se resiste a ser una marioneta tirada por intereses que le son ajenos o incluso contradictorios. Otro académico chileno, Andrés Scherman, interpretó muy bien el desasosiego y a la vez convicción social: “Teníamos una elección muy polarizada y mucha incertidumbre sobre quién iba a ganar. Como para la gente no resultaba trivial quién lo hiciera, eso favoreció la participación»,

Los números son muy reveladores en ésta elección prototípica, dan puntual cuenta del sentir popular. En la primera vuelta la ultraderecha quedó arriba, con 27,9 por ciento ganó José Antonio Kast, un político de la aristocracia chilena nacida durante la dictadura de Pinochet, hijo de emigrantes alemanes cuyo padre perteneció al partido Nazi. Sólo dos puntos abajo -25.8- quedó un joven con apenas 36 años, sin experiencia administrativa, con fama de agitador estudiantil e inspirado en la más extrema ideología de izquierda, Gabriel Boric. Imagine a los conservadores de WSJ, horror.

En cuanto a radicalismo, la sociedad chilena está igualada en porcentajes mínimos. Del 47.3 por ciento de los votos emitidos es esa primera ronda, sólo uno de cada cuatro los vota. Juntos hacen apenas la mitad de la mitad, o sea un 12.5 por ciento para cada uno, en números gruesos. ¿Dónde está el resto de los votantes, la parte que obviamente está a favor de políticas tendientes al centro? En tercer lugar quedaron Francisco Parisi y Sebastian Sichel, con alrededor del 13 por ciento cado uno, apenas abajo Yasna Provoste con el 11.6 y poco rezagado Marco Enríquez con el 7,6. Entre los cuatro hacen casi la otra mitad de los votantes.

Para la segunda vuelta los candidatos finalistas moderaron su narrativo, intentando acercarse al centro. Kast consiguió la adhesión pública de Parisi ilusionando a los derechistas, pero Boric sumó a los expresidentes de la transición, Michelle Bachellet y Ricardo Lagos. También la sociedad se prendió más, pues la segunda vuelta concluyó con un 55.5 por ciento de los votos, más de ocho puntos sobre la primera.

El resultado definitivo: una “gran” victoria para la izquierda: Gabriel Boric 55.9 por ciento; José Antonio Kast 44.1. Más de diez puntos de diferencia siendo que al salir de la primera vuelta, Boric partió con desventaja. Si tomamos con sentido didáctico los resultados de Chile, necesariamente encontraremos en ellos varias lecciones de aplicación general en la región.

Primera y más importante lección: Las sociedades de nuestro tiempo están hartas de extremismos ideológicos, desconfían de ambos por igual. Son unos cuantos los interesados en izquierdas o derechas.

Segunda lección: Unida, la oposición centrista tiene todas las posibilidades de ganar, dividida facilita el triunfo de cualquier extremismos, usualmente de la izquierda. Tienen mayor capacidad de movilización social.

Tercera lección: La aritmética política es una ilusión, un espejismo propio de campañas. los votos de Parisi se fueron a Boric; los liderazgos informales pesan, como al final se vio con Lagos y Bachellet.

Cuarta lección: la sociedad está más informada de lo que suponen los estrategas electorales. No son fácilmente manipulable, como suelen pensar.

Quinta lección: en la narrativa electoral puede más el peso ideológico que la necesidad social. Les importa más cuidar el clientelismo que postular ofertas incluyentes de beneficio comunitario. Ambos candidatos suavizaron sus posturas al final ¿Porqué no hacerlo desde la primer campaña?.

Queda el apunte, por si alguna duda tenían los markos, alitos, rubenes, chuchos, dantes, marcelos, monreales, anayas, alfaros, colosios y demás que, sin mostrar convicción, juegan a la democracia aliancista. Nunca la elección de un país hermano nos había llegado tan oportuna y aleccionadora. Ahora es cuando, para que no vayan después a llorar, como Magdalenas, por las migajas del poder. Se instaura el régimen represor y hasta las pluris que les tocarían desaparece.