*Decidió asociar su nombre a los tiranos

*Afuera un demócrata; adentro dictador

*El presidente expone su doble cara

*Mario Vázquez cabildea la Reforma

*Diputados de Morena en plan chantaje

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El desplante de López Obrador frente al Imperio, condicionando su asistencia a la Cumbre de las Américas que tendrá lugar en Los Ángeles, California, me hizo recordar las durísimas palabras del expresidente boliviano, Jorge Quiroga, cuando México asiló a Evo Morales. “Usted es un cobarde matoncito, por que lo hemos visto pasar vergüenza, arrodillado ante Trump, que le está metiendo inspectores laborales hasta en el baño de su departamento”, dijo Quiroga rematando con “es usted el padre de los tiranos latinoamericanos”.

En diciembre del 2019 aquellas palabras de “tuto” Quiroga hicieron tendencia, ninguna figura internacional se había dirigido en esos términos a un presidente mexicano. Tres años y cinco meses después, me puede ver confirmadas las amonestaciones del boliviano, por la conducta del propio López Obrador asociando su nombre al de los peores tiranos de la región; Canet-Castro, Ortega y Maduro; si ellos no van, yo tampoco.

¿Qué lo mueve a presentar una defensa pública de dictadores genocidas, sabiendo que se indispone con el mayor socio comercial del país? ¿Motivos ideológicos? ¿Apetitos de trascendencia internacional? ¿Deseos de, como dice Quiroga, ser el padre de los dictadores latinoamericanos? Quien puede saberlo, sólo él. Pero distanciarse de los Estados Unidos tendrá consecuencias negativas para el país, las visitas sin anunciarse del embajador Salazar, no son de vecinos amistosos.

Aparte de tentar la ira del Imperio, López Obrador se descubre como un farsante doble cara. En su narrativa dirigida al interior del país mantiene una feroz campaña de polarización, dividiendo a la sociedad entre liberales y conservadores, patriotas y traidores, honestos y ladrones; hablando hacia afuera es la de un convencido demócrata que pide diálogo e inclusión para resolver las diferencias.

Ahí están sus declaraciones exigiendo que Venezuela, Cuba y Nicaragua sean invitados: “no estamos para confrontarnos, estamos para hermanarnos, para unirnos y aunque tengamos diferencias las podemos resolver cuando menos escuchándonos”. Es la negación absoluta al sentido de congruencia, a los mexicanos nos niega el derecho a disentir, discutir, dialogar, proponer. ¿Qué credibilidad puede tener con ese doble discurso?.

Supongo que no se percata de la ostentosa contradicción en que cae, al responder a Jorge Ramos, sumado al festín mediático por el alarde de López Obrador contra el gobierno de Biden, respondió con una pregunta que también lo traiciona: ¿Quiénes somos nosotros para llamar matones, torturadores, censores, represores a unos y no a otros?. En la misma línea discursiva pregunto ¿Quién es él para decidir quién tiene razón o no, quienes es ratero o decente, quien es demócrata o despótico?. Por que acá juzga, sentencia y condena, allá pide dialogo e inclusión.

Es triste ver al presidente identificado con sujetos que pasarán a la historia como dictadores asesinos de sus pueblos. ¿Hacia allá quiere llevar al país?.

Rompeolas

Muy atareado está Mario Vázquez con el paquetón de la reforma integral a la Constitución, cabildeándola intensamente con el Ejecutivo y el Judicial, quiere sacarla sin arrugas y en un tiempo record. Se ha reunido con la presidenta del Tribunal, Myriam Hernández, en varias ocasiones y ayer comió con César Jáuregui, secretario general de gobierno. Extraño encuentro público entre dos personajes de alto perfil en el gobierno de Maru Campos, como diciendo estamos a partir de un piñón. Hace bien el diputado panista y coordinador de la bancada en planchar la reforma con tiempo, será el éxito o fracaso de la Legislatura a cuya mayoría coordina y en consecuencia de él mismo.

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Morena soltó su gato a retozar con el tema de la reforma Constitucional, evidenciando un interés chantajista. Trascendió que pretende llevar parte en la repartición de magistrados, quiere por lo menos tres, y pensando en que puede prosperar su propuesta de recortar el tiempo a tres años para ser presidente del Tribunal. Pierden su tiempo los diputados guindas, la mayoría panista está en condiciones inmejorables para prescindir de sus votos y sacar la Reforma a su modo. Pero ellos hacen lucha, necesitan justificar su existencia legislativa.