*Beisbol, sicarios, jesuitas y lavado de manos

*Viene ofensiva contra Chihuahua; abusados

*Corral víctima de su mentecata estridencia

*Protagonismo del «pato» incomoda a jesuitas

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Desesperado por que pierde la batalla en medios, el presidente López Obrador dejó la responsabilidad del asesinato de los jesuitas en el gobierno local: “Se me hace muy ruin que se de un hecho como éste, lamentable, que sí duele no solo por los sacerdotes que están trabajando por los pobres y es una iglesia progresista, nos duele cualquier asesinato. Pero éstos hipócritas lo primero que hacen es voltear a ver hacia nosotros, hacia a mí y si actuamos en estricto apego a la ley, de acuerdo con nuestra responsabilidad como autoridad. ¿Que no es esto un asunto del fuero común? ¿Qué no tiene que ver con una responsabilidad del gobierno local? Y no mencionan eso”.

¿Hacía donde quiere que volteen el presidente, si es él quien decide la estrategia de seguridad, preside el Consejo, manda sobre Ejército, Marina, Guardia Nacional?. Es quien impone sobre todo el territorio nacional la política de abrazos y no balazos,  ordenando a las Fuerzas Armadas que bajen las armas frente al crimen. Imposible voltear hacia otro lado; suya es la narrativa en favor del crimen, suya la estrategia, suyo el mando de las fuerzas armadas, suya la responsabilidad.

El cinismo está en ejercer el poder absoluto pero dejar las culpas en otros. Cuando se trata de asumir los costos de la estrategia de seguridad pretende sustraerse de la responsabilidad, dejándola en los gobiernos locales. Son ellos, los gobernadores por que el homicidio es del fuero común, resuelve en tono de indignado sabiendo que también los tiene atados de manos. Que cada quien cargue con sus culpas y, en este caso, es obvio que la mayor es de su gobierno.

Aparte de irresponsabilidad y cobardía, la suya es una actitud cínica. Sostiene reiteradamente que su estrategia es la mejor, contrastándola con un presidente que hace diez años concluyó su mandato y se resiste a dar la cara en situaciones de crisis, de exigencia social. En todo quiere ser el primero, pero a la hora de la responsabilidad se quita. ¿Qué tipo de líder es un presidente así?.

Desde luego que los homicidios son responsabilidad del fuero común, eso lo sabe cualquier estudiante del primer semestre en Derecho, pero no estamos hablando de homicidios ordinarios, se trata de asesinatos cometidos por sicarios del crimen organizado que actúan en la más absoluta impunidad, aterrorizando regiones enteras, empoderados por una política demencial en la que, por ordenes presidenciales, las fuerzas del Estado están rendidas ante ellos. Voces autorizadas han dicho que vivimos en un narco-estado y el presidente se extraña de que los sicarios cometan esos asesinatos de terror.

En el caso específico de Cerocahui hay más. Allá todos los pobladores saben que hará cosa de tres meses la Marina ubicó y pudo detener o asesinar al hoy famoso internacionalmente “chueco”, presunto asesino de los jesuitas, pero extrañamente de último momento recibieron la orden de retirarse, dejándolo en libertad y vivo para seguir cometiendo nuevos asesinatos. Si realmente hubiese voluntad de limpiar esas bandillas de matones, ahora mismo los militares estaban tras ellos, pero en las comunidades de todo el país saben que se mueven en “sus” territorios en total libertad, frente a fuerzas federales, estatales y municipales.

No señor presidente, usted tiene el monopolio de aplicar la fuerza y decide, faltando a sus deberes con los mexicanos, renunciar a él. Tenga por lo menos la congruencia de asumir la responsabilidad. Sin embargo no me extraño, tenemos un presidente que jamás acepta un error, una equivocación ni muestra empatía con el dolor humano. Mientras conserve altos niveles de aceptación popular, el país puede derrumbarse entre las manos y el seguirá feliz, convencido de que ganará la próxima elección, lo único que realmente le importa.

Hoy mismo nos mostró el peor rostro del desdén y la indiferencia. Por la mañana se indignaba de que la opinión pública voltease a verlo por los asesinatos de los jesuitas y tres horas más tarde presumía, feliz, feliz, feliz, que había ganado un partido de beisbol contra Vinicio Castillo y Chito Ríos. Es su forma de mostrar solidaridad con la Compañía de Jesús y condolerse de la muerte. No ha dimensionado la indignación de muchos mexicanos; mientras el pueblo llora a sus mártires, él jugando beisbol. Si el partido fue antes, es una imprudencia mostrar las imágenes en estos momentos de duelo.

Si la respuesta de López Obrador es, como vemos, responsabilizar a los gobierno locales de la fallida estrategia de seguridad que, contra todo sentido común, presume como uno de sus mejores logros, entonces los chihuahuenses no pueden esperar sino golpes de la Federación. Se limpiará con los estados de oposición, quiere reducirlos antes de 2024 y en el caso de Chihuahua su propósito es destruir al “conservadurismo terrasista”. El golpeteo acaba de empezar.

Rompeolas

Los archivos digitales de su negligente administración alcanzaron a Javier Corral. Ciro Gómez Leyva recordó que en Noviembre del 2019, el entonces gobernador de Chihuahua se comprometió públicamente, en estridente mensaje, a detener al “chueco”, acusado de asesinar a un estadounidense. Nada, el sicario siguió tan campante con su campaña de terror hasta que tocó turno a los dos jesuitas y al guía de turistas. Así resolvía Corral los problemas, de saliva e impostando la voz. 

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Ha trascendido que los jesuitas están molestos sobre manera por el profuso activismo mediático del “pato” Ávila. Sin que nadie lo haya nombrado se erigió en vocero de la Compañía con el tema de los hermanos asesinados, yendo de medio en medio y con todo el que quieran escucharlo con versiones sobre los homicidios cuyas versiones le llegaron de oídas. Es Javier actuando de “pato”, lo vuelven loco los reflectores, está en su momento de fama. Y cuando Corral gobernaba ¿En qué momento levantó la voz contra asesinatos, abusos, secuestros y las conocidas atrocidades de la sierra?. Congruencia y humildad le vendrían bien.