*Quedó desacomodado

*Sheinbaum está reducida

*Cobardía del gran capital

*Sospechosa muerte de Urzúa

*Cinismo de Néstor Armendáriz

*Abrazo a Garfio y a su familia

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Febrero ha sido un mes malo para las aspiraciones autoritarias de López Obrador, no consigue salir de una cuando ya entró en otra. La seguidilla empezó con la revelación de que su hijo Gonzalo López Beltrán, al que llaman Boby, construyó una red de corrupción en torno al Tren Maya y otras obras de la administración, siguió con la publicación de otro trabajo periodístico, ahora sobre acusaciones de recibir dinero del narco en la campaña del 2006. Luego vino la espantosa revelación de los obispos de Guerrero suplicando a los carteles de la región entrar en una tregua, con declaraciones del Episcopado Mexicano sobre ausencia de poder y ayer la megamarcha ciudadana que colmó el Zócalo y al menos cien plazas en otras ciudades de país, exigiendo libertad y respeto a la democracia.

En sus planes estaba iniciar la campaña con García Luna como instrumento contra Calderón, dejando la narrativa en el fraude electoral, los responsables de la criminalidad y el bla, bla, bla, conocido. El joven Colosio lo desarmó pidiéndole dejar el tema en paz para que “mi familia y el país puedan sanar”. Respondió que no podía ignorar las nuevas pruebas por ser un tema de estado, pero guardó silencio ante la respuesta del hijo dolido: “si fuese un asunto meramente ministerial y no fuese politiquería, no lo estaría mencionado en las mañaneras”. Inusual en él, guardó la manipulación para mejor momento.

Es un presidente desacomodado que ha perdido control de la discusión pública, al menos en las últimas semanas. En su caso una tragedia si aceptamos que gobierna monopolizando la narrativa, como cualquier autoritario de perfil populista. Hoy está entre molesto y nervioso, lo aterra que la Opinión Pública ya no se maneja desde el púlpito matutino instalado en Palacio Nacional y que la agenda mediática sea impuesta contra su voluntad por actores adversos que han ido tomando relevancia en el juego sucesorio. Entre ellos enliste al poderoso Imperio a través de la DEA, la Iglesia harta de tanta muerte a su alrededor, medios líderes exhibiendo la corrupción de sus hijos y el domingo entró de manera arrolladora la sociedad libre.

Usó tanto los distractores habituales, que dejaron de responder cuando más los necesita. El “son los conservadores, corruptos, oligarcas que quieren volver” perdió efecto social, lo mismo el estribillo del “no somos iguales” que pronuncia con disciplina de monje tibetano sus mantras. Trágame tierra, se ha quedado sin recursos narrativos que nutran la polarización social, donde tiene puestas sus esperanzas de triunfo. Pero es no es lo peor para él, lo peor es que ató el destino de Claudia Sheinbaum al suyo, reduciéndola a ordinaria actriz secundaria en el teatro donde él y nadie más que él lleva el papel protagónico. Sheinbaum está colgada de la frenética e ilegal campaña que abrió el presidente pensando en garantizar su triunfo.

Todo lo contario, mientras las fuerzas adversas al régimen avanzan, él asume mayor protagonismo sin importarle que su frenesí electorero anule a la Juanita, hasta casi desaparecerla ¿Que efecto político o mediático tuvo su registro ante el INE?. Ninguno, la marcha se lo comió. En el centro de la discusión electoral están él y su gobierno fracasado contra la disruptiva candidata de la oposición. En esos términos lo puso el cinco de febrero, cuando presentó las reformas; o avanzamos en la consolidación de la transformación o dejamos que vuelvan los corruptos. Así lo interpreta él, pero la disyuntiva es otra para millones y millones de mexicanos; o seguimos en la ruta de autoritarismo populista que nos lleva a un régimen de libertades acotadas y subsistencia, o damos pasos hacia la consolidación de la democracia y libertades plenas. Ahí está el punto de la elección.

En esta ecuación hay dos variables que sigue teniendo a su favor: la complicidad del crimen con poder de reventar casillas en varias regiones y, sí señores empresarios, la complicidad timorata de los dueños del dinero, replegados por temor a que el SAT hurgue entre sus cuentas y les levante las enaguas. De la complicidad con el crimen he escrito anteriormente, de la complicidad con la IP escribiré en próximas entregas.

Rompeolas

Muy lamentable la muerte de Carlos Urzúa, secretario de Hacienda de López Obrador hasta que renunció por el manejo político de las finanzas y se convirtió en uno de sus críticos más estructurados. La democracia pierde un activo importante, pero esa muerte debe ser aclarada, es muy sospechosa, cómo que así nomás se cayo y de un golpe en la cabeza murió. No, que hagan una investigación independiente y profesional, Urzúa la merece y el país la necesita.

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Cínico Néstor Armendáriz al declarar que no pretende reelegirse como presidente de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos. No es que no quiera, le urge como luego dicen, es que simplemente no puede. Cómo podría si cuando Javier Corral emprendió una demencial persecución política contra la hoy gobernadora Campos, él y la Comisión que todavía preside guardaron cómplice silencio. Con que haya terminado le fue bien, su presidencia se destacó por anodina y autista.

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Un saludo afectuoso para Javier Garfio y a toda su familia, por la muerte de su señora madre, Doña Genoveva Pacheco Jurado. Que Dios la tenga en su santo Reino y a ellos los llene de consuelo. Abrazo sincero.