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Cuando usted lea esta columna muy probablemente Cristina Jiménez ya consiguió pasar el último filtro hacia el registro por la dirigencia local del PAN… o quizás no. Lo digo por que, según trascendidos, algunos de sus apoyadores pedían con sentido de urgencia que les diesen “chanza” de competir. ¿Porqué las súplicas, siendo que durante el registro presentaron el número de firmas requeridas?. Ellos mismos saben que muchas firmas pueden quedar anuladas al momento de la verificación y como apenas las completaron, hasta una merma mínima deja inhabilitada a su candidata.

Es difícil entender como Jiménez y el grupo variopinto que decidió acompañarla en su proyecto, prometen dignificar al PAN pidiendo a las autoridades de la comisión electiva que pasen sobre los estatutos. ¿Es en serio?, ¿Así es como quieren empezar el camino de regreso hacia los ideales del verdadero PAN?. Si cumple con los requisitos que compita en igualdad de circunstancias; si los incumple que tenga la decencia de aceptar el fracaso y levantarse de la mesa con dignidad.

Políticamente su proyecto es un despropósito. A diferencia del CEN, en Chihuahua hay una jefa política, pensar que dejará en manos ajenas la dirigencia estatal es ingenuidad; suponer que pueden arrebatársela un grado patológico de optimismo infundado. Ningún gobernante deja la disputa en manos de la democracia interna, hacerlo sería negación del poder, iría contra todo sentido de autoridad. Pueden criticarlo y tendrán derecho, pero ningún gobernador soltaría el Partido, no lo hizo antes Barrio ni el impresentable de Corral.

Ahora, si de verdad se asumen rabiosamente democráticos, entonces lo prudente sería tomar el monte y cartucheras al cañón, atenerse a las consecuencias y darle hasta donde tope, pues también se comenta que levantan la mano con propósitos de negociar posiciones menores. Buscar migajas de poder partidista postulando a una candidata sin destino cierto, los convierte en lo mismo que han criticado reiteradamente. Y saben, queridos amigos, que se han acercado con ese propósito tanto a gente de palacio como a gente del partido.

El camino de estos panistas desorientados no está en disputar espacios internos con tal de alcanzar posiciones menores, el vulgar medro esperando que mañana el santo amanezca vertical. Su camino, si realmente quieren hacer algo por el país, es trabajar con la sociedad civil, organizarla en agrupaciones cuyo fin sea formar una oposición ciudadana firme e informada que catalice la voluntad atenuada de los mexicanos libres, desconcertados por el brutal golpe populista. Ahí el campo es virgen y fértil.

Rompeolas

Muy enérgico se puso el edil Bonilla con los dueños de bares y cantinas que incumplen con el reglamento. Prometió interceder ante gobernación estatal a fin de que les sea cancelado su permiso, a quienes reinciden en faltas graves. Hace bien el edil chihuahuita, en la permisividad prospera la violencia y estando en precampaña por la gubernatura lo menos que desea es un escándalo que “le caliente la plaza”. El mensaje del edil fue poderoso, ahora que los inspectores municipales hagan su trabajo y eviten caer en la tentación de la mordida, luego por andar pidiendo moches echan a perder las mejores intenciones.

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Quien hace sólo tres años era priista de hueso colorado y hoy formal delegada política de régimen populista en Chihuahua, Mayra Chávez, tendió su mano comedida a las autoridades locales, ofreciendo coordinación con estado y municipios. En otros momentos su declaración hubiese sido tomada por redundante, es obligación coordinarse entre niveles de gobierno; ahora podemos calificarla de alentadora, el grado de polarización social y confrontación entre gobernantes de diferente filiación es enorme. La gobernadora Campos también ha tendido su mano amiga a la presidenta Sheinbaum y por momentos la misma presidenta parece tender hacia la conciliación. Ojalá, en los últimos tres años Chihuahua sufrió mucho por los desprecios del que habita en la Chingada.

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Créalo y tome nota; a unos días de protestar el cargo, el presidente municipal de Chilpanchingo, Alejandro Arcos, perdió la cabeza. Y no digo que la perdió por haberse vuelto loco, literalmente perdió la cabeza por que sicarios del mal se la desprendieron del cuello, segueta en mano, o sea lo decapitaron y arrojaron sus restos mortales en cualquier lugar, como vulgar despojo. ¡El edil de una capital estatal decapitado!. Y dos días antes asesinaron al secretario del Ayuntamiento. ¿Quién en esas condiciones querrá hacerse cargo de la presidencia municipal?. Sinceramente nadie con sentido de respeto por su vida, pero si cómplices del crimen. El espantoso caso Guerrero bien podría definirse como narco terrorismo.

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Que vas a donde, mija. Ya le dije, voy a Culiacán, soy Estrella Palacio, presidenta municipal de Mazatlán. ¿Presidenta municipal de dónde?, ¿Y eso qué, dónde queda?. Nada, señor, sólo quiero llegar a Culiacán, vamos de trabajo. Pues serás presidenta y todo lo que digas, irás a trabajar o de paseo, pero bájate de la camioneta y hazle como puedas. A niveles de terror la delincuencia en el país, pues al poco tiempo reportaron que a otro alcalde, Octavio Bastidas de San Ignacio, Sinaloa, también lo bajaron su vehículo con una patada en el trasero y un no mires que te tableamos. Cambió de presidente a presidenta pero la violencia sigue creciendo. Menuda herencia en seguridad recibió CSP. No pasa nada, la clave está en combatir las causas y abrazar a los criminales, son las enseñanzas del innombrable.

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Tengo una sensación de contrariedad con la muerte de Ifigenia Martínez, ícono de la izquierda mexicana y promotora incansable de los derechos humanos. Celebro que le hayan hecho el homenaje de nombrarla presidenta de los diputados, para que fuese ella la encargada de entregar la banda a la primer mujer presidenta del país. Pero sacarla del hospital donde estaba muriendo. ¿Se vale?, No se, más bien me parece un acto inhumano de protagonismo excesivo. Lo único que lamento es que no pudiese pronunciar el discurso, por lo que se supo después una pieza de altura donde pedía a CSP que promoviera el diálogo entre las fuerzas políticas.  Esos no lo verán sus ojos, como tampoco los de Porfirio Muñóz Ledo, otro gran demócrata de verdadera izquierda.