En un memorable discurso por sus 40 años de reinados, Isabel de Inglaterra declaró 1992 como su “annus horribilis”. Ese desdichado año para la realiza inglesa estuvo marcado por divorcios reales, la escandalosa publicación de una biografía no autorizada de la princesa Diana, los peores niveles de popularidad y el incendio de la residencia más querida de la reina, el castillo de Windsor. El discurso quedó para la historia, hoy es celebrado por los ingleses como la entereza de una mujer que supo mantener la dignidad y conservar la unidad familiar, en los peores momentos de su vida.
¿Quién y cuándo pronunciará el discurso del horrible 2024 que sufrió nuestro país y cuyas consecuencias serán traumáticas para generaciones de mexicanos, por la muerte de la República y el establecimiento de un régimen intolerante que se dice democrático, pero cooptó los órganos que dan garantía democrática; se dice respetuoso de la ley, pero subordinó la Justicia a su poder espurio; se dice honesto, pero actúa en absoluta impunidad cancelando el órgano de transparencia; se dice humanista, pero reduce recursos a salud y educación; se dice ciudadano (pueblo), pero militariza al país?.
En algún momento alguien escribirá y dirá ese discurso esperado, recordando el 2024 como uno de los peores años de la patria. Hará reseña de la barbarie social que pasa frente a nuestros ojos, en complicidad y complacencia de millones atolondrados por la novedad y la dádiva. Negar la tragedia nacional sería como ser parte de una alucinación colectiva viendo pasar el desfile con todos los contingentes vestidos de negro, hasta que del graderío un iluminado con aptitudes de embaucador grita que todos van de blanco y muchos sucumben a la contumaz labia del farsante, aceptando que lo negro es blanco e intentando, ferozmente, convencer al resto de la desfachatada insensatez.
Eso es lo que sucedió con nuestro país desde el 2018 hacia acá, cerrando la consolidación legal en la desventurada ventana de septiembre, en este triste 2024 que agoniza. Después, con el vuelo que llevaban y la embriaguez del poder que trastorna sus mentes, arrasaron con los órganos autónomos y en el último suspiro legislativo dejaron encaminado el atraco al fondo de los trabajadores, más de dos mil billones de pesos que pusieron a su disposición en un mayoriteo repentino. Sólo el Banco de México quedó intocado, para qué lo necesitan si tienen al país en un puño.
En este año terminó toda esperanza de mantener de pie a la debilitada república, asaltado el país por un atado de radicales rencorosos tan devotos al tlatoani como valentones y cínicos con los mexicanos libres y la obediencia de una mujer que se proclama liberal pero no se decide a gobernar por cuenta propia. Ella es responsable por acto y omisión, voluntariamente hizo suya la agenda destructora que recibió en herencia. Dice que llegaron todas, pero no llegó ni ella, al menos no en sus primeros meses. Ojalá después, los maximatos nunca han prosperado.
Será el año donde la mentira triunfó sobre la verdad; el autoritarismo sobre las instituciones; el cinismo sobre la verguenza; la opacidad sobre la transparencia; la violencia sobre la paz. Lo recordaremos por siempre como el año donde el odio y el rencor prevalecieron contra millones de mexicanos que sólo cometieron un pecado; el de aspirar a vivir en libertad. Así será recordado este 2024, cuando los mexicanos alienados recobren la cordura y la historia ponga a los destructores de la patria en su lugar.
Y créanlo, el juicio de la historia llegará más pronto de lo que imaginan quienes hoy se asumen intocables. Vivimos épocas de cínicos, autoritarios y populistas, no de mayorías estables. Hoy la gente se cansa de gobernantes corruptos y mentecatos más pronto que antes. Es más, la confusión general es tal que se cansa hasta de los buenos gobiernos, lo hemos visto en otros países.
La de hoy es una sociedad más dinámica y presurosa que la del siglo pasado. Pronto los desechará, el boom populista que recorre el mundo, al que México llegó con un tufo inspirado en ideologías genocidas del antepasado, sucumbirá implosionándo abruptamente. Cuando esto suceda, ahí estará un mexicano que supo conservar su espíritu de libertad, hombre o mujer, para decir el discurso del annus horribilis mexicano. Entonces este año será reseñado como lo que fue; un atentado contra la democracia, la ley y las libertades. Lo espero paciente, llegará y seré testigo.
Con esta columna desoladora, cierra la Web@ el 2024. Pero lo cierro alegre, de buen ánimo, confiado en que Dios Nuestro señor y la Santísima Virgen nos den paz interior y armonía familiar. No permitamos que decaiga el ánimo, siempre hay motivos para decir salud.