Quedamos ayer en que 1992 del siglo pasado fue el annus horribilis de la reina Isabel y el 2024 el de los mexicanos libres. Vivimos doce meses infaustos coronados en la ventana de septiembre con la devastación de las instituciones, especialmente del Poder Judicial. Al inicio de éste 2025 intento ser optimista, ver el futuro esperanzador como el 36 por ciento de los mexicanos que, según estudio de Latinobarómetro, ven un país más prospero en los próximos años. ¿Qué verán ellos?.
Sin embargo soy renuente a pensar en positivo porque a los factores internos de un gobierno que regresó las leyes del país al pasado corrupto y autócrata del que tantos años y sangre nos costó salir, hoy debemos agregar amenazas externas como nunca desde que el perverso embajador Wilson conspiró contra el país, alentando la traición del siniestro Huerta. Ocho años de muerte, decenas de atraso económico y la consolidación de una dictadura suave nos costó la infame intervención de los Estados Unidos, por conducto de su embajador.
El 20 de enero asume Donald Trump, este populista radical que demonizó la migración como tema de campaña electoral desde el momento en que irrumpió en la vida pública y usó la creciente violencia en el país por el narcotráfico para sembrar el odio entre las dos naciones, haciendo únicos responsables a los carteles mexicanos de los adictos estadounidenses, como si la droga fluyese directamente desde los laboratorios clandestinos en Sinaloa hasta los consumidores, siendo que al interior de su propio país existen corruptas y extendida redes de distribución que deciden ignorar. Aman el dinero de la droga y quieren limpiarse con México las consecuencias de los drogadictos.
Colgado de las dos amenazas, en las que nuestro país, ciertamente, ha sido negligente o cómplice, sobre todo con la criminal política de abrazos y el uso de los migrantes como presión política hacia el poderoso vecino, quedamos en medio de la guerra comercial entre las dos superpotencias; China pretendiendo desbancar a los Estados Unidos como la primera economía del mundo y los Estados Unidos queriendo ser la única fuerza militar y mayor influencia económica, como en algún momento tras la caída del Muro de Berlín. Los halcones en torno al futuro presidente sueñan con esos años de supremacismo que los hace sentirse moralmente superiores, fanfarroneando como si lo fuesen.
La pregunta con Trump no es si cumplirá sus amenazas o no, pues también es conocido por ser un bocón que usa la retórica como estrategia para negociar desde una posición de poder. No obstante hay certeza de que actuará, por eso la pregunta hoy es hasta dónde llevará sus amenazas. Habla de la mayor deportación de ilegales en la historia de los Estados Unidos, burlándose con que no desea separar familias, por eso las deportará completas (que vileza), exploran alternativas para una “invasión suave” al país e insinúa que podría enviar fuerzas armadas a territorio nacional. Presiona con aranceles comerciales desfachatados queriendo aislarnos del mundo.
Es un manojo enmarañado de amenazas permanentes que, definitivamente, en algún grado cumplirá una vez instalado en la presidencia del Imperio. México enfrentará la ofensiva con una presidenta que no acaba por tomar las riendas del país y un expresidente fantasma que sigue conservando los resortes del poder; Cámaras del Congreso, partidos políticos, órgano electoral, cargos claves del gabinete, mayoría de gobernadores. Frente a su obvia debilidad política y la cultura de odio que confronta a los mexicanos, alimentada por el mismo régimen ¿Cómo podrá Claudia Sheinbaum liderar con éxito la defensa del país, frente al torbellino cavernario de Trump?.
Es un escenario patético que al otro lado de la frontera los hace oler sangre, cada vez están más convencidos de que el debilitamiento mexicano es la mayor amenaza para su seguridad nacional. Y ahí estamos nosotros, los chihuahuenses, en la primer línea de ofensiva. Así quedamos, para bien y para mal, por nuestra condición fronteriza que nos hizo una sociedad de antigua vocación exportadora, en eso reside la mayor parte de nuestra economía, y en nuestro territorio, por la misma situación geográfica, operan algunos de los carteles más fuertes del país. Sin habernos puesto nadie, quedamos en el centro de la crisis que viene: migración, carteles y guerra contra China.
Y ya no quise hablar de la sequía pronosticada y las consecuencias funestas en el futuro inmediato por el cambio climático, donde también estamos mal acomodados geograficamente. Observadas las amenazas inminentes pretendo, sin embargo, empezar optimista el 2025. Recordemos el dicho “tiempos duros crean hombres fuertes; tiempos buenos crean hombres débiles”. Nuestra historia es una larga jornada de lucha en la que hemos enfrentado cualquier cantidad de retos desafiantes desde que nuestros antepasados decidieron instalarse en estas tierras áridas; primero y siempre contra el clima exigente y riguroso, luego combatiendo a los aguerridos apaches, en Chihuahua hicimos y padecimos la Revolución como nadie, forjamos una ética de trabajo esforzado, en los ochentas contribuimos decididamente a la democratización del país, soportamos la guerra del crimen que lanzó Calderón, hemos superado el desdén de varios presidentes.
Estamos formados en las adversidades y ahora, otra vez, nos esperan tiempos duros. Seguro estoy que les daremos la cara y saldremos adelante, como lo hicieron tantas veces nuestros padres, abuelos, bisabuelos y como lo harán mañana nuestros hijos. Ánimo, un largo y emocionante 2025 tenemos por delante, recuerden que la esperanza nunca traiciona ni defrauda y la desesperanza se da por vencida antes de iniciar la menor crisis.
¿Y de la grilla local?, este año empezaremos a darle más con ese tema, pronto la política doméstica dará de qué hablar.