El domingo pasado nos quedamos en la soberbia de Morena pregonando como merolicos en feria del hueso que la elección del 2027 es mero trámite y la desleal confrontación interna entre los aspirantes oficialistas. Tengo malas noticias para los señores(as) del régimen; objetivamente hay más condiciones locales para un triunfo de la oposición que para el populismo despótico representados principalmente, en las precampañas locales, por la estridente senadora y el impaciente presidente municipal juarito.
Las circunstancias político electorales de Chihuahua las analizaré en otro momento, hoy sólo anticipo que donde los votos se cuentan la democracia suele abrirse paso y en los gobiernos estatales de oposición los órganos electorales están preservados, al menos por ahora, del furor autoritario que secuestra al país. En esta entrega hablaré del mayor prospecto que ofrece la oposición, Marco Bonilla. Desde luego que hay otros bien calificados, sin ser limitativo menciono, por ejemplo, a Valenciano, Santiago de la Peña, Tony Meléndez y Manque Granados. Ellos tendrán su turno, pues ahora mismo Bonilla es el aspirante a vencer dentro y fuera de su partido.
Sus aplaudidores lo presentan como rockstar, tratándolo de vender como un torbellino de poderoso impacto electoral. Están en lo suyo, así lo ven o así quieren que lo vea la gente. Marco ha tenido la gran virtud de honrar la tradición de buenos presidentes municipales, desde que Patricio Martínez hizo escuela en la alcaldía chihuahuita, imponiendo en su administración un antes y un después. También debemos agradecer su mesura en cuanto a los conocidos apetitos monetarios de quienes ocupan altos cargos administrativos, su presidencia ha trascendido sin escándalos de corrupción. Pongamos que ha sido esencialmente honesta, hablando en términos políticos, y comparado con su colega de Juárez ni se diga, es una administración franciscana.
No obstante serenos, es obligación de sus estrategas y de él mismo percatarse que todavía está lejos de alcanzar la dimensión social y política que tuvieron Patricio, Reyes y Maru, siendo alcaldes. Sólo por referirme a la hoy gobernadora, quien lo antecedió e hizo alcalde, recordemos que supo brillar sobre la estridencia narcisista de Corral, ganándose el respeto del primer círculo y logrando un amplísimo reconocimiento social entre los chihuahuenses, hasta el punto de arrebatar la gubernatura contra todo pronóstico.
Bonilla no ha llegado a los niveles de reconocimiento social y político que alcanzó Maru tras ganar por segunda vez la presidencia. “Le falta”, siguen diciendo de él poderosos empresarios y encumbrados políticos. En la opinión de observadores objetivos, esa percepción tiene que ver con su juventud, el hecho de no haber ocupado cargos relevantes antes de la presidencia municipal, la idea de que se la regalaron y hasta informalidades como la de llegar siempre tarde a sus compromisos, costumbre que nutre grillas insanas.
Puede, pero ser joven y carecer de un amplio expediente político sería hasta positivo. Bien manejada, la frescura en estos tiempos de vileza y cinismo podría ser gratificante. Lo que yo más bien creo es que la percepción del “le falta” está sustentada en que muchos no lo ven decidido a jugársela a todo o nada, como se la jugó a Maru Campos contra la feroz persecución que sufrió de Corral. Obviamente las circunstancias de Maru no son las que hoy tiene Bonilla; Maru se la jugó contra la demencial obsesión de Corral intentando bloquearla, Bonilla tiene el apoyo decidido de Maru. ¿Y eso es bueno o es malo?, nada, simplemente es una condición diferente, de Bonilla depende sacarle provecho o tropezar con ella.
Lo que sí necesita saber el edil chihuahuita, es que las gubernaturas no se regalan, se arrebatan. Baeza se la arrebató a Barrio, Barrio se vengó ganando a Chuy Macías, Galindo le arrancó de las manos la candidatura a Romero, Patricio desplazó a Artemio y se impuso sobre Galindo y Barrio, Reyes desbordó a Patricio y Duarte engañó a Reyes vendiendo su alma a Gamboa y a Beatriz. A Corral le llegó de rebote porque Anaya lo envió a perder, pero Maru hizo la mayor apuesta de todos: cárcel o gobierno.
¿En qué posición está Bonilla y cómo puede sacar ventaja de ella?. Esa es la pregunta que deben responderse sus estrategas y analistas. En la medida que la respondan correctamente y actúen en consecuencia, darán mayor impulso a su proyecto y producirán un efecto de cargada. Pueden empezar por conjurar la percepción de inmadurez e inseguridad, en el sentido de que voy o no voy, efectos perniciosos que está permeando en la clase política. Los espectaculares son buenos, las redes también, asistimos a nuevos tiempos de la política; antes el que se movía no salía en la foto, hoy el que se queda callado se queda plantado.
Pero abusados, siempre será más importante, cuando se hace campaña desde una posición de poder gubernamental, mostrar cualidades ejecutivas. En los dos años que Bonilla tiene por delante antes de que las candidaturas sean definidas, su mejor campaña es la presidencia municipal; obras, servicios, seguridad. Se muestra como eficiente ejecutivo en la alcaldía y lo demás le vendrá por añadidura.