JUSTICIABLES, FALTA EL «AS DE OROS»

*¿Es o no Andrés Boy proveedor?

*Justicia en bueyes del compadre

*Frustran godoynazo chihuahuita

*PRI en defensa de la corrupción

0
1

Los expedientes de la corrupción estarán incompletos sin el “As de Oros”, César Duarte, el gran odiado de muchos ciudadanos, hoy oficialmente huyendo en calidad de prófugo.

Javier Corral ganó las elecciones con el estribillo de “cárcel al vulgar ladrón”, es lo que espera la gente, verlo cumplir su palabra. Jamás quedará satisfecha con presas menores.

Sin embargo Duarte ha mostrado ir un paso delante de la justicia, será corrupto pero no tarugo y además le sobran recursos económicos. Hace rato existe orden de aprehensión en su contra –esta columna lo dijo desde el sepelio de Hermosillo- confirmada ayer por el gobernador. Por eso corrió, recibió a tiempo el pitazo.

Hacerlo cruzar el puente de regreso a Juárez será un desafío legal y político para sus perseguidores, así pidan su expulsión por catalogarlo de “pernicioso”. Esa tramitología es tardada, por eso Corral había dicho en corto que los detendrían a todos, pues no quería vérselas con extradiciones ni amparos.

Evidentemente fracasó, permitió que Duarte y los otros en fuga oliesen la sangre de sus amigos en desgracia y prefirieron ponerse a mejor recaudo. El ex a salvo en El Paso o resguardado en la clandestinidad, en previsión de perder el favor de sus protectores en México, Gamboa y compañía. Lo sueltan y la Interpol va por él.

Además Corral no es Villa para invadir “Columbus” y traerlo a cabeza de silla. Será una larga batalla donde el tiempo corre a favor de Duarte. Mientras encuentran la forma de arrimarlo, alimentan a los leones con presas menores, solo encárguense de atarlas bien, no sea que la justicia federal las blinde y arruine el espectáculo.

Se dice mucho que las detenciones de Garfio, Villegas y Yáñez son cortina distractora para regresar los reflectores a la corrupción del pasado reciente. Sin duda, como también estarían asociadas a los desencuentros por la carrera presidencial, pero recuerden el saqueó a las arcas, sirviéndose muchos a contento y sin límite.

Es decir hay materia, la gente clama por justicia, quiere un castigo ejemplar, en el ambiente priva ese ímpetu justiciero y Corral lo atisba. Por eso le regresó el alma al cuerpo cuando se paró ante los medios para desdoblar el tema, recuperando el aplomo perdido en días pasados.

Ya que van con todo cuiden que la gran bomba del sexenio no termine en simple petardo, en escopetazo fugaz como tantos otros. Detuvieron a tres pero hablan de cincuenta carpetas. Viendo la redada en marcha la mayoría huyó al primer macanazo, entre ellos el “As de oros”.

Una exigencia de civilidad y respeto a las garantías individuales y al Estado de Derecho; concéntrense en aplicar la ley a secas, entrar en procesos de linchamiento sería igualmente injusto. El que la deba que la pague sin quitarle ni ponerle, justicia no venganza.

En cuanto al operativo como distractor, cortina de humo, será sólo parcial sin la presencia de Duarte. Durante el paseíllo de Corral –lunes y martes- en medios nacionales, ocuparon los espacios su desencuentro con la Federación, las crecientes matanzas, el golf y Miroslava. A los entrevistadores no les importaron Garfio ni los otros. Sólo observe la diferencia de trato en México, entre el Duarte de Chihuahua y el Duarte de Veracruz.

En ninguno de los temas anteriores, menos el golf, Corral puede hacer algo directamente para contenerlo, pues atañe por completo a su persona. Quizás sea momento de cerrar el episodio en Mazatlán. Es sencillo, muestre la factura donde pagó los 42 mil pesos –barato le salió el viajecito- y diga inequívocamente si el dueño de la aeronave (Andrés Boy) es o no proveedor de su administración.

Él, Javier Corral, llegó al gobierno criticando la corrupción de los priistas, en menos de seis meses ha dado motivo para suponer que su discurso era mero ejercicio de campaña, avalando el dicho de que “el poder los iguala”, refiriéndose a los políticos de cualquier partido e ideología.

Ahí están los hechos, su jefe de gabinete está bajo sospecha de utilizar el cargo para beneficiarse de contratos con software y un amigo personal, Riggs, de crear empresas familiares con el mismo fin. Igual que los duartistas. Ambos ofrecieron explicaciones infantiles sobre el hecho y aún así el gobernador los exoneró.

Sin pretensiones de molestar a nadie, cargar sanbenitos inmerecidos o arruinar momentos felices, es válido decir que la corrupción también ronda su gabinete, objetivamente.

Y desde el domingo del puente alcanzó al gobernador con el avión y el proveedor. Sobre ese particular ha callado, abriendo espacios para considerar que su justicia es la que se hace en los bueyes del compadre. Para tener boca grande, hay que ser de cola chica.

Desde luego que los chihuahuenses merecen una explicación puntual, misma que no se ha dignado ofrecer localmente, pues ayer y anteayer mostró que su interés mediático está en México.

El PRI defendiendo y batiéndose en la corrupción como cerdo en lodo fresco. A no ser por que Marco Cortez y Jesús Zambrano, coordinadores del PAN y PRD, les pintan la raya en su pretensión de dotar con fuero a Enrique Tarín, hubiesen conseguido una segunda versión del famoso “godoynazo michoacano” de Alejandro Encinas.

Sólo les faltó meterlo en la cajuela del auto, pero es improbable que Tarín García salga sin amparo del Congreso, en cuyas instalaciones se encontraba todavía ayer entrada la tarde. Le valió ser suplente, de ir por la calle cual paisano ordinario hoy estaría detenido.

Estaban empeñados en dotarlo de inmunidad, a sabiendas de que –el mismo Peniche les hizo llegar un oficio- tenía una orden de aprehensión en su contra. ¡Que forma de pisotear al Congreso y rebajarse ellos mismos! Fernando Uriarte, Alex LeBaron, Alejandro Domínguez y Adriana Terrazas los más empeñados ¿De qué tamaño es la lealtad o cuánta la complicidad?.

Y en Juárez Enrique Serrano diciendo que hay una persecución. Muestren un mínimo de dignidad, dejen que la justicia haga lo suyo, pero recuerden cuando Duarte detentaba el poder y pensaban que las victorias eran para siempre, que gobernarían sobre un reino de mil años. Pobres priistas, en el pantano y batiéndose más.