Los plurinominales

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La convicción del gobierno de la República por ir a una reforma política de gran calado, que entre sus puntos medulares contemple eliminar a los legisladores plurinominales tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado de la República —y por lo tanto en los congresos estatales—, no cayó nada bien ni en la oposición ni en los partidos aliados de la 4T.

Pero fue, nos comentan, en las cúpulas del Partido Verde y del Partido del Trabajo, aliados de Morena, donde encendieron focos rojos al ver real la posibilidad de perder influencia en la toma de decisiones legislativas —que les sirven para negociar posiciones o candidaturas—, fuerza en los territorios y, obvio, recursos.

Los resultados iniciales de la elección federal de 2024 dieron a Morena 75, a su aliado el PVEM 20 y al PT 31 diputados federales plurinominales, para conformar bancadas con 236, 65 y 51 integrantes respectivamente que irían al pleno legislativo de San Lázaro.

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En la oposición llamó la atención que, de las 72 diputaciones del PAN, 40 fueron pluris; de las 35 del PRI 26 fueron de representación proporcional y 26 de las 27 de MC fueron, igual, plurinominales. De ahí la importancia y las alertas que encendieron de inmediato las fuerzas políticas.

Una poca de historia: Tras la represión que había marcado el sexenio de Echeverría, en 1977 el gobierno mexicano sabía que, sí o sí, debía desfogar la creciente inconformidad que se gestaba en sectores políticos radicales de izquierda y derecha.

Entonces abrió la puerta a los más duros para que salieran de la clandestinidad y se sumaran a la vida política nacional. En ese momento se había corrompido y era insuficiente la figura de “diputado de partido”, creada en el sexenio de Adolfo López Mateos.

Con un PRI hegemónico y corrupto, la reforma política de Jesús Reyes Heroles creó a los legisladores plurinominales —o de representación proporcional— para que todas las fuerzas políticas, con un mínimo de votación, garantizaran su presencia en el Congreso de la Unión y así evitar intenciones de lucha armada. Hoy esas figuras están al borde de su desaparición.

El Congreso de la Unión está integrado por 500 diputados y 128 senadores, de los cuales 300 diputados y 96 senadores son de mayoría relativa, es decir, hacen campaña y son electos por voto popular, y 200 diputados y 32 senadores son plurinominales, o sea que logran su curul o escaño no por el voto sino a partir del porcentaje de votación que logra su partido.

Pero, ojo, no es un objetivo exclusivo de la presente administración, desde el gobierno de Enrique Peña Nieto y luego con Andrés Manuel López Obrador se planteó su reducción o desaparición.

En ambos casos el argumento ha sido el ahorro para el erario. Actualmente los 200 diputados cuestan 189 millones 600 mil pesos al año sólo en dietas, sin contar apoyos legislativos ni aguinaldo; los 32 senadores “pluris” cuestan unos 48 millones 691 mil 200 pesos igual, solo por su salario mensual.

En total 238 millones 291 mil 200 pesos gastamos los mexicanos en representantes que llegaron al Congreso de la Unión sin hacer campaña, sin caminar las calles y sin ganarse el voto popular; lo hicieron a partir de su poder al interior de las fuerzas políticas que representan. Aunque ya sea costumbre cambiar de partido. Ah, y no hemos contado el gasto en diputados locales plurinominales de los 32 congresos estatales.

Parecieran argumentos, quizá superficiales, pero sin duda son sólidos. Pero esto va más allá. Los principales afectados, de consumarse la reforma política que esbozó la víspera la presidenta Claudia Sheinbaum, sería una oposición tan mermada como su falta de presencia territorial y los partidos aliados del oficialismo.

Los partidos políticos están muy preocupados, incluso en Morena porque al final… muchos no llegarán al Congreso de la Unión… otros, por fin, tendrán que salir a la calle y tocar puertas en busca del voto popular.

RADAR

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