Violencia en Madera: “Estamos solos”, claman pobladores

Por: Jaime García Chávez

Madera y su región aledaña se encuentra en condiciones de alarma. La violencia, la inseguridad, la falta de oportunidades laborales y la acción del crimen organizado en sus diversas ramas, marca de manera indeleble la penosa circunstancia en la que se encuentra. Las fuerzas gubernamentales encargadas de la prevención y la persecución de la delincuencia no alcanzan, cuando se lo proponen, a establecer condiciones que den una atmósfera respirable para los pobladores de esa zona que viven en la angustia permanente y que, especialmente, se desbarranca la comarca hacia una situación de extraterritorialidad en la que el Estado no puede, y en concepto de algunos, tampoco quiere asumir el papel que le obliga la Constitución en medio de las circunstancias de guerra.

Esta columna conversó con varios líderes de gran solvencia moral, cuyos nombres reservamos a petición suya, pero que desempeñan su trabajo con arraigo en el área en cuestión y tienen apreciaciones que subrayan esto, que sumariamente reseñamos.

En primer lugar el gran miedo, el temor que invade a la población y que los postra en la autodefensa del silencio, el no voltear para ningún lado porque hasta eso puede incomodar. Es la expresión más clara de un terror que puede ir creciendo y que puede provocar desplazamientos humanos, con todas las consecuencias que se asocian a este fenómeno. Esto ya ocurrió en comunidades como Nicolás Bravo y El Alamillo.

Se suma a esto la precariedad en el mundo del trabajo. Los jóvenes en edad de pasar a la población económicamente activa están al garete y como ejército de reserva para el reclutamiento de los grupos de la delincuencia. Las compañías mineras, afirman, no garantizan trabajos de calidad en aspectos de salarios, higiene, adiestramiento y seguridad social. Por el contrario, a esas compañías mineras se les señalan vínculos con los grupos criminales que se autoprotegen con ellos en lugar de recurrir a los servicios del Estado, particularmente a los efectivos policiacos, que son mínimos (130 municipales) y prácticamente están desertando, luego de la desaparición de seis agentes en la comunidad de La Simona.

La situación de indefensión es tierra fértil para el crimen si se considera, dicen, que Madera cuenta con autoridades cooptadas por esos grupos delincuenciales, lo que es un fenómeno de vieja data. Las desapariciones son más constantes de lo que reportan los medios de información, también atemorizados, y se trata de delitos que afectan particularmente a un número indeterminado de mujeres.

Con la construcción de una pista aeroportuaria durante la administración pasada se generó mayor presencia militar, pero esta no permanece ni se consolida en las zonas más agrestes de la sierra, donde se registran grandes niveles de violencia. En la zona más densa de esa sierra es donde desaparecieron los seis policías municipales. Incluso ayer, 8 de diciembre, el padre de uno de ellos falleció de un infarto, debido a la tensión causada por la desaparición de su hijo.

“La única respuesta que se obtiene de los militares cuando se les pide la ayuda es: ‘usted ni se meta’”, dice uno de los entrevistados, quien con una frase que resulta aterradora pretende sinterizar el estado de vulnerabilidad que guarda ese municipio del noroeste chihuahuense: “Estamos solos”.

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