*Cobardía del gran capital

*Vientos a favor de Xóchitl

*Sin espacio para titubear

*Adopta un diputado

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Ni antes ni después, en vísperas de iniciar las campañas, el rumbo de la elección gira a favor de la candidata opositora, Xóchitl Gálvez. Así como López Obrador encumbró a Claudia Sheinbaum, llevándola sobre sus hombros hasta toparla en las preferencias, así sus excesos y deseos continuistas la están desinflando. Desde el cinco de febrero el candidato es él, no ella y en las últimas semanas la ha pasado mal.

Tiene muchas fortalezas, desde luego, su popularidad y el poder del Estado, pero está documentado demoscópicamente que no son transferibles. En cambio sus debilidades si, ahí está la comprobada corrupción de sus hijos, la obvia complicidad con las organizaciones criminales y las nefastas políticas en su gobierno, salud principalmente. Pero lo que más sufre es la respuesta de adversarios externos, desde el Imperio están despedazándolo y, por ahora, sólo con filtraciones de la DEA.

También se mueven poderes internos. En el giro a favor de Xóchitl vemos a la Iglesia actuando en el frente de la Inseguridad, la prensa libre mantiene denuncias constantes, prestigiados intelectuales de izquierda exhibien su hipocresía, la sociedad se manifiesta sin temor. Vemos a muchos sectores relevantes pero no al gran capital, los millonarios del país están ausentes.

Hay una explicación lógica en su ausencia; López Obrador gobierna para los ricos, mientras reparte dádivas a los pobres. Su narrativa es primero los pobres, su actuar es vamos con los ricos. En estos años la mayoría de los millonarios del país han doblado sus fortunas, empezando por el más rico de todos, Carlos Slim, que apenas se atrevió a una tímida declaración cuestionando la excesiva participación del Ejército en tareas fuera de su competencia.

El dinero no tiene ideología, está donde tiene seguridad de seguir creciendo, porqué se involucrarían si les ha ido muy bien. Ni que estuviese peleado con mi dinero, dirán y con razón, sólo que el país y el presidente que los hizo doblar sus fortunas en un lapso muy corto, era uno al inicio del sexenio, es otro en estos meses finales y podría ser otro si consiguen la victoria que anhelan. El atraco a la economía nacional cancelando el aeropuerto, sería cosa de niños en la consolidación del maximato.

Quien suponga que López Obrador se irá a la finca de nombre infortunado si Sheinbaum gana la elección, es ingenuo irredento o vulgar cómplice. El hombre hace todo para continuar en el poder desde su casa en Chiapas. Las 20 reformas constitucionales no son únicamente un distractor, son ante todo su idea de gobierno, un gobierno autoritario, opaco, corrupto, de voluntad única. Recuerden sus exabruptos, no quiere que le vayan con que la ley es la ley. La ley es él.

La historia nos previene sobre gobiernos que empiezan así, en el autoritarismo, y terminan en feroces dictaduras y en casos extremos hasta en tiranías, el ejemplo más reciente es Nicaragua con el sicópata Daniel Ortega. Con López Obrador y su Juanita vamos hacia el castro-chavismo, donde sólo una élite gobernante hace negocios mientras el país entero entra en decadencia. En el desmantelamiento de las instituciones, López Obrador avanza en un ritmo más acelerado al de Chávez en Venezuela y miren ahora mismo como están.

Ha trascendido que la candidata del régimen en privado se declara demócrata, promete un país de libertades y garantiza seguridad en los negocios. Dice que el suyo será un gobierno de izquierda moderna, dorándoles la píldora. Suponiendo que tenga esa convicción personal, su expediente de vida la desmiente, gobernaría atada de manos. Diputados, senadores, gobernadores y partido estarán bajo el control de él, no de ella. El presidente Impone su agenda y la obliga a tomarla como propia, la humilla declarando que la elección no definirá un cambio de gobierno sino la consolidación de un régimen, el suyo.

Es candidato, único vocero de la campaña, gran elector interno. A Sheinbaum no le permitió ni siquiera poner de candidato a García Harfuch en Ciudad de México, la lista de los 300 diputados y 64 senadores la palomeó él, las mejores posiciones de plurinominales están ocupadas por radicales a gusto de él. Y no hablo del Ejército ni de su complicidad con el crimen. ¿Cómo podría gobernar Sheinbaum sin la presencia de López Obrador?, imposible.

La conclusión es sencilla y si ven con objetividad el frenesí electorero del presidente y sus apetitos de consolidar el maximato, también es obvia: Si gana la elección López Obrador el gran capital perderá, los maximatos de perfil populista desincentivan la inversión extranjera y nacional. Si gana Xóchitl y ellos siguen en la complaciente cobardía de permanecer ausentes, también perderán.

¿Con qué cara exigirían trato preferencial, como están acostumbrados, si optaron por esconderse cuando más los necesitaban durante la campaña?. Xóchitl llegaría sin compromiso alguno. Necesitan comprometerse y pronto, los vientos hoy soplan en favor de la candidata opositora, ellos saben de qué manera pueden influir determinantemente en la elección, lo han hecho antes.

Rompeolas

En cuanto a los ricos de Chihuahua, una sugerencia: Adopten un diputado. Es decir, contribuyan al financiamiento de los candidatos a diputados federales y senadores. No lo hagan por ellos, háganlo pensando en la necesidad de ganar el Congreso de la Unión para evitar la devastación institucional con que sueña el tlatoani. Sería un crimen que por no meterse la mano al bolsillo y abrir la cartera, sabiendo del riesgo en que nos encontramos como sociedad. Gana la mayoría calificada y adios a la Corte, a los órganos electorales y en general a las instituciones autónomas que tanto lo incomodan. La inversión bien vale la pena, sería nada comparada con los beneficios. Ahora es cuando debe mostrar su compromiso con el país que tantos les ha dado.