El mundo de las ideas; desgobierno

0
1

El desaseo administrativo de César Duarte dejó las arcas vacías, pesada carga financiera, adeudos por miles de millones a proveedores y restringidas las opciones de nuevas hipotecas carreteras.

Esa desastrosa condición financiera trastornó el arranque del nuevo gobierno; sabían que recibirían un caos pero desconocían su profundidad y consecuencias.

El primer impulso de Javier Corral fue pedir auxilio al gobierno de Peña Nieto, quería 900 millones de pesos de la Secretaría de Hacienda, misma cantidad recibida por Duarte en diciembre del año anterior, como auxilio contra el creciente déficit estatal.

Meade se mostró arrogante y les mandó, si lo quieren, 425 millones. Corral comprendió así que la Federación no enviaría un bote salvavidas a su gobierno y reaccionó desafiante: “Que Peña se haga cargo de sus duartes”, declaró mientras en Conago exigía cambios a la Ley de Coordinación Fiscal, injusta con Chihuahua desde las reformas del 2007, que favorecen a los estados de mayor población.

Después consiguió meter en la Ley de Ingresos una aprobación para hipotecar –otra vez- remanentes carreteros por cuatro mil millones de pesos, instrumento que pese a las famélicas finanzas ha decidido no ejercer, hasta el momento.

Con tamaña traba de arranque, los primeros cinco meses de su gobierno han transcurrido entre la parálisis económica y la angustia por cerrar cada fin de mes sin más deuda. Sus finanzas van al día, justas como las de una familia numerosa de asalariados.

Va para los primeros seis meses y no dan pié con bola en la solución a la crisis financiera, el problema persiste cancelando toda obra pública en la entidad, inacción que frena el desarrollo. Hoy en Chihuahua la obra más importante es la privada, eso es lo que incentiva la economía estatal.

Encima de los apuros financieros la erupción violenta. Los asesinatos otra vez se cuentan por decenas en los peores días, los sicarios del mal apuntan a los policías y la inseguridad alcanzó los niveles más temidos por la población: extorsiones, asaltos a mano armada, robos a negocios. La vida de una persona vale tres mil pesos, como en lo peor de la guerra contra el crimen.

Cualquiera con sentido común concentraría su atención en resolver o atenuar esos gravísimos problemas, en cambio el gobierno de Javier Corral abre nuevos frentes, agita donde antes había quietud, revuelve con su varita vengadora donde sabe que huele mal.

Nunca, desde que Oscar Ornelas fundó el Colegio de Bachilleres, los maestros habían ido a paro. Su personal docente y organización sindical se mostró amable y frecuentemente obsequiosa con los gobiernos en turno, incluido el de Francisco Barrio.

De pronto se ven impotentes ante una política de intransigencia y garrote implementada por Tere Ortuño, en complicidad con Pablo Cuarón. Ambos observan que el estado cae a pedazos y sin embargo se empeñan en contribuir con su granito de arena, dando otro empujón. Solidarios abonan al caos.

Ponga usted que José Acuña y la dirección sindical obedecen consignas desestabilizadoras, por ser el PRI. Ponga usted que sus demandas de aumento salarial están fuera de forma y tono. Ponga usted que sus pretensiones son tirar a la directora. Ponga usted que buscan medrar con el movimiento y todo lo más que pueda poner.

Qué no es la primera obligación de Cuarón y Ortuño cuidar el buen funcionamiento de la institución, cerciorarse que cumpla con su función sustantiva: el ejercicio de la docencia impartiendo clases a los 45 mil alumnos.

Por si no tienen clara su misión y objetivo mayor de autoridades educativas, por ser Tere política de banquillo –su carrera ha transcurrido entre bancos de diputados y senadores- y Pablo un empresario y aprendiz de político, en ambos es imperdonable que no se percaten del daño que causan al gobierno de Corral, generando con su cuadrada y obtusa conducta más problemas.

¡Firmen el estúpido documento! Abandonen un instante su exacerbada soberbia y piensen en los estudiantes a los que niegan clases o si los estudiantes les importan un cacahuate –sus hijos estudiaron en las escuelas privadas más caras- háganlo por la imagen de su gobernador, el que los puso ahí.

Firmando el documento ganan tiempo para evitar el paro indefinido, conflicto que generaría una crisis social y política de alcances insospechados. Sólo necesitan voluntad, pueden condicionar la firma al porcentaje mínimo de incremento, sobre el entendido que de ser mayor habría el ajuste respectivo.

Es sencillo, de esa manera dejan la pelota en la parte sindical que, de rechazar la condicionante, mostraría que sus motivaciones son otras. No hay causa de conflicto, sólo que  la señora Ortuño interpreta las demandas sindicales como inadmisible chantaje de los corruptos priistas personalizados en el sindicato docente.

Imposible pedirle mínima flexibilidad a una persona que niega a los diputados de su partido, el favor de transferir a un alumno del turno vespertino al matutino, por que lo prohíbe la normatividad. Aguántala, Javier, hasta que levante al bachilleres, después a ver quién lo aquieta.

Con una mente así de cerrada es mucho en la Secretaría de Educación, pues en éste gobierno hay dos. Pablo Cuarón pretende liquidar la relación laboral de algunos de los más influyentes maestros de la sección octava, entre ellos el exsecretario del sindicato y una diputada del Panal.

A Pablo le parece el mayor de los abusos que los empoderados maestros se hayan quedado con las mejores plazas, así que resolvió poner orden corriéndolos. Supone que combatirán su decisión en los tribunales laborales. Hijito, háyase visto tamaña ingenuidad.

Volvemos a lo mismo, desde luego que los líderes sindicales y los diputadetes que los acompañan son unos abusones con los mismos trabajadores que dicen defender. Se han servido de su poder durante toda la vida, medrando a consciencia con los cargos que ocupan.

Pero cómo supone el ingenuo de Pablo que apelarán a los tribunales. Nada, les presentarán un incumplible pliego petitorio y disfrazarán su separación de atentado contra la autonomía sindical, desafiando al gobierno hasta doblarlo ¿Están dispuestos a jugársela por once gañanes?

Asombra la ausencia de pericia y manejo político de los funcionarios estatales. Va de nuevo, ponga que tienen razón, que su obligación es acabar con esos vicios y la gente demanda mano dura ¡No podrán hacerlo de un día para otro! Tómense su tiempo, den al menos espacio a las elecciones, esperando que los ciudadanos ratifiquen al gobierno de Corral, a SU gobierno, o lo desapruebe.

¿Dónde está el supersecretario Gustavo Madero? En estos asuntos no, quizás haciendo negocio pero no atiende los problemas del estado ¿Dónde está César Jáuregui? Quien sabe, dicen que todas las mañanas llega puntual a su oficina, sólo que no se ve… ni se siente.

Y lo más desesperante ¿Dónde está el gobernador Javier Corral? De él si hay constancia sobre su ubicación, está en el mundo platónico de las ideas, ahí radica desde que aprendió a teorizar sobre gobernanza, transparencia, democracia, sus prioridades históricas como legislador. Ni quien le gane, es campeón.

En su Alegoría de la Caverna Platón describe dos mundos, el sensible y el inteligible, al primero lo conocemos por los sentidos, lo que vemos y tocamos, sería el mundo real para la mayoría de las personas. Al segundo se llega a través de la razón, la inteligencia, es el mundo de los iluminados.

En ese mundo radica Javier Corral, sus acciones, sus discursos, sus declaraciones, envían el mensaje de que su prioridad está en ejercer un gobierno ejemplar partiendo de la austeridad y honestidad juarista, la conducta intachable a toda prueba, el combate a la corrupción de los medios…

Conceptos sobre los cuales teoriza de corridito mientras cierra los ojos a la inseguridad, la manifiesta incapacidad de varios colaboradores, las fundadas sospechas de corrupción en su círculo más próximo.

Alguien, a quién él escuche, dígale que se gobierna en el mundo sensible, el de la realidad que percibimos a través de los ojos, el tacto, los sentidos en general y esa realidad altera la paz de los chihuahuenses preocupados por la violencia, complica el desarrollo del estado por la falta de inversión, desquicia la vida de 45 mil familias cuyos hijos no van a clases.

Gobernar implica ensuciarse los zapatos, remangarse la camisa y resolver problemas. Sí el gobernador no se ocupa en ellos sus colaboradores menos, dese cuenta que su desatención hunde al estado y mengua aceleradamente su credibilidad. Es de weba, cuanta ineptitud y tan poco sentido común. Ahí quédense, yo me voy al Acebuche.