Semana de perros, la que acaba de concluir, para nuestra presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Empezó en Tijuana el domingo pasado, a donde llegó luego de visitar Baborigame, en Guadalupe y Calvo. Realizó el viaje para tomarse la foto y hacerse un video junto a la Gobernadora de Baja California, Marina del Pilar, a quien los Estados Unidos le retiró la visa por sospechas de corrupción. “Nuestro apoyo a Marina del Pilar. Ella ha hecho muy buen trabajo al frente del gobierno de Baja California y no hay nada que tenga que ver con una investigación de la Fiscalía General de la República”, dijo apapachándola en el interior de su vehículo, dándose tiempo para mencionar el “es un honor estar con Obrador”.
Antes de ese momento la Presidenta había sido cauta en cuanto a mostrar su apoyo inequívoco a la gobernadora cuestionada, ese domingo dejó testimonio de su compromiso con el “Club de la Black List”, los señalados del régimen por ser presuntos cómplices activos de organizaciones criminales, los extraditables mexicanos. Dos preguntas: ¿El mensaje iba dirigido al expresidente y a su grupo de radicales ambiciosos, al gobierno de Trump o a los dos?, ¿Lo hizo por decisión propia o la obligaron fuerzas ocultas?. Las preguntas son pertinentes en tanto la obviedad de que ahí hay un mensaje y un destinatario, antecedido por dudas de días anteriores en tomar parte al respecto. Cualquiera que sea la respuesta, es fatal para una jefa de estado, muestra debilidad.
El martes los asesinatos de Ximena Guzmán y José Muñoz, dos de los principales colaboradores de Clara Brugada. Otro mensaje cuyas preguntas básicas “de parte de quién, para quién y por qué” no han sido respondidas hasta hoy. La Presidenta recibió la noticia con cara de azoro, enterándose al mismo tiempo que los mexicanos pues Omar García Harfuch decidió informarla durante la mañanera. Ahí pudimos ver su rostro de mujer atemorizada, indecisa. Su fama de dura e inexpresiva dejó asomar ligeros gestos de angustia. La noticia la tomó por sorpresa, como las balas del sicario a sus víctimas.
En menos de 24 horas el oportunismo del Imperio, Marco Rubio aprovechó los asesinatos para declarar, ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, que “la violencia política en México es muy real”. Es la tonada que menos quiere escuchar la Presidenta, el son que trastorna sus sueños convirtiéndolos en pesadillas. No habían pasado 48 horas del apapacho a una gobernadora tenida por corrupta al otro lado de la frontera, y en Ciudad de México dos asesinatos cimbran al poder dando motivos al anticomunista Secretario de Estado Norteamericano para machacar con el tema. ¿Hacía donde correrse para un espacio de tranquilidad?.
En la misma semana los extorsionadores profesionales con plaza de maestros desafiaron el poder presidencial, tomando de rehén a Ciudad de México y por momentos a la misma presidenta, cuando bloquearon Palacio Nacional para impedir la conferencia mañanera. También tomaron casetas de peaje donde, durante el tiempo de una jornada laboral, cobraron la cuota; Otro día secuestraron durante horas el AICM, después desquiciaron el caótico trafico. El desafío tomó tintes de insolente y ella, por toda respuesta, canceló una entrevista pactada para el viernes pasado y recriminó las acciones contra la población.
Si está claro que los asesinatos y la insolencia de la CNTE tienen el mismo propósito, debilitarla, entonces los hechos admiten una pregunta conspirativa: ¿Son expresiones de una misma y perversa estrategia cuyo fin es doblar a Claudia Sehinbaum, manteniéndola sometida a los intereses de Tabasco?. Híjole, difícil establecer conclusiones, para mí los duros de López Obrado la doblaron haciéndole pasar el trago amargo de apoyar en público a una gobernadora sospechosa de corrupción, o porqué el “es un honor estar con Obrador” que, además, pareció excedido. Mi respuesta es que los mandantes querían ver y escuchar, desde la sordidez de sus escondrijos, la máxima expresión de sometimiento al “fundador del movimiento”.
Analistas observan en este frenesí de acontecimientos una disputa prematura por el poder hacia el 2030, entre los dos grupos del régimen. Estoy en desacuerdo, para mi es una feroz confrontación interna, si, pero por el Poder ahora. La pandilla que socaba la autoridad de Claudia Sheinbaum ya estaba insatisfecha con la profesión de lealtad absoluta que les ha mostrado, se lo hicieron saber humillándola en la foto del Zócalo, cuando mostraron deliberadamente la espalda. Al saber o temer que sus nombres estén apuntados en la ‘black list” entraron en pánico y, asustados, radicalizan acciones.
Antes todo su interés era estrictamente político, maniatar a la Presidenta para evitar que intervenga en la designación de candidatos a diputados federales y gobernadores en la elección del 2027, dejándoles manga ancha en las designaciones. Ahora ven amenazada su libertad y en peligro las vastas fortunas amasadas con la corrupción del poder y la complicidad con organizaciones criminales. Desesperados, buscan garantías de que no serán entregados, ofrecimiento que seguramente Sheinbaum les hizo en privado. Su temor es que sea Trump y no ellos quien logre someterla. La quieren de su Juanita, no rendida al Imperio. A veces la compadezco, pero ella se puso ahí, no ha sabido hacerse respetar como Jefa de Estado y presidenta de todos los mexicanos.