Nata, una adolescente que perdió a su padre, decide cortar todo lazo emocional abandonando a su perro Toto en un parque. Lo que ignora es que Toto, atropellado esa misma noche y con una pata menos, emprenderá un viaje de regreso a casa. Ambos inician así un viaje que se cruzará por el duelo, el miedo, la soledad y la esperanza.
Ésta es la premisa de la obra Lo que queda de nosotros, escrita por Sara Pinet y Alejandro Ricaño que, en esta temporada dirigida por Adrián Vázquez, de la compañía Los Tristes Tigres, tiene como protagonistas a Fátima Favela, Carla Adell, Luis Rodríguez El Guana y Mario Alberto Monroy, quienes alternarán funciones en el Teatro Ofelia a partir del 14 de junio, todos los sábados a las 13:00 horas.
La primera vez que leímos el texto, Adrián Vázquez nos citó a Guana y a mí y desde las primeras tres líneas comentamos ‘¿qué, este personaje es un perro?, ¡no puede ser!’ y cuando íbamos avanzando en la historia, íbamos haciendo pausas, porque estábamos emocionados y eso nos rebasaba.
Como elenco amamos a los perros y tenemos perros con quienes tenemos relaciones muy significativas. Creo que desde ahí nos atrapó la historia, Para mí también influyó esta inevitable atracción a los personajes que son muy vulnerables, pero no se regodean en eso. No se sienten víctimas del mundo, sino buscan la manera de seguir viviendo, avanzando y conectando con la vida.
Mi personaje, Nata, al inicio no. Le cuesta reconectar con lo bonito de la vida y ése es el papel que juega Toto, que la reconecta. Me atraen las historias que hablan de lo humano, pues todos somos una sola experiencia desde un lugar diferente. Creo que el duelo que atraviesa Nata es algo con lo que podemos conectar, porque hemos estado en ese lugar, así como las experiencias de Toto, que es un animal que se vuelve muy humano y va un poco más allá”, expresó Favela, quien además de actriz es fotógrafa.
A Luis Rodríguez El Guana le corresponde recrear a Toto, por lo que mucho de su trabajo es físico, para recrear los movimientos del can, así como emocional. Sin embargo, también cuenta con diálogos que transmiten su propia travesía.
Totalmente me identifiqué con el texto, porque siempre he sido muy de mascotas, de perros y lo que hace la obra es empatizar muchísimo con las personas que tenemos mascotas. Me identifico mucho con Toto, porque tengo un perro con las mismas características y creo que, en algún momento de la vida, siempre hemos sido un poco egoístas en cuanto a dar o recibir amor, por el miedo a la pérdida.
Es un personaje muy retador, porque es la primera vez que hago un drama de este tipo. Siempre había hecho comedia. Así que sí ha sido un desafío, pero tenemos un capitán, que es Adrián Vázquez, y nos está sacando a flote a cada momento y nos está llevando a buen destino con este proyecto.
Ésta es una narrativa muy física y es una producción donde sólo trabajamos dos personas en el escenario y todo queda a la imaginación del espectador. Así que cada quien tiene una historia diferente y crea un personaje diferente. Está muy padre dejarlo a la imaginación del público y ha sido un reto físico distinto a lo que he hecho”, dijo El Guana.
Fátima Favela destacó que a través de lo que le sucede a Nata con su perro Toto, en realidad también se cuenta lo que ella transita con el mundo.
Siempre el punto de partida es uno mismo. Adrián me dijo que me iba a costar trabajo, porque Nata es muy distinta a mí, pero creo que el primer paso siempre será indagar en la humanidad propia. Luego se nos olvida que todos tenemos las mismas experiencias y lo que se siente una pérdida de ese tamaño, aunque lo expresamos de manera diferente.
Empecé a atravesar lo que vive Nata desde mí, aunque tiene una manera diferente de ver el mundo y ve otras cosas. Ella ahora trae puestos unos lentes que parecen que todo es una gran calamidad. Además, es una adolescente y pareciera que el mundo está en su contra. Ha sido muy padre ver el mundo con otros ojos y eso lo transforma todo. Ha sido un trabajo en equipo”, acotó Favela.
El Guana compartió que su conexión con el texto también partió desde la pérdida de una mascota muy querida para él en 2024.
Traes el sentimiento a flor de piel y cada escena te remonta al ser querido que perdiste. Al final, el teatro le mueve algo al espectador, cambiando un poquito la perspectiva y, en esta obra, se cambia la empatía para bien, con los seres que no tienen voz, llámese un perro o gato o lo que sea. El amor incondicional de los animales nos enseña muchísimo y a veces estamos cegados a verlo o querer sentirlo”, concluyó el actor, quien también forma parte de La obra que sale mal.