Estudio descarta efectos notivos de las radiofrecuencias

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Un grupo de 72 personas participó el año pasado en una inmensa farsa sin saberlo. La mitad de ellas se autodeclaraban “electrosensibles”. Presentaban una catarata de síntomas inespecíficos, como fatiga, vértigo y náuseas, que atribuían a los campos electromagnéticos producidos por los sistemas wifi, los teléfonos móviles, las pantallas de computadoras y otras tecnologías de su entorno. Las otras 36 personas, por el contrario, tenían una relación normal con la informática y las telecomunicaciones.

Al mando de la pantomima se encontraba la joven científica húngara Zsuzsanna Dömötör. La investigadora pidió a los 72 participantes que describieran sus sensaciones al ser sometidos a un campo electromagnético, pero Dömötör solo hizo el paripé. Y, pese a que no introdujo nada nuevo en el ambiente, los llamados electrosensibles se retorcían de ansiedad y presentaban síntomas brotados de la nada.

El trabajo es uno de los 350 estudios sobre el tema analizados en el último informe del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS), presentado en Madrid. El documento sostiene que “la mayoría de los estudios demuestra que las personas con hipersensibilidad electromagnética no son capaces de detectar cuándo están expuestas”. Sus síntomas, sin embargo, sí son reales y pueden llegar a ser incapacitantes.

«Las personas con hipersensibilidad electromagnética no son capaces de detectar cuándo están expuestas», afirma el documento

“Algunos estudios atribuyen estos síntomas a condiciones psiquiátricas preexistentes así como a reacciones de estrés como resultado de la preocupación acerca de los efectos en la salud de los campos electromagnéticos, más que a la exposición en sí misma”, subraya el informe. El síndrome, recuerdan, no está reconocido en la Clasificación Internacional de las Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud.

Coordinado por el Colegio de ‘telecos’

El CCARS fue creado en 2005 bajo el paraguas de la Universidad Complutense de Madrid. En la actualidad, está formado por investigadores de diferentes universidades españolas y coordinado por el Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación. Su último informe se publicó en 2013.

“Podemos estar tranquilos”, resume el médico epidemiólogo Francisco Vargas, director científico del CCARS. Las nuevas evidencias publicadas en su documento indican que no hay efectos adversos para la salud derivados de la exposición a las radiofrecuencias emitidas por las antenas de telefonía móvil o de transmisión de radio y televisión. Tampoco preocupan los sistemas inalámbricos (wifi) ni los escáneres de los aeropuertos.

“Todos los estudios y sistemas de vigilancia de los niveles de exposición que se utilizan en nuestro país y en Europa confirman, de forma reiterada, que están cientos o miles de veces por debajo de los recomendados por la UE, la OMS, la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante (ICNIRP) y la legislación estatal”, concluye el informe.

«Los niveles de exposición de la población a las radiofrecuencias de los dispositivos Wi-Fi, que están bien estudiados en condiciones realistas de funcionamiento, son muy inferiores a los recomendados por las agencias y comités científicos», añade el estudio. «Las nuevas evidencias publicadas confirman que no hay efectos adversos para la salud derivados de la exposición a las radiofrecuencias emitidas por las antenas de telefonía móvil, transmisión de radio y televisión y sistemas inalámbricos (Wi-Fi) utilizados en el trabajo, la escuela o el hogar», recalca el informe, de casi 200 páginas.