Las noticias de ciencia más leídas de 2016

0
1

En agosto de este año se hizo público que un grupo de astrónomos rusos había detectado una potente señal de radio de origen artificial y que parecía proceder de las profundidades del espacio. En concreto, su origen parecía estar en HD164595, una estrella similar al Sol situada en la constelación de Hércules.

Se trata de una estrella vieja, con una edad estimada de 6.300 millones de años, y situada a una distancia de 95 años luz de la Tierra. Por lo que se sabe, tiene en una órbita muy próxima un planeta del tamaño de Neptuno, que por lo que se cree no podría albergar vida, salvo que esta fuera muy distinta a la terrestre.

La web Centauri Dreams, del reconocido astrónomo Paul Gilster, se hizo eco del hallazgo. Aunque nadie aseguraba que el origen de esta señal de radio fuera extraterrestre, Gilster recomendaba estudiar esa señal para descartarlo.

Todo comenzó cuando el radiotelescopio ruso Ratan-600, situado en la localidad rusa de Zelenchukskaya, en el Cáucaso, se encontraba buscando estrellas similares al Sol, allá por mayo de 2015.

Las especulaciones se dispararon después de que Gilster publicara su opinión. El Instituto SETI se puso manos a la obra y apuntó los platos del Telescopio Allen hacia HD 164595 durante los días 28 y 29 de agosto. Pero finalmente, el organismo científico reconoció que, después de dos días buscando la desconcertante emisión de radio, el resultado era negativo.

Falsa alarma

Poco después, los astrónomos rusos pincharon la burbuja de especulaciones: «Los últimos análisis de la señal han revelado que su origen es más probablemente terrestre», escribió la astrónoma Yulia Sotnikova, del Observatorio Astrofísico Especial de la Academia Rusa de Ciencias y una de las astrónomas responsables de la detección de la señal. «Puede decirse con confianza que la ansiada señal (alienígena) no ha sido detectada aún».

Al parecer, esta falsa alarma pudo estar causada por un satélite militar ruso, tal como explicó en la agencia rusa de noticias, TASS, Alexander Ipatov, director del Instituto de Astronomía Aplicada de la Academia Rusa de Ciencias. Una nave similar, que no figuraba en las cartas astronómicas, fue responsable de otra falsa señal alienígena detectada en plena era soviética.