El año pasado cerró con dos hechos que dominaron la conversación chihuahuita: el episodio de Javier Corra humillado en público y la súbita muerte de Miguel Ángel González. Nada los unía sino la patológica sevicia del exgobernador en su delirante persecución contra Duarte y quienes trabajaron en su administración. La de Miguel es una tragedia, se fue sin tiempo para el adiós; el de Corral una tragicomedia, dolió más el orgullo afrentado que la cachetada soplamocos y el vaso de agua sobre su saco de siempre.
Conocí a Miguel desde sus tiempos en el Juvenil del PRI, donde intentaba consolidar una corriente que prevaleciese sobre las otras, eran tiempos descarados y sin filtros. Pero fue en el Congreso del Estado donde trabajamos juntos, ahí lo traté diario. Era subcoordinador de la bancada que coordinaba un histórico del PRI, Migue Rafael Len Etzel Maldonado, de quien Miguel y varios aprendimos mucho. Lástima que también se haya ido muy temprano.
Su muerte me hizo reflexionar sobra la fragilidad de la vida; ahora estoy, en un segundo no. Son los misterios insondeables del Señor contra lo que nada podemos hacer más aceptarlos como vienen, la resignación cristiana. Sólo Dios sabe cuándo y cómo, a Miguel Ángel le tocó temprano y en circunstancias imprevistas, regresaba a casa luego de una sesión legislativa que se prolongó hasta el amanecer. Así lo sorprendió el trauma cerebral del que ya no regresó, en cuestión de minutos quedó reducido a vegetal. Ingratitudes de la vida, él no se tentó ni buscó la muerte.
Durante el gobierno alucinado y vengativo de Corral, se vio forzado al exilio. Entre clandestino y curioseando anduvo por varios estados del sur hasta que Noel Chávez lo recibió en Guadalupe y Calvo, en la barranca a donde los querubines de Peniche no podían llegar. Ahí permaneció a resguardo, esperando el cambio de gobierno y cuando pudo regresó al Congreso como asesor, disfrutando la plenitud de su experiencia, los éxitos del libro que promovía incansable, las canciones de Sabina y su jubilación.
En casos como el suyo ningún día es bueno para morir, tenía mucho camino por delante. Ni hablar, contra el destino es imposible, podemos salvarnos del rayo pero nunca pasaremos de la raya. Superó los días difíciles en la Chaveña que lo vio nacer y los de San Juanito donde pasó sus primeros años de juventud, aguantó los costalazos de la lucha libre y la persecución de Javier Corral, propuesto a detenerlo sin otra razón que haber sido secretario particular de Duarte. Que podemos hacer, todos tenemos los días contados.
De Corral y su miseria humana seguiré hablando mientras pueda, el episodio con Romero y Fernando Reyes nos recordó que la vida los pone en su lugar, todo cobra. Hoy es un proscrito social que no puede ir a ningún restaurante de la Ciudad sin temor a recibir coscorrones, cachetadas o insultos en su propia cara. Es la forma en que los ofendidos se desquitan, pero él se victimiza intentando rescatar de su propio estercolero el orgullo pisoteado.
Que lo insultan y abofetean por órdenes de Maru, afirma el miserable. No, Corral, te insultan, abofetean y derraman agua sobre ti por la vileza con que actúas, en los años de poder destrozaste muchas vidas inocentes, afanado y vengativo contra Duarte. Al que obra mal se le pudre el alma, hace años que la tuya está podrida. Que te reciban donde reciclan los desechos, ahí es donde perteneces, entre los chihuahuenses hace tiempo que no tienes cabida.
Rompeolas
Este 2024 será uno de los años más importantes del presente siglo, los mexicanos optaremos por afianzar un régimen autoritario, populista, antidemocrático y atado en el pasado demagogo, o la posibilidad de seguir afianzado la democracia en el país, como lo hemos venido haciendo en los últimos cincuenta años, con mayor o menor éxito pero siempre avanzando. Por un lado estarán López Obrador y su Juanita con una elección de Estado, por otro los mexicanos libres y Xóchitl Gálvez, con los partidos adheridos al Frente. Si la gente sale a votar en el 65 por ciento o más, el autoritarismo carece de posibilidades. Todo depende de los mexicanos, confío en que asistiremos puntuales a la cita con la historia, en número suficiente para frustrar el intento de asalto democrático.
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A menos que haya cambios de último momento, lo cual parece improbable, el abogado y exsecretario general de la UACh, Sergio Facio, será electo presidente del Instituto local de Transparencia, en la sesión de mañana. Sería una excelente decisión, Facio es un abogado joven bien formado profesionalmente y con experiencia administrativa. Veremos que sucede mañana con los comisionados transparentes, como bien es sabido estos asuntos suceden hasta que suceden.
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Juan Carlos Loera pudo tomar la peor decisión política del año pasado: aceptar la candidatura al senado en segunda fórmula. Esa decisión podría marginarlo de los mejores cargos políticos que ofrece el partido oficial en la entidad. Cuando los votos sean contados y Morena pierda estrepitosamente en Chihuahua, como todo apunta, Andrea Chávez y Cruz Pérez Cuéllar celebran por partida doble, su “victoria” y haberse desecho de un adversario para el 2027. Cruz promoverá el voto cruzado en Juárez tratando de pavimentar el camino hacia la gubernatura, Andrea verá por ella y nada más que por ella, sabiéndose ganada. Loera, por su parte, se refugiará en El Paso a rumiando su derrota. No es un deseo de año nuevo, es la realidad política prevaleciente en Chihuahua.
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Ejemplar el masoquismo de Adriana Terrazas, presidenta del Congreso contra la voluntad de sus compañeros. En la visita pasada que Claudia Sheinbaum hizo a Chihuahua recibió un estruendoso abucheo (el coro de traidora, traidora, traidora duró más de diez minutos sostenidos), en la que hará mañana a Cuauhtémoc no está invitada y sin embargo la diputada proscrita en su propio partido anunció que hará presencia. Tiene cuero de paquidermo o, también es otra posibilidad, su condición de súbdita ciega al régimen populista es a prueba del mayor desaire o insulto.
