Emmanuel Macron, sin tiempo para mucha celebración

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Poco tiempo va a tener Emmanuel Macron para regodearse en la victoria que lo ha encumbrado como el presidente más joven e inexperto de la historia contemporánea de Francia. Los retos pendientes siguen siendo muchos y el tiempo escaso si quiere que la ola de apoyo reflejada este domingo en las urnas se extienda hasta el próximo gran desafío electoral, las legislativas de junio que determinarán si puede gobernar como desea o si tiene que cohabitar con fuerzas que frenen sus políticas.

Antes de que el socialista François Hollande le haga el traspaso de mando, en algún momento de esta semana (el domingo 14 es la fecha límite), Macron ya habrá dado la primera señal clave de su proyecto de gobierno: a quién elige como primer ministro. O primera ministra. Al contrario que su rival, la ultraderechista Marine Le Pen, Macron se ha negado hasta ahora a revelar en quién ha pensado para el puesto fundamental de su gobierno, más allá de decir que tiene “vocación de que dure” y que “tendrá experiencia en el campo político, capacidad para dirigir una mayoría parlamentaria y capacidad también para dirigir a un colectivo de gobierno que será profundamente renovado”, según perfiló en vísperas de la segunda vuelta electoral.

Esa experiencia política será necesaria. En poco más de un mes se celebrarán las elecciones legislativas y Macron, con un movimiento tan joven como En Marche!, que acaba de cumplir solo un año, tendrá que trabajar muy duro para lograr los suficientes diputados como para no tener que gobernar en constante negociación con otras fuerzas políticas. Y a nivel local, los aspirantes a ocupar un escaño por la formación centrista tendrán que disputar el puesto con políticos en muchos casos con mucha veteranía. El encargado de coordinar la estrategia ante la nueva cita ante las urnas será, precisamente, ese primer o primera ministra que nombre Macron en las próximas horas o días.

Teniendo en cuenta además que Macron quiere conformar su gobierno con una parte —hasta la mitad— de caras totalmente nuevas en la política y por otra con profesionales tanto de la izquierda como la derecha, el nueva o nuevo jefe de gabinete deberá demostrar una enorme capacidad de hilar fino y de manejar a novatos o hasta posiciones antagónicas.