Invisible presencia de Weckmann

* La ley del Barzón es la ley de Lucha

* Ausencia de Corral y gobernanza

* Acuña hizo personal el conflicto

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Por si la inseguridad fuese poca, ayer reportaron otros enfrentamientos en comunidades de Madera, con saldo de quince muertos, más la cuota diaria de ejecuciones en Juárez y Chihuahua, ahora nos informan que un asesinato registrado el lunes pasado en Guadalajara, Jalisco, enciende las alertas rojas en la entidad.

Lo identificaron como Jesús Luján Weckmann, personaje que en Jalisco se hacía pasar por empresario de origen Chihuahuense, pero en la Fiscalía local estaba identificado como jefe del Cartel de Namiquipa y en consecuencia el famoso “80” era nada menos que su lugarteniente.

César, exbueno, Jáuregui reveló que éste tal Weckmann amenazó de muerte a Javier Corral, antes de protestar el cargo, noticia que introduce nuevas variables en la crisis de seguridad que sufre el estado. Cualquiera en Chihuahua sabe que esas muertes implican reacomodos de jefes criminales y los reacomodos más violencia.

Ahora queda claro porqué Javier Corral usa chaleco antibalas en ceremonias donde queda expuesto a posibles atentados. La precaución nunca está de más, hace bien el gobernador en cuidar su integridad física, pero eso nos dice que el problema es mucho mayor de lo que se observa en la superficie.

Hay nanita, cuántos “weckmanns” más estarán involucrados en la guerra por el “esófago del diablo”, como conocen en el submundo al territorio en disputa, cuyo epicentro ahora mismo está en Las Varas, Madera.

Causa pavor pensar que la guerra del crimen llegó para quedarse, rebasa por mucho al gobierno local, lo cual explica los desesperados llamados de auxilio a que vengan más tropas de la milicia y fuerzas federales.

En sus tiempos de Barzonista, Luz Estela Castro patentó la estrategia para frustrar desalojos de vivienda ordenados judicialmente. Hicieron una eficiente cadena que, al activarse, movilizaba cierta cantidad de activistas y simpatizantes de la organización para impedir cualquier mandato judicial en ese sentido.

Es lo que sucedió ayer en el domicilio de Mirador y Manitova, hasta donde llegaron decenas de personas para frustrar, por quinta vez, el desalojo de esa vivienda, enfrentando incluso a la Policía municipal, que acudió para garantizar el cumplimiento de la diligencia. Reportan que la propia Luz Estela estuvo presente en previos intentos de desalojo.

Hoy la señora Castro es integrante del Consejo de la Judicatura y no cualquier integrante, una que acuerda –así lo hace saber internamente- sin intermediarios con el gobernador, de modo que su voz en el Consejo es la voz de Javier Corral, si acaso atemperada por Leticia Godínez, otra empoderada sobre el Pleno.

Es relevante y de estricta responsabilidad comunitaria, que Luz Estela Castro, hoy una de las dos personas más influyentes en el Supremo Tribunal de Justicia, defina su postura sobre los hechos que frustraron el cumplimiento de la ley, ayer durante la mañana.

¿Está, la flamante consejera, del lado de los barzonistas o está con la ley que juró defender al protestar el cargo? La pregunta suena hasta ridícula, pero así de ridículo fue el nombramiento y es actualmente la conducta de la señora Castro, pues hoy los chihuahuenses tenemos constancia de que “la ley del Barzón es la ley de Lucha”.

Vea, señor gobernador, las nefastas consecuencias practicas de sus caprichos. Despedazan al Estado de Derecho… desde adentro.

Desolado quedó Arturo Fuentes Vélez por el fracaso de la reestructuración de la deuda, ya se había visto negociando en los bancos para saber de una vez por todas de cuanto dinero pueden disponer antes de que termine el año. Pero si fuentes Vélez está desolado, Javier Corral montó en cólera, cuentan que no daba crédito a lo sucedido en el Congreso.

Ayer se dijo que los tres principales responsables del fracaso son Jesús Villarreal, coordinador de la bancada panista, Fernando Álvarez Monje, presidente del CDE, y César Jáuregui, secretario general de gobierno.

Cierto, los tres fallaron en las negociaciones para amarrar los votos suficientes, pero el mayor responsable de todos, observó un renatistas asiduo lector de esta columna, se llama Javier Corral.

También cierto, sin que haya contradicción entre una afirmación y otra. La responsabilidad de los tres citados de primera termina con su evidente impericia en el cabildeo parlamentario, pero el gobernador lleva la mayor parte por que siendo un asunto de la más alta relevancia para su administración, jamás le dio por involucrarse llamando, por ejemplo, a los coordinadores parlamentarios, menos reuniéndose con ellos para convencerlos de la maniobra financiera.

Si considera que no merecen su tiempo, como está visto, menos se “rebajaría” a celebrar acuerdos en la trastienda con los diputados. Éste pecado de soberbia empieza a prefigurar un patrón en la conducta de Javier Corral como gobernador; el señor ha decidido poner distancia de los asuntos domésticos, así sean prioritarios para él mismo.

Su ausencia complica la gobernanza en la entidad: no quiere saber nada de la inseguridad, la crisis del agua le pasa de noche, los problemas del Cobach no son de su incumbencia, si hay o no obra pública lo tiene sin cuidado y ahora descuida hasta las negociaciones para la reestructuración de la deuda que tanto añora.

Distraído en la precampaña política y desesperado por detener a Duarte, delega la responsabilidad en funcionarios que han demostrador incompetencia, pues si fuesen solventes los primeros diez meses de su administración no irían de tumbo en tumbo. En el ejercicio del poder las omisiones salen tan caras como los errores, pues cuando quieren reponerlas se acabó el tiempo.

Un grupo cada vez más creciente de maestros están convencidos que José Acuña, líder del sindicato académico del Cobach, es quién irónicamente sostiene en su cargo a Tere Ortuña, la arrogante directora general de la institución que sólo llegó para causar problemas.

Tiene razón esa disidencia en potencia, Acuña llevó al nivel de lo personal su exigencia de que Ortuño renuncie, circunstancia que opacó los legítimos reclamos de los maestros sindicalizados.

Ahora todo se reduce a que se vaya Ortuño por que así lo dijo Acuña. Un dirigente con dos dedos de frente hace tiempo hubiese resuelto el problema, pero el inocente de Pepe en lugar de eso lo bate más, fantaseando con amenazas de muerte.