Corral, el de atrás paga

* Doble cara de los gerentes

* Nano-partidos ¿Qué ganan?

* El mes de las catástrofes

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Las consecuencias de refinanciar la deuda heredada por Duarte, 20.4 mil millones de pesos, serán conocidas en los días próximos, luego de las subastas bancarias. Mientras no concreten las operaciones, todo lo que diga Fuentes Vélez quedará en el ámbito de cálculos basados en “experiencias similares”, nada más.

Ante la insuficiencia informativa matizada de opacidad deliberada, hay una certeza: Una vez firmados los nuevos créditos, por que en el fondo eso es, otros créditos, los 20.4 mil millones de pesos se convertirán en una cantidad mayor ¿Cuánto? Firmados se habrá de conocer el dato y será imposible al Estado ocultarlos, por ley es información pública.

Javier Corral, Gustavo Madero, Fuentes Vélez, los empresarios aplaudidores y todos saben que la deuda crecerá en automático. No es truco, los bancos son agiotistas certificados, si ablandan los créditos hoy es por que se recuperarán mañana, aumentándolos junto con los plazos de pago ¿Cierto Arturo?

En ese sentido Javier Corral hace con la deuda exactamente lo mismo que César Duarte con la bursatilización de los bonos carreteros. No es deuda, repitieron una y ml veces entonces, pero bien que se los embolsó incluyendo lo que correspondía a otras administraciones, empezando por la presente.

Así hoy, no es deuda, no es deuda, repiten. Sin embargo saben que al negociar pagar menos los próximos cuatro años, queda la carga financiera a los que vengan después. Muy simple, el de atrás paga, política irresponsable pues en algún momento la bola caliente hará explosión y entonces serán todos los chihuahuenses quienes salgan pagando.

Un atenuante de Corral, hay que decirlo, lo hace forzado por la fragilidad de las finanzas, en cambio a Duarte lo impulsaba el apetito de seguir despilfarrando en ranchos, campañas y jugando a ser el titiritero de los partidos opositores.

Para efectos prácticos ambos son iguales, pretenden engañar a la gente disfrazando maniobras financieras que reducen los márgenes de la economía del gobierno, aunque ellos resuelvan sus problema inmediatos.

Y el agravante es que Corral ofreció en campaña no endeudar más al estado, muy solvente y seguro dijo que reducirían gasto corriente para sanear las finanzas. No lo hizo, una vez puesto sobre la silla acudió a la fácil: que los bancos hagan negocio si resuelven las premuras de su administración. Bonita solución, que la bola de inmundicia siga creciendo, siempre que no me salpique a mí.

Ya tomaron la decisión, acepten que se trata de nueva deuda o demuestren lo contrario. Los electores esperan la verdad.

En cuanto a los empresarios en oficio de paleros y pilmamas, da pena ajena su conducta, especialmente Miguel Guerrero, presidente del CCE. Hasta se abrazaron cuando los diputados aprobaron la iniciativa, como si fuese un lucha de años por ellos encabezada y los resultados de enorme beneficio para la entidad.

Sabe, sin sombra de duda, que aplaudieron un nuevo endeudamiento y es ahí donde radica su doble cara, pues también recriminaron en el pasado reciente los de César Duarte. A ver con que salen una vez que los detalles de la operación se conozcan. Atempérense, como dice López Obrador, sólo son cuatro años y la vida sigue.

En cuanto a los nanopartidos en lo suyo, lo que siempre han hecho: ofrecer sus servicios al Tlatoani en turno. Extraña que los operadores del Nuevo Amanecer hayan tardado casi un año en “disciplinarlos”, siendo que por historia son solícitos y obsequiosos con el poder.

Crystal Tovar, Rubén Aguilar, Alejandro Gloria, René Frías y los otros maestros honraron la historia de sus partidos, sólo necesitaban un empujoncito para aflojar el cuerpo ¿Quién y como se los dio? Es lo interesante, de a poco saldrá la información, no hay secretos en el mundo del parlamentarismo, pregúntenle a la chapo diputada y a tantos otros.

También ésta parte tiene una lectura positiva, tardaron un año pero al fin los operadores de Javier Corral entendieron que no pueden gobernar atropellando a todo mundo. Lo habían hecho con el Congreso y la consecuencia fue que retrasaron la reestructuración que pudo salir incluso el año pasado, como sucedió con Quintana Roo.

Los “nanos” necesitan poco, son fáciles de convencer, pero antes de pedirles el sí mínimo lleguen con un ramo de flores –aunque sea de las que vende Aguilar en los cruceros- y un besito de nobles propósitos por adelantado. Ya vieron, es sencillo, pueden seguir el mismo camino los cuatro años que restan.

Las grandes perdedoras en esta historia son las diputadas del PRI. Mantuvieron la oposición hasta el final y en el intento quedaron solas, acompañadas solo por sus colegas de Morena, que al principio estaban más que puestos para entregar su voto, pero les llegó severa advertencia de Yaidckol y optaron por dar un paso de costado, era demasiado exponerse a la ira de la mexiquense.

Lo que antes sus compañeros de partido aprobaban, así fuese la más descabellada iniciativa de Duarte, las legisladoras priistas de ahora se opusieron sólo por molestar, dando pretextos a la administración panista para justificar la parálisis gubernamental.

Pero aún ellas tienen una forma de terminar bien libradas socialmente y hasta de lavarse un poco el sucio rostro que les dejó la experiencia de su antiguo -¿o actual?- patrón.

Con toda legitimidad podrán expresar el odioso “se los dije” cuando una vez cerradas las operaciones, haya claridad de las consecuencias y los números que el gobierno pretende ocultar sean públicos. Lo que fatalmente sucederá, pues como se ha dicho hasta el cansancio, es más deuda.

Así que ni ellas pierden, con una buena campaña mediática podrían hasta salir ganando, todo será cosa de saber capitalizarla.

Septiembre es el mes de los desastres, quedó ratificado de la peor forma. Oaxaca y Chiapas golpeados por el huracán Katia y al mismo tiempo molidos por un sismo de 8.2 en la escala de Richter, después la Ciudad de México sufriendo otro que los dejó temblando justo el mismo día en que se cumplían 32 años del sismo que devastó a la Ciudad en 1985. Peor que maldición gitana.