Ahora matan de cinco en cinco

* Empeñado en destruir la Salud

* Chihuahua, el factor Marco Adán

* Maru tiene oposición externa

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La explicación del Fiscal Peniche es que se matan entre ellos, una especie de limpia purificadora de antiguos puchadores, cuyo fin sería sustituir los actuales liderazgos del mal por otros nuevos.

Prácticos y eficientes, con el fin de ahorrar ahorrar tiempo y parque, ahora los sicarios matan de cinco en cinco. Tienen prisa por instalarse en Chihuahua, donde evidentemente y por las últimas ejecuciones, es obvio que no encuentran resistencia.

Lo hubiesen dicho antes, estamos frente al clásico “que se maten entre ellos” mientras no molesten a la gente decente, los bien nacidos dedicados a lo suyo, que más da quién venda la droga en los lupanares de la ciudad.

¿Dónde se habrán escuchado anteriormente razones como éstas? El déjenlos en paz mientras no se metan con la sociedad. Es un estribillo que seguramente Peniche recuerda muy bien, pero la gente rechaza.

Ahora está claro, aprendido de la manera más dolorosa, que las implicaciones de matanzas entre grupos criminales impactan para mal en la sociedad. Alteran la vida ordinaria de la gente ordinaria, por más alejada que pretenda estar de la violencia, ese cáncer todo contamina.

En lugar de explicaciones, los chihuahuenses necesitan soluciones, ver una autoridad comprometida con la gente, contener la ola violenta o por lo menos avanzar hacia estándares menos alarmantes.

Se requiere una policía que diga “en Chihuahua no”, en cambio lo que recibe la población es un mensaje de tranquilos, sólo se trata de grupos criminales en guerra, déjenlos hasta ver quién termina en pié y se hace cargo del negocio.

Las últimas muertes, los cinco de la Julián Carrillo y los otros cinco del bar, la madrugada del sábado, son manifestaciones ominosas de la fuerza que muestran los grupos delictivos, frente a cuerpos de seguridad que prefieren replegarse ofreciendo explicaciones del por qué, en lugar de comprometerse a decir “no más”.

Póngalo entre comillas, delo por información sin sustento o voladas de periodistas mal informados y sin prestigio, pero hay razones para comentar que el consuegro del sexenio, el impresentable Ernesto Avilés, está seriamente empeñado en destruir el sistema de Salud.

No es broma, un grupo de entre veinte y treinta especialistas de diferentes disciplinas, que durante años han prestado sus servicios en el hospital infantil, se quedaron fríos cuando recibieron la información de que deben checar tarjeta.

Así, como la ve. Los tratan igual que a los asalariados de intendencia –trabajo muy digno, pero de horario definido- a efecto de que demuestren qué hacen en beneficio de la institución, pues el señor Secretario de Salud está insatisfecho por no tener control sobre ellos.

La jugada, en el fondo, dice “la mafia de la bata blanca”, es que el anestesiólogo y consuegro predilecto, pretende hacerlos reventar a efecto de subrogar esos servicios. Ingenuo no es, sabe lo que hace y hacia donde dirige el negocio.

Y si, adivinó, subrogaría esos servicios hacia Cima, institución favorecida desde que llegó al Sector Salud el Nuevo Amanecer. Nunca está de más comentarlo, es donde el consuegro oficiaba de director en anestesiología y que presumiblemente es socio.

También es Cima donde empezaron a comprar los medicamentos más caros de la historia, pues en los casos de apuros “se recurre a los amigos”, dijo al inicio de la presente administración el insensato secretario. Empeñados en destruir el sector, los funcionarios de Duarte se volcaron sobre el negocio de las medicinas, éstos favorecen a sus amigos. Ni a quién irle.

Con Teokali Hidalgo en la presidencia del Comité Municipal, el sábado protestó el cargo, Marco Adán refrenda su convicción de permanecer en la institucionalidad priista.

La conclusión no es una verdad de Perogrullo, en el pasado reciente el ex edil mandó evidentes señales de que podría pintarse de moreno o correr en la vía independiente. Nunca simuló su coqueteó con opciones políticas fuera del PRI.

Marco Adán es un lagartón de tiempo completo, seguirá condicionando su participación en las filas del PRI y mientras consiga su propósito permanecerá en el partido, pero si ve cosas extrañas otra vez pintará su raya.

¿Tiene fuerza para que lo tomen en cuenta? Es lo que debe medir muy bien, pero de que es un factor a considerar en las próximas elecciones, nadie tiene dudas a estas alturas, el hombre tiene base social.

Sabe que en estos momentos el alicaído partido necesita a todos sus activos para competir en condiciones de éxito, así que aprovecha la coyuntura. Está en lo suyo, algo se trae entre manos, aunque no estén claros sus objetivos inmediatos. Pero al rato, en política no hay secretos.

En cuanto a los efectos inmediatos de Teokali en el Comité Municipal, hay elementos para suponer que su objetivo principal será dar puntual seguimiento a la administración de Maru Campos, sobre quién pondrá los radares para formular observaciones contra la alcaldesa panista.

Esa es otra, Maru ha transitado el primer año de su administración con más oposición interna que externa, pero no hay que ser muy agudos para inferir que Teokali se encargará de hacerle saber que el PRI es oposición. Es otra corriente política totalmente diferente y hasta encontrada con el Duartismo, en consecuencia no tendrán recato en ir por los huesos de la señora alcaldesa.

Ahora, tampoco Maru está pintada, sabe defenderse y además no es de las que se quedan calladas frente al señalamiento del adversario, al contrario, es una mujer atravesada que no guardará silencio sólo por recomendaciones estratégicas de sus asesores.

Interesante el movimiento en el PRI municipal, sus implicaciones son en diversas direcciones. El 2018 toma forma, todo parece indicar que en la ciudad de Chihuahua los huachicoleros llevan mano, a menos que se les atraviese patricio Martínez, quién sigue acariciando la idea de ser presidente municipal por segunda vez.

Y no es broma, su propósito fundamental sería continuar la prolongación de la avenida Teófilo Borunda, según observaciones en la mesa del Gerónimos, donde hablan más por afición que por convicción.