Metamorfosis de un gobernador

* Infame criminalizar a las víctimas

* De bravatas a repartición de culpas

* Los “amparados” tiemblan, hay nanita

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Dos meses antes de protestar el cargo, impetuoso, pleno y seguro de si, Javier Corral dejó un vibrante discurso en la Babícora: “Me he propuesto limpiar Bachíniva, en términos de seguridad, del acoso, de un ambiente de hostigamiento, de un ambiente de colusión entre la policía y los malosos… y lo he estado hablando con autoridades de los diversos niveles, para que Bachíniva sea nuestro primer municipio a limpiar en todo el estado de Chihuahua…” Fue el día en que dio 72 horas al “80” para dejar el estado.

Cuando el ataque a la Policía del Estado en Ahumada, 25 de mayo, Corral todavía mantenía el tono enérgico y bien timbrado, pero había trasladado el contenido de su discurso a lugares comunes, incorporando a la Federación en sus planes de limpieza:

“No nos van a amedrentar en modo alguno, ni van a detener el proceso de limpieza de las corporaciones que hemos emprendido, mucho menos nos van a desmotivar en la tarea de captura de los objetivos que hemos propuesto el Gobierno Federal y el Gobierno de Chihuahua, dentro de un esquema de coordinación”.

Eran los discursos del gobernador electo y de los primeros meses ejerciendo el cargo. El resultado concreto es que la violencia se disparó a niveles insospechados en esa región, teniendo como episodios icónicos la balacera donde murió “El Cabo” y el enfrentamiento que dejó más de 70 muertos, según testigos. Hasta la fecha Cuauhtémoc y la región viven en virtual toque de queda. Nada está controlado.

Tras el “no van a amedrentarnos” con relación al ataque de policías estatales en Ahumada, la violencia llegó a la frontera sur del Estado –Jiménez y Villa López- por el oportunismo de los carteles rivales exigiendo su parte en el corredor más lucrativo del país para el trasiego de droga, “El esófago del diablo”. Ven una policía confundida y su oportunismo los impulsa a entrar.

Después esos mismos carteles “foráneos” presionaron con su campaña de muerte para introducir la droga llamada “cristal” y ahora realizan una campaña de limpia en bares a fin de asegurarse las zonas de distribución y remueven el agua para pescar a río revuelto. Todo reconocido por el Fiscal Peniche y el Jefe de Policía Aparicio en reiteradas citas periodísticas.

El “que se maten entre ellos” está superado, tal escenario de confrontación entre grupos criminales generó en la entidad una escalada violenta cuyo saldo mortal es de 1,600 en lo que va del año, con más de doscientos muertos sólo en septiembre, casi el doble que agosto y meses anteriores.

Chihuahua no sufría un ambiente de ajusticiamientos callejeros desde que Felipe Calderón declaró la guerra al narcotráfico y en la entidad gobernaba Reyes Baeza, el mismo al que Gustavo Madero, hoy asesor de la impávida administración panista, llamó “huevos tibios”, por parecerle insuficiente su acción contra el crimen ¿Hoy Gustavo dice lo mismo de su gobernador?.

Comparten hasta sus matanzas emblemáticas; los asesinatos masivos en bares y las masacres en Centros de Rehabilitación y, entonces como ahora, presentan las mismas explicaciones: grupos de bandas rivales, son las pandillas de narcomenudistas, aztecas contra mexicles, no permitiremos que roben la tranquilidad de los chihuahuenses, seremos más enérgicos con la prevención…

El bla, bla, bla, bla adosado esta vez con un perverso deseo de criminalizar a las víctimas, valiéndose de medios amigos. Como son adictos, o “mexicles”, que los maten a todos, de cualquier manera jamás iban a recuperarse o terminarían muertos por una sobredosis.

¿Cómo puede un gobierno, trasladar el múltiple asesinato, la masacre, el horror vivido en los momentos del ataque a un escenario de “asepsia social?

Qué importa lo que hayan sido las víctimas, el hecho concreto es que un grupo armados disparó contra ellos y mató a 14 indefensos, es una asesinato vil y una infamia pretender criminalizarlos. Quieren reducir el hecho de sangre como calderón el de Salvarcar, diciendo que los muertos eran “pandilleros”.

Evidentemente Javier Corral sintió hace días que no puede esconderse más tiempo en su campaña contra el “As de Oros”, esos farolazos mediáticos ya no le dan para cubrir la ola de sangre que tiñe al estado de rojo y las bravatas de “limpiaré la sierra” o el “no nos van a amedrantar”, hoy suenan huecas, desprovistas de sentido y ofenden la inteligencia y sensibilidad de una sociedad harta de mentiras y pretextos de sus gobernantes.

En consecuencia, advertido de que ha sido rebasado, mutó su discurso buscando responsables fuera de su competencia administrativa: “Yo quisiera tener permanentemente de aliado, leal y sincero a la autoridad municipal, sobre todo en temas como este y la verdad que lamentablemente no siempre lo tenemos”, dijo hace días lamentando falta de voluntad política en Armando Cabada. Para dejarlo claro remató: “Hemos buscado mucho la cooperación y coordinación, por nosotros no ha quedado”.

Un día después se refirió al gobierno de Peña, reiterando que combatir al crimen organizado es competencia Federal, no de Chihuahua: “Es muy importante que todos nos hagamos cargo de esto, esta violencia tiene que ver con delitos del fuero federal. No eludimos nuestra responsabilidad, pero nosotros somos los que estamos apoyando a la Federación y no al revés”.

Es metamorfosis de un gobernador, el gobernador Javier Corral Jurado, un hombre que llegó al poder desdoblando un discurso de limpieza de criminales e imponiendo plazos de 72 horas a los más visibles. Sin embargo al ver su gobierno rebasado por el crimen, empezó a descargar culpas en otros niveles de gobierno. Para evitar el descrédito patea hacia abajo y lanza dardos hacia arriba.

Repartir culpas nada soluciona, la realidad describe una estrategia equivocada. Si, la Federación tiene la misma responsabilidad que durante la negra era de Felipe Calderón, pero al ver un gobierno local desarticulado con sus fuerzas estatales confundidas al punto de inutilizarse, los barones del mal aprovechan la oportunidad e ingresan a territorio estatal. La ley del más fuerte.

El momento de bravatas terminó en la campaña y la hora de repartir culpas quedó atrás. Hoy Chihuahua necesita un gobernador activo y eficiente, concentrado en contener la violencia y flaqueado por corporaciones policiales de resultados no de explicaciones. Esas ya las conoce.

¿Ahora que sigue con los maxi-juicios? Corral necesita carnita para distraer la atención popular de los 14 muertos. Abusados los “amparados”, duerman con su amiguita o bajo la cama, se descuidan y amanecen en San Guillermo.