Una carrera en lugar de informe

* CCE muestra principios de hartazgo

* Maru “tocada” por la inseguridad

* López Obrador suelta su venenillo

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En una ceremonia sin luces ni fanfarrias, inusual en el pomposo sistema político mexicano, el secretario de gobierno, César -“exbueno”- Jáuregui, entregó el jueves pasado al Congreso del Estado el documento que da cuenta del trabajo realizado durante el primer año del actual gobierno.

Poco faltó para que lo enviaran con un propio directo a la Oficialía de Partes, conformados con verificar que la secretaria pusiese el matasellos con la fecha correcta, para dejar constancia de cumplir con la formalidad.

Y ayer domingo el gobernador Corral encabezó la segunda edición de la carrera pedestre con que inició su administración, esta vez ajustó la mercadotecnia al folklor Tarahumara, bajo el nombre de carrera “Korima Comparte”. Participaron más de cuatro mil competidores, según la organización.

Pasado mañana se cumple el primer año de la administración panista ¿Porqué Javier Corral redujo la celebración de esa gran “gesta cívica” y el esfuerzo de doce meses a una carrera ordinaria y a la entrega formal del documento, en vez de festejar por todo lo alto el histórico acontecimiento?.

Es una pregunta que sólo el mandatario puede responder, además dispone de tiempo para hacer algo digno de su gobierno y acallar bocas, una semana sería más que suficiente para dar lustre a su primer año.

Mientras no sea conocida la respuesta del Ejecutivo, es válido proponer cuatro razones para explicar la falta de ánimo que le permita pararse frente a los chihuahuenses en formato de informe gubernamental, es decir con toda la pompa y luces disponibles.

Serían las siguientes: la justicia prometida en campaña sigue postergada, con César Duarte en libertad; la violencia tomó al estado por rehén, dejando una sociedad herida; está en proceso de contratar más deuda, por la renegociación de los 20.4 mil millones; y no hay un solo metro cuadrado de banqueta en obra pública.

Es muy interesante que ofrezca a los chihuahuenses su balance sobre el primer año, merecen esa deferencia mínima, la gente necesita conocer la opinión del propio gobierno sobre temas tan importantes. Ojalá haya aunque sea un mensaje.

Con Carlos Fierro al frente del Consejo Coordinador Empresarial, la IP organizada en cámaras empezó a mostrar principios de hartazgo por la creciente inseguridad que sufre la entidad.

Ayer publicaron un desplegado donde “manifestamos nuestra preocupación y demanda ante los recurrentes hechos violentos suscitados en la ciudad de Chihuahua y en nuestro Estado”, firmado por algunas de las cámaras más importantes.

Está dirigido a los tres niveles de gobierno, de quienes exigen “coordinación y participación inmediata, suficiente y efectiva para contener los actos delictivos que agravian a la sociedad” y otras propuestas que a su ver contribuyen a la solución.

Durante las presidencias de Álvaro Madero y Miguel Guerrero el CCE se había convertido en sumiso aplaudidor del gobierno, cabildero del refinanciamiento y exigente –el primer desplegado en tiempos de Álvaro- con la Federación a fin de que apoyase económicamente a Chihuahua, por el desfalco dejado por Duarte.

Aquel desplegado y los cabildeos del refinanciamiento fueron en acciones coordinadas desde la Secretaría General de Gobierno, de modo que el CCE parecía un apéndice de la administración panista.

No es que deban estar confrontados, al contrario, lo deseable es que la IP y gobierno trabajen armónicamente en desarrollar la entidad. Sin embargo ante la creciente ola delictiva era inadmisible que un sector tan importante permaneciese mudo, sólo por compromisos de identidad política.

Y es que la inseguridad alcanza niveles de espanto. En su portada de ayer el Diario de Chihuahua manejó que durante los primeros nueve meses del año, tan sólo en la ciudad de Chihuahua ocurrieron 761 asaltos a negocios.

Sería casi tres negocios asaltados por día, lo cual describe una ausencia de poder absoluta que favorece la impunidad con que se conducen los delincuentes. Se sienten y ven libres para hacer lo que les viene en gana.

Desde luego que también estas estadísticas “tocan” a la presidenta municipal, Maru Campos, pues en ese nivel de gobierno reside la responsabilidad preventiva y los datos hablan de fracaso en la importantísima tarea de la Policía Municipal.

Pero la gente no quiere saber de competencias gubernamentales, sólo anhela vivir en paz, tranquila, sin el sobresalto de una ciudad insegura donde asesinan en grupos por venganzas entre pandillas o asaltan negocios a cualquier hora del día.

Es el ambiente que hoy prevalece en Chihuahua, ahí están los propios números de la Fiscalía y sobre todo la zozobra ciudadana, que de nuevo –como hace siete y más años- empieza a quedarse en casa por temor a las calles.

En su gira pueblerina por Chihuahua, violando todo el articulado del INE que prohíbe hacer campaña fuera de los tiempos oficiales, Andrés Manuel López Obrador aprovechó la oportunidad para soltar su venenillo contra Javier Corral, al que ve como posible competidor debido a la conformación del Frente “holgado”, como lo calificó Porfirio Muñoz Ledo.

Las ocurrencias son lo de menos a pesar de que dijo puras verdades, como esa de que el único cambio en Chihuahua era el color azul en las casetas de cobro o que “Corral era una farsa”.

También tuvo para César Duarte, de quién dijo que no lo metían a la cárcel por su complicidad con Peña Nieto ¿En serio? Es brujo el tabasqueño o tiene pacto con el diablo que de todo está enterado. Complicidad con Peña nieto, pues claro.

El punto es que López Obrador decidió poner al gobernador de Chihuahua entre los integrantes de la mafia, junto a Ricardo Anaya, futuro candidato del Frente, si es que no lo descarrilan antes desde la campaña negra que Calderón y Los Pinos le tienen enderezada. En ese caso ahí estaría Corral como segundo en discordia. Son sus sueños y los sueños sueños son.

El otro dato interesante es que el tabasqueño no llenó las plazas como tenían previsto y ofrecieron sus organizadores. Pero indudablemente ha tomado fuerza, pues nunca le había ido tan bien en Chihuahua como en las últimas giras; la reciente y aquella donde los nuevos confesos realizaron profesión de fe ante el abucheo de los antiguos catecúmenos, quienes ahora se sienten desplazados por los advenedizos e intentan cerrarles el paso.

Ahí está el peje, picando piedra hasta en los lugares más recónditos del país, quiere avanzar en las zonas donde carece de arrastre.