LA PREVALENCIA DE LOS POPULISMOS, HERENCIA CUBANA

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Me resulta imposible sumarme al coro de quienes le hacen caravana e intentan ponerlo al lado de Gandhi, Luther King o Mandela. Ellos eran estadistas, Fidel sólo llegó a dilatado y vulgar dictador.

Siempre me cayó mal Fidel Castro, su idealismo romántico que inspiró a toda una generación, causó en mi un efecto contrario, una convicción de rechazo consciente a los gobiernos que postulaban esa ideología, mientras esclavizan a sus pueblos. La historia está llena de ejemplos.

Al ver que mutilaban a todo un pueblo en nombre del socialismo, decidí ponerme al otro lado ideológico de la historia. No fui comunista ni cuando era la moda, veía que su propaganda socialista chocaba con la realidad del pueblo cubano, condenado por decreto a permanecer en la miseria, sin libertad y asilados del mundo.

No podía tomar como bueno ese gobierno que tanto idolatraban periodistas y escritores de la época. Tomarse una foto con Fidel, para ellos era lo máximo y si estaban abrazados fumando puro de locura ¿Lo recuerdan?. Seguir sus discursos era como asistir a misa dominical y escuchar con atención el sermón del sacerdote.

Esa profesión de fe es algo que hasta la fecha se me dificulta entender. Me pregunto cómo gente bien intencionada, inteligente y culta, justifica las dictaduras de izquierda mientras consume su vida condenando las derechas. Me parece tan absurdo y falto de honestidad intelectual que los vomito.

En una de sus composiciones, “Postal de la Habana” Joaquín Sabina habla de la Habana, su Caribe y su malecón, pero aún él, siendo protagonista extraordinario de esa época, promotor indiscutido tirando a zurdo, como lo describe Fito Páez, durante su primer viaje a la Habana observó que los cubanos estaba “flaquitos, flaquitos y sin libertad”.

Por su convicción ideológica, Sabina matiza la responsabilidad de un gobierno dictador e ineficiente dejando al arbitrio de sus fans la causa del hambre: “Que tengan la culpa Clinton o Fidel, a mi mire usted, lo mismo me da”, concluye sin tomar partido.

A Sabina le daba igual, total, solo se trataba de un turista famoso paseando por el malecón de la Habana que conoció la miseria de pasadita, sin aproximarse a sus causas y consecuencias. Era un observador ordinario de lo que sucedía en la isla.

No obstante pudo ver el hambre y percatarse de que algo andaba mal, sin atreverse a responsabilizar directamente a Fidel, sembró la duda sobre la influencia del bloqueo norteamericano en la vida de los cubanos. Desde luego que la estricta medida del gobierno norteamericano impactó con fuerza,  el poderoso imperio contribuyó a la miseria de esa pobre gente.

Respondiendo a Sabina y a tono con su sentir ideológico, pongamos que los desafíos alimentarios de ese noble pueblo eran causa del bloqueo. Aún así, un verdadero líder hubiese sacrificado sus apetitos de poder con tal de llevar alimento y bienestar a su gente.

Son utopías, si por Fidel fuese con tal de mantener el poder habría muerto de hambre junto con todos los cubanos. El poder es una adicción más fuerte que la heroína y dicen que para las mujeres no hay mayor afrodisiaco.

Esa es la enseñanza, en los hechos, que a la postre dejó a la generación de idólatras, los que todavía hoy se envuelven en su bandera y recitan sus discursos. Mentecatos, la mayoría son como Sabina, socialistas de pipa y guante de seda.

Así que no, me resulta imposible sumarme al coro de quienes le hacen caravana e intentan ponerlo al lado de Gandhi, Luther King o Mandela. Esos eran estadistas, Fidel sólo llegó a vulgar dictador, la única diferencia con los otros dictadores tropicales es que tuvo inteligencia suficiente para permanecer, heredando en vida el poder a su hermano Raúl.

Repruebo su dictadura y me solidarizo con sus víctimas. Cuantas historias de los balseros en Miami, atrocidades en las mazmorras de las prisiones cubanas contra los opositores a Castro, traiciones y deslealtades.

Ninguna voz autorizada de izquierda sonó fuerte cuando abandonó al Che Guevara en las montañas de Bolivia, donde el argentino encontró la muerte buscando su Sierra Maestra continental.

Tampoco esos intelectuales de bolsillo condenaron las evidentes violaciones a los derechos humanos que Fidel ordenó durante décadas. Y lo más importante, el hambre del pueblo, la ausencia más elemental de alimentos que potenciaban una dictadura disfrazada en Revolución social.

Es necesario recordar que Castro encabezaba campañas militares o políticas en países empobrecidos, mientras su pueblo sufría. En Centro América y Angola hay hijos de carne y hueso producto de aquella locura.

Estoy convencido de que su enorme influencia fue negativa para esa generación, muchos de ellos personajes brillantes que decidieron tomarlo por ejemplo. No obstante es un hombre universal que trascenderá al tiempo.

Algo bueno ha de tener, que lo platiquen sus amigos y seguidores, a fin de cuentas es el ídolo de los populistas de izquierda, su patriarca y ejemplo a seguir. De la misma forma en que los Españoles ven las reliquias Santiago, así ven éstos ateos las barbas de Fidel.

También vomito las dictaduras de derecha. Pongan de ejemplo al que sea, yo elegiría a Pinochet, es quizás la contraparte de Fidel en nuestra historia americana de dictadores oportunistas.

El militar chileno hizo exactamente lo mismo; en nombre del gobierno asesinó y torturó a los opositores, suprimió la democracia y si mantuvo a Chile abierto al mundo, era sólo por que no podía encerrarlo, dado su ancha frontera. Ganas no le hubiesen faltado.

Hay que condenar los populismo donde quiera que se encuentren. Hoy que están de moda esos personajes que se presentan todo poderosos, se asumen por encima de las instituciones y se ven como salvadores sociales. Lo mismo que en su tiempo fueron Fidel, Pinochet, Hitler, Stalin, Franco…

Los populismos se deben condenar donde quiera que estén. Hoy son moda, en el país más poderoso de la tierra, nuestro arrogante vecino, acaba de ganar la presidencia un populista de derecha sin asidero social.

En lo personal tengo mis dudas sobra la convicción ideológica de Trump. Pienso que es ante todo un pragmático sin ideología ni compromiso social. Si ponerse al lado de los migrantes, los derechos humanos y la dignidad femenina le hubiese resultado electoralmente atractivo, sin ninguna duda habría privilegiado ese discurso.

Sin embargo el hombre decidió aparecer como emblema de la derecha, por lo tanto él mismo se etiquetó en ese parte de la geometría ideológica. Es por tanto oficialmente populista de derecha.

En México tenemos a nuestro populista de izquierda, ya sabe, se llama Andrés Manuel López Obrador. Después de dos elecciones es el candidato mejor apalancado a la presidencia de la República. Las encuestas así lo dicen. Hoy los mexicanos estamos ante la posibilidad de que otro populista nos gobierne. Nos guste o no, es el más adelantado.

Diego Fernández de Ceballos, uno de los políticos mejor cuajado de este país, lamenta la forma en que las sociedades modernas lidian con sus populistas, sean de izquierda o derecha.

Básicamente dice que nos ocupamos condenándolos, sin hacer nada que los contenga. Es decir los descalificamos, mientras hacemos predominar el sistema neoliberalista e inhumano. Osea que la sociedad actual está diseñada para servir a los poderosos y someter a los desprotegidos.

Diego piensa que un combate efectivo contra los populismos es cambiar paradigmas vigentes de la política moderna, poniendo en el centro de las prioridades económicas y sociales a los más desprotegidos.

Desde luego que tiene razón, sólo que la suya es otra utopía. El mundo no cambiará su modelo económico, pensar en que lo hagan sería lo mismo que pedirle a Fidel, en su tiempo, que hiciese algo por los desfavorecidos cubanos, sabiendo que eso iría contra su dictadura.

En consecuencia no queda más remedio que esperar su entronización. Mi sueño utópico es que la prevalencia de los populismos sirva como efecto catártico y purificador de los pecados sociales del neoliberalismo. Apoderarse de los gobiernos sería una consecuencia catastróficas para la civilización.

La historia de la humanidad es la historia del más fuerte, los ejemplos de brillantes sociales son contados y esporádicos. Maldita weba, es lo que tenemos.