Desde Canaco, la cámara empresarial de mayor presencia en Chihuahua, Carlos Fierro se metió en las deslucidas campañas al senado. El jueves tres de mayo reunirá a los tres candidatos al senado en primera fórmula, en lo que han llamado un “Encuentro de Candidatos 2018. Senadores”.
Sin ser un debate, el hecho de que los tres compartan foro representa el evento más visible en lo que va de las presentes campañas. Hay que agradecer el interés de Fierro en juntarlos, iniciativa refrescante en estos procesos planos e impersonales.
Debería hacer lo mismo con los candidatos a diputados federales, al menos los que compiten en Chihuahua y después con los alcaldes. La campaña es tan corta, sólo 35 días, que resulta casi imposible establecer contrastes entre los contendientes. Desde ese punto de vista el ejercicio de Canaco se agradece.
En cuanto a las Campañas propiamente de senadores, a excepción de Reyes Baeza, que la ha tomado en serio, Bertha Caraveo, Morena, y Gustavo Madero, Pan, se cuelgan displicentes de las campañas presidenciales.
De Bertha Caraveo es comprensible y hasta razonado, al ser una desconocida –incluso en mismo Juárez le falta pueblo- depende por completo de los números que consiga Morena en la entidad. Y como han creído en su propia versión de que la elección es un trámite, que nadie puede bajar de la cima a López Obrador, se acuesta y permite que la corriente la lleve hacia el escaño. No puede hacer más.
Pero la pasividad de Gustavo Madero es inaudita, confía cerrando los ojos en que Ricardo Anaya y Javier Corral hagan el trabajo electoral que le corresponde y en vez de concentrarse en lo suyo, prefiere adular a Ricardo Anaya, el que los traicionó tres veces.
Madero aprendió bien el arte de la política, hay que tener el hígado muy encallecido para declarar, así sea de broma, que Ricardo Anaya es su hijo y ponerse de tapete como lo hizo en Juárez el pasado 18 de abril, al recibirlo en el aeropuerto.
Anaya se lo agandalló sin ruborizarse y hoy Gustavo esperando que le haga la campaña. En cierta medida el hombre muestra el pragmatismo propio de los empresarios de su estirpe, está consciente que su campaña depende de dos soportes únicos: Anaya y Corral, inútil invertir más allá de lo estrictamente necesario.
Tendrá razón, en todo caso la que debería preocuparse es Rocío Reza, segunda en la fórmula. Si los relegan al segundo lugar Rocío se queda sin escaño y cancela sus proyectos políticos. En esta administración los que se van no regresan, por eso Jáuregui decidió permanecer.
Con relación a Reyes Baeza, candidato del PRI, también es muy entendible su despliegue proselitista, tirarse a la hamaca sería abandonar su aspiración. Al regresar de México se percató de la debilidad y descrédito del PRI local, así como de la discordia predominante en la clase política. No se pueden ver sin ganas de comerse unos a otros, hasta ese punto los arrastró Duarte.
A diferencia de Caraveo y Madero, Reyes no puede atenerse a lo que haga Meade, en todo caso su responsabilidad sería sumar a esa campaña naufragante, por ese motivo lo postularon.
Y lo que es peor -¿O quizás mejor?- tampoco del PRI nacional recibirá nada, desde que llegó Enrique Ochoa a la presidencia, Chihuahua no existe para el CEN y cuando por mala suerte los voltean a ver es por que necesitan proteger a Duarte, toda su prioridad. Viven la tormenta perfecta.
Pero Reyes sabe hacer campaña, está bien valorado en Chihuahua, lo que pocos priistas pueden decir, cuenta con recursos económicos –son muchos amigos e intereses los que ha hecho durante su dilatada carrera política- factores que hacen de su proyecto una propuesta competitiva.
Los esfuerzos que hace por colocarse en el ánimo de los electores son pertinentes. No necesitaba el caudal de asesores y expertos en mercadotecnia electoral para concluir en la necesidad de hacer girar la campaña en torno a sus fortalezas personales –buena onda, experiencia y don de gente- y desasociar al PRI de su imagen. Es tan obvio que parece estúpido mencionarlo.
Si lograse armonizar a los grupos y conseguir al menos la mitad de los apoyadores que dejó antes de partir a México, podría dar una sorpresa en las campañas. En este punto está corto, las heridas siguen abiertas y con Omar Bazán no pudo hacer clic. Ironía, su fuerte es la política y es donde hoy radica una de sus debilidades. Falta tiempo y el trabajo en esa materia es permanente, sólo necesita percatarse de que donde él teje, otros que deberían remachar se ocupan en destejer.
No encuentran la forma de ofrecer una justificación creíble a la posible ausencia de Javier Corral en el desfile de hoy, día del trabajo. La oficina de Comunicación Social dijo que, por motivos de agenda, probablemente no estaría presente.
¿Cuál agenda, que hará tan importante en la Ciudad de México para faltar a la tradicional celebración anual?. Es agenda privada, la respuesta. Cuídenlo mejor, sus detractores dirán que aprovechó el día libre para jugar golf. Digan la verdad, siempre será mejor.
Hasta hoy se sabrá si Corral estará o no en el desfile, a fin de cuentas es también trabajador, pero esas explicaciones no rayan, se pasan de ridículas ¿A quién pretenden engañar?.
Lo más seguro es que, hasta en la tarde y entrada la noche de ayer, los cabilderos de gobierno hayan desplegado un activismo con las organizaciones que componen el Congreso del Trabajo, principalmente CTM y sindicatos poderosos como maestros, telefonistas, salud, para garantizar un ambiente propicio al mandatario. Se vale que intenten planchar el desfile, a nadie le gusta que le recuerden el diez de mayo precisamente el uno del mes.
Muy diferente a la celebración del año pasado, entonces Corral sonreía junto al eterno líder cetemista Jorge Doroteo Zapata y a otros lideres sindicales, encabezando la marcha.
El tiempo pasa y la administración se erosiona de prisa. Es temprano para que un gobernador no pueda estar en el desfile de los trabajadores por temor a las rechiflas, le faltan cinco meses para los primeros dos años ¿Cómo serían los de salida? Imagínelos. Interesante el día de hoy, hay que darle seguimiento hasta por morbo.
