*Operación del gran capital

* Angustia de los “ITAM”

* Sofío busca culpables

* Ambigüedad peligrosa

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La operación del gran capital para contener a López Obrador está en marcha, la idea de verse gobernados por un populista con ínfulas de dictador setentero trastorna los nervios de los más rugosos. Ven a México retratado en Venezuela y se aterran.

Observadores del sector están convencidos que, tras el debate presidencial, los empresarios tomaron partido por Ricardo Anaya, convencidos de que José Antonio Meade se rezagaba en lugar de prender. Perdieron las esperanzas en su primer apuesta.

Los ejemplos del activismo empresarial han dado dos primeros productos mediáticos: el anuncio de los niños candidatos para defender la reforma educativa y la serie del populismo, que por cierto no han conseguido quién la transmita, pero sin duda encontrarán canal adecuado. En éste contexto debe ser visto también el nombramiento de Víctor Almeida como representante de Anaya en Chihuahua y vocero de su campaña.

Todos los involucrados han declarado al respecto: el CCE negando su intervención, Peña con que “ve que no ve”, López Obrador denunciando que quieren bajar a Meade y Anaya con la versión dos del “compló” que alimento AMLO. Lo que antes eran trascendidos especulativas, alcanzaron categoría de noticia entre los protagonistas.

Hay una particularidad con relación al 2006, cuando Chacho Barraza encabezó la campaña del “peligro para México”. Entonces el capital iban en compañía del presidente Fox, ahora van por su cuenta e intenta doblar las manos de Peña para que se avenga a sus intereses.

En política todo puede suceder, se han visto los pactos más inverosímiles, sin embargo de momento los mensajes enviados por Peña Nieto es que con Ricardo Anaya ni a la esquina. Confía menos en el candidato del Frente que en el propio López Obrador.

Otro dato revelador de que los priistas mantienen su bandera en alto, es el cambio en la dirigencia nacional del partido. Desde ayer en la mañana los columnistas en Ciudad de México manejaban la renuncia de Enrique Ochoa al CEN, que sería sustituido por Aurelio Nuño, decían.

El cambio sucedió –lo daban por hecho a media tarde- pero en lugar de Nuño llegó un priista de la vieja guardia, el “negro” René Juárez, exgobernador de Guerrero y exsubsecretario de gobernación con Osorio Chong, uno de los tiburones priistas en huelga de brazos caídos.

Aparte de afirmar su permanencia en el juego, el relevo del PRI desnuda la desesperación del llamado grupo “ITAM”, encabezado por Luis Videgaray y José Antonio Meade. En un arrebato de arrogancia infinita desplazaron al priismo tradicional y secuestraron al partido, solapados por Peña Nieto, fracturándolo hasta los cimientos.

Hoy sufren las consecuencias de su soberbia. Se han dado cuenta de su grave error, ahora saben que no pueden montarse sobre una clase política celosa y mezquina que reclama espacios.

Por desgracia para el candidato del PRI ese cambio parece  llegar tarde, ni con la magia del “negro santo” se ve por donde puedan recuperar terreno. Nada menos ayer Reforma los ponía con 17 puntos, por 30 de Anaya y 48 de López Obrador.

Sin embargo el cambio es un fuerte manotazo de Meade sobre la mesa, tragar saliva para que un desconocido al que los finitos del ITAM desprecian por “mapache” entre al quite como responsable de su campaña, debió lastimar su orgullo. El hecho es, lo que necesitan a los priistas de base, por eso el cambio.

El PRI es una calamidad de partido, en Chihuahua el delegado nacional, Sofío Ramírez, responsabiliza a los candidatos a presidentes municipales por la falta de presencia de Meade en la entidad.

Los toma por sus chivos expiatorios e intenta justificar su ineptitud o negligencia desahogando su frustración contra los candidatos que todavía no inician campaña. Los acusa de prestar sus espectaculares para colgar la imagen de Meade.

Mire con las que se mueven los del PRI, el representante del CEN y por lo tanto de Meade necesita culpables en previsión de que su partido truene el uno de julio. Desde ahora buscan culpables para una derrota anticipada.

Si quiere culpables empiece por él mismo Sofío, cuya tarea es velar por los intereses del CEN, y en segundo lugar por Alejandro Cano, representante de Meade en Chihuahua. Ninguno de los dos hace la tarea, a lo más simulan.

Pero en fin, se verá si el oficio de Jiménez Cisneros, lo tiene, reencausa la naufragante campaña. Necesita poner atención al trabajo de partido, podría empezar por cambiar a un delegado sólo ha causado discordia entre los priistas.

Por cierto, Sofio prepara la visita del candidato para el nueve de abril, con tan mal tino que cita a los candidatos y no saben si Meade estará en Juárez, Chihuahua, Cuauhtémoc, Delicias, Parral o la Sierra. Tampoco si viene un día o dos, sólo tiene el dato probable del nueve de abril, pero igual puede ser el nueve de mayo, pasando el segundo debate o de plano cancelar la gira. Chihuahua les interesa poco menos que un cuerno.

Peligrosas, por ambiguas, las declaraciones de César Jáuregui sobre los enfrentamientos en el noroeste, entre Barzonistas y Mormones. Encuentra que los reclamos barzonistas son legítimos por la tradición mormona de robar el agua.

En ésta parte tiene razón, los mormones suelen abrir por sus pistolas cuanto pozos necesitan y luego untan la mano de los funcionarios en Conagua para que no les cancelen. Por lo mismo Conagua quiere frenarlos, pero encuentra la misma resistencia.

Ese dato es muy conocido y nadie fuera de la comunidad lo justifica, pero que un secretario general de gobierno haga la mención en público alienta las violencia de los campesinos envalentonados y procuran la justicia del garrote.

Desde luego Jáuregui se cuidó de comentar que nadie puede tomar la justicia en sus manos, pero la sensación de que apoya las violentas expresiones del Barzón manifiestas en el contexto de su declaración.

Ese problema no terminará con la refriega de días pasados y mientras gobierno mantenga una postura ambigua más alentará las crisis, dado que unos sentirán que los ofende y otros que los alienta.