*Narcopolítica ¿Algo nuevo?

* La seguridad según Peniche

* Pepe Acuña y el continuismo

* Teokali sale sin un hasta luego

* El “oso polar” de la Auditoria

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Es sólo cuestión de preguntar a cualquier habitante en los municipios serranos y en varios menores del desierto, para confirmar el grado de relación que guardan los grupos criminales con la política regional. Todos en dichas comunidades saben que son uno y el mismo ente.

Desde luego ninguno dirá nada en público, hasta los más chismosos tiene límite. Sin embargo el caso está como aquella anécdota, cuando reportero novato visitó un municipio en la sierra -¿Cuál? el que usted elija- y al ver los sembradíos de marihuana pidió una entrevista urgente con el señor alcalde:

Presidente, porque no denuncia la siembra de marihuana en su municipio ¿Cuál siembra, señor reportero? A medio kilometro del pueblo hay un sembradío enorme ¿No lo ha visto?. Pues para ser honestos le diré que hace un mes vino el gobernador y no vio nada, otro día llegó el comandante de la zona y no vio nada, antes pasó el Procurador –hoy sería el Fiscal- y tampoco vio nada. Le aseguro, joven reportero, que yo tampoco he visto nada.

La narcopolítica en Chihuahua es asunto viejo, la diferencia entre ahora y entonces –cada quién ponga las fechas- es que antes la autoridad civil tenía cierto poder y respeto, hoy está sujeta y a merced de los varones de la droga en cada región.

Por eso pasman las declaraciones del Fiscal Peniche cuando dice que no hay problemas, que la seguridad en todos los rincones del estado está mejor que nunca y que los habitantes deben permanecer tranquilos, al igual que candidatos y partidos políticos. Todo en su sitio.

Tono y contenido de las declaraciones emitidas ayer por el señor Fiscal General, envían el mensaje de que ni siquiera está en su ánimo reconocer en menor grado la emergencia que vive Chihuahua por causa del crimen organizado.

Se entiende y está bien, tampoco es para montarse en un discurso de alarma que genere mayor inquietud entre los ciudadanos. Pero es de cínicos y sin vergüenzas, frente a los hechos palmarios, negar la existencia de focos rojos que amenazan la tranquilidad en pleno proceso electoral.

¡Por Dios¡ Asesinaron a un líder de partido, incendiaron propiedades de los candidatos del PRD en Zaragoza y mataron a una candidata a regidora de ese partido. Pero no hay ningún problema, todo está en orden, es la seguridad según Peniche.

Quizás no vea los focos rojos porque de tanta luz se ha enceguecido, de modo que no sabe si es roja, azul, blanca o camina en la oscuridad. Un poco de respeto a la gente, la toman por su taruga.

¿Y Javier Corral? Estuvo muy pendiente, atareado en asuntos de la mayor importancia para Chihuahua, es decir del pleito entre López Obrador y los empresarios.

A diferencia de Peniche Corral no se confunde, sabe donde están las prioridades de su gobierno y para acabar pronto dejen de molestar que la parte interesante de la campaña apenas empieza.

José Acuña, pepe para sus amigos, decidió retirarse de la dirigencia sindical de Bachilleres, pero su vena populista estimula el continuismo. El uno de junio habrá elecciones para dirigente del Comité Ejecutivo Estatal de sindicato, uno de los gremios importantes en la entidad, y el buen Acuña quiere imponer a Bernardo Hernández, quién fungía como Secretario de Organización, es decir su segundo al mando.

Mejor hubiese registrado su planilla el propio Acuña, pretender disfrazar una elección democrática acomodando todo para que su segundo conserve el liderazgo, es más que una vacilada.

Con todo y la ventaja, hay dificultades para sus intentos continuistas, muchos maestros están inconformes, hartos de que los ninguneen y buscan un cambio alterno. Visualizan un liderazgo vendido o timorato al estilo Acuña, como seguramente sería el de Bernardo Hernández, y saben que no van a ninguna parte.

Pepe Acuña dice que ya no es del PRI, pues dejó el partido pero se llevó consigo las mañas. Esas no se olvidan, son para siempre ¿No han visto a López Obrador y a sus más files acólitos, todos surgidos del PRI?.

Doña Teokali Hidalgo –como debe decírsele ahora ¿expresidenta del PRI municipal, presidenta renunciada, presidente con licencia, presidente maltratada?- se las hizo buena.

Mandó mensajitos de que se iba, que los delegados chilangos –en especial uno de apellido Salmón- la trataba con la punta del pie, que no traía dinero ni para pagar los servicios y nadie la escuchó.

O si la escucharon, los lagartones dejaron correr la rebeldía hasta que de plano la presidenta, única que se atrevió a pedir la expulsión de Duarte, no tuvo más que reventar.

Con otra, quizás era lo que estaban esperando, pues al verla muy marquista la preferían más fuera del partido que dentro. Esa es otra posibilidad, nunca se sabe, en cuyo caso la misma Teokali les habría facilitado la chamba.

Trabajará en la campaña deAlejandro Domínguez, donde es candidata a regidora, y lo hará pronto, antes de que los que aplaudieron de su salida digan que coordinará la campaña de Tiscareño.

Como sea, su salida envía un mensaje desalentador para la visita de Meade, renuncia la presidenta del comité municipal en la capital, 48 horas antes de que llegue el candidato y nadie tomo nota.

Es el nuevo PRI, como dijo el propio Peña Nieto cuando era candidato; el PRI de Duarte, el otro Duarte y de Borges. Inmortal tercia de reyes en la baraja de la corrupción.

Si en el PRI todos juegan a la suya y nada más que la suya, en el PAN dan puros palos de ciego. Kristal Tovar, la sobrina favorita de la tía privilegiada, consiguió gestionar auditorias para los municipios priistas de Jiménez y San Francisco del Oro.

Bien, sólo que en la Auditoria Superior, donde despacha el reluciente oso, ahora es oso polar cuando antes no llegaba ni a osito de peluche, envió de auditor a Jiménez a un hermano del constructor de cuyo origen parten las sospechas de corrupción.

¿Lo envió para taparlo o para encontrar el batidero que trae el chato Aves desde que llegó al descuidado municipio?. Y pensaban que peor alcalde que el famoso doctorcito “chapatín” no podía haber. Pregunten en el pueblo por el “chato”.