*Explotó el hartazgo social

* Un régimen sin contrapesos

* Meade, congruencia y dignidad

* El tsunami, consecuencias

* Maru, gran figura del PAN

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El hartazgo social, por décadas de gobiernos neoliberales alimentando la pobreza y un sexenio batido en la corrupción, explotó en la jornada electoral de ayer, poniendo fin a un régimen de oprobios contra un pueblo humillado que dijo no e hizo valer su voto.

Según la proyección electoral, López Obrador será el presidente de México más votado en la historia, con cerca de 29 millones de votos a su favor, diez más de los que tuvo hace seis años Enrique Peña Nieto. El conteo rápido del INE le dio 53 por ciento, 22 a Ricardo Anaya y desfondado hasta el 16 por ciento a José Antonio Meade.

El amplio margen, nunca antes visto desde la era del INE ciudadanizado, entregó a López Obrador un enorme capital social, los mexicanos querían un cambio y vieron en su proyecto esa oportunidad para sacudirse al régimen de la corrupción. Ganó por más de diez puntos a la suma de los tres adversarios, a reserva del conteo final. De ese tamaño es su victoria.

Liderazgos como el del próximo presidente jamás pasan inadvertidos y menos con esa fortaleza electoral. Suelen ser amados u odiados, pero siempre están presentes en el sentir popular, en consecuencia su personalidad será un dato a tomar en cuenta para los próximos seis años.

En una democracia de instituciones frágiles, lo que diga, observe o haga, calle o deje de hacer será de la mayor importancia para el país. Ayer, desde el zócalo, mantuvo su discurso de campaña, pero llamó a la reconciliación y a mantener el rumbo económico. Bien recibido su discurso, hoy veremos de qué manera reaccionan los mercados.

Otro dato fundamental es que las proyecciones, hasta el cierre de la presente entrega, también describían un escenario legislativo cómodo para el futuro presidente, lo que no se había visto desde Carlos Salinas de Gortari, en la cuestionada elección del 88.

En la cámara de diputados tendría, junto a sus aliados, más de 285 asientos, holgada mayoría para gobernarla, y en la de Senadores también rebasaría el 50 por ciento más uno.

Como se dijo, falta ver los números definitivos, pero lo más probable es que López Obrador tenga un Congreso de la Unión a modo hasta para reformar la Constitución. Sólo necesitaría construir alianzas mínimas con lo que será una debilitada oposición, sin contar los legisladores de otros partidos que se sumen al carro triunfador, una vez en funciones.

En consecuencia es pertinente advertir que México volvería a los tiempos del presidencialismo fuerte, donde todo el poder recae en una sola persona. Así lo ha querido la gente, por eso la importancia de enviar señales inequívocas a los mercados internacionales, a la sociedad mexicana, a sus seguidores y a la oposición sobre el rumbo que tomará el país.

Es diferente presentar programas populistas de campaña a desarrollar y poner en marcha políticas públicas de gobierno; tampoco es lo mismo insultar a sus opositores en campaña o alentar cargadas para desacreditarlos, que tomar acciones contra ellos desde una posición de poder.

En éste sentido López Obrador y su entorno necesitan abrir espacio al diálogo, a la discusión, respetar la oposición, sin que ello implique claudicar a su idea de nación. Ganaron legítimamente el derecho a gobernar sobre 120 millones de mexicanos, honren la confianza de la gente que generosamente les dio el voto.

Éste será tema permanente del sexenio, del que analistas y comentólogos hablarán reiteradamente. Por el bien de México que sea muy exitoso en cuanto a sus ofertas básicas: combate a la corrupción y compromiso social con los pobres. Si las cumple, afianza la democracia y no sucumbe a tentaciones reeleccionistas será buen presidente y México le estará agradecido.

Apunte aparte, en la frenética jornada de ayer, es la postura asumida por José Antonio Meade. Con una generosidad nunca antes vista en la historia electoral del país, salió a medios cuatro minutos después de las ocho de la noche, cuando todas las casillas del país cerraron, a reconocer su derrota, felicitar a López Obrador y desearle éxito “por que México es primero”.

Esa misma generosidad no la tuvo López Obrador con Peña Nieto, no la tuvo ningún candidato antes, también es necesario reconocerla; Meade ha sido congruente, digno, generoso en la derrota, cualidades de un verdadero demócrata.

Al verlo en pantalla, seguramente apresuró la salida de Ricardo Anaya, quién no aguantó el reproche al gobierno de Peña y se asumió más como líder de la oposición que como candidato perdedor. El tema de Anaya y el PAN es otro asunto, habrá tiempo de analizarlo, sale tan lastimado como PRI y PRD.

En cuanto a la política doméstica poco que desdoblar, falta claridad para un análisis reposado, pues la información fluyó con inusual lentitud, dando la impresión de que todos los actores involucrados quedaron desconcertados.

En Juárez se prefiguraba un voto muy lineal, lo que permitía suponer que Morena ganaría la mayoría de los distritos locales, tres de los cuatro federales y la presidencia municipal estaba cerrada.

Un escenario así, falta ver los números del PREP, dejaría a Morena con la mayor cantidad de diputados locales en el Congreso local, tendida la cama para que, junto a otras fuerzas, establezcan al menos mayoría simple. Malas noticias para Corral.

En Cuauhtémoc la tendencia era que Morena Ganaría la presidencia municipal, la diputación local y sería factor para la diputación federal. También es necesario ver los números definitivos.

La ciudad de Chihuahua quedaría como único lunar del PAN. Acá estaba proyectada la victoria de Maru Campos en la presidencia municipal, los dos diputados federales y los cinco locales, así como la sindicatura, con los candidatos de Morena en segundo lugar y el PRI colapsado. Eso colocaría a la alcaldesa como la panista mejor posicionada para el 2021.

La senaduría también quedó indefinida. Se decía que podía ganarla Morena, entregando a Cruz Pérez Cuéllar la posibilidad de llegar al senado, que Reyes Baeza llegaría en segunda fórmula, lo que sería una verdadera proeza, dado el desplome general del PRI, y en tercer lugar relegarían a Madero. Ningún dato de los anteriores está confirmado, la constante es que privó la incertidumbre, pero el hecho es que ninguno de los candidatos salió a festejar. El análisis puntual sobre el Congreso y las principales alcaldías, así como la elección particular del senado queda para mañana.