Los sicarios de la 4T

*Influyentísmo; pecado capital

*Represor, lo que faltaba en el NA

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Tras la estridente renuncia de Germán Martínez, como titular del Seguro Social, vino una declaración de López Obrador en la que pocos medios repararon: “.. Y seguirán otros”, dijo el presidente entrevistado en Chiapas. Seguro tenía en mente que los días de Josefa González Blanco, secretaria de Semarnat, estaban contados. Ayer renunció.

La gota que derramó el vaso fue un acto de abuso y prepotencia, al detener la partida de un avión para que pudiese llagar, cuando la aeronave estaba lista para tomar la pista de despegue. “No toleraremos ningún acto de influyentísmo; los funcionarios de la Cuarta Transformación no pueden fallarle al pueblo”, dijo después López Obrador.

Sin embargo la incomodidad de la secretaria depuesta venía de semanas atrás, cuando se quejaba de los recortes y la falta de dinero para operar. Hablan de que la obligaron a suprimir 16 mil plazas, algunas hasta de base, y generar ahorros por más de 2 mil 500 millones de pesos. Cuando le preguntaron por la inacción contra los incendios, respondió impotente: “no tengo dinero para hacer nada”.

La de González-Blanco resultó una renuncia deshonrosa, por el exceso de parar el avión a punto de partir; Germán Martínez salió triunfante, descalificar el rumbo que lleva el Seguro Social, restándole dinero para enviarlo a otros lados, y llamar “neoliberales” a funcionarios de Hacienda, el mayor insulto para un servidor de la 4T contradecir, le concede mayor estatura moral y política. Ambas comparten las mismas razones: la feroz instrucción de los ahorros, a cualquier pecio.

Lo anterior nos permite cuestionar las prioridades del nuevo régimen: ¿Son primero los pobres, como han machacado, o van antes los deseos del presidente? La pregunta tiene pertinencia, en los hechos restan miles de millones de pesos al IMSS, afectando a millones de miserables, y paralizan una secretaría cuyo fin es aprovechar los recursos de la “madre tierra”, con el único propósito de hacer ahorros para dar viabilidad financiera los grandes proyectos del sexenio; refinería de Dos Bocas, tren maya y el bodrio de Santa Lucía.

Para sus objetivos López Obrador encontró en el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, y más específicamente en Oficialía Mayor, donde despacha la siempre leal Raquel Buenrostro, a sus sicarios administrativos. Con tal de satisfacer los deseos del gran Tlatoani no reparar en sacrificar servicios tan sentidos como el Seguro Social, cuyo fin es velar por la salud y las pensiones de los más pobres.

Antes de cumplir seis meses se han presentado dos renuncias y desmentida la versión de otras dos, Marcelo Ebrard y Alfonso Romo. Con esa lógica, sostenida en el estilo de voluntad única, donde la palabra del presidente hace pasar a secretarios y directores de organismos por floreros, ridiculizados en público, queda abierta otra pregunta ¿Quién sigue?

La respuesta es que cualquiera menos los sicarios administrativos. Son los perros fieles de la 4T, garantes de que se hagan valer los deseos presidenciales así tengan que desmantelar, institución por institución, medio gobierno. El método es revelador, no miente; el presupuesto se define en acomodo al interés de López Obrador, no por las necesidades del país y mucho menos pensando en los pobres. Para ellos están los programas sociales y que se conformen. ¿Dudas? Ninguna, el que manda, manda ¿Dónde continuamos los recortes?.

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Lo que faltaba en el gobierno del Nuevo Amanecer, que acusaran de represor a Javier Corral. Tampoco es para tanto, comparado con el episodio de Monterde -Luz Estela Castro lo recuerda muy bien-, sucedido en el sexenio de Barrio, lo del sábado en Sacramento es juego de niños. Pero como Javier pretende pasar por gran demócrata, pues ahí están las consecuencias, tarde o temprano se impone el uso de la fuerza, para eso es ¿No lo tenían sabido?.

No pasa nada, entre los ejidatarios hay gente que pretende generar conflicto, pero lo que si resulta cínico, es el silencio de los “defensores” –si entrecomillas-habituales de los derechos humanos, aquello(a)s que se montaban sobre cualquier manifestación, reclamando respeto y justicia.¿Dónde están Lucha Castro, Víctor Quintana, Martín Solís, el Pato Ávila? Que bien les acomoda la nómina. Frente a la represión –es como llaman a esos desalojos- ahora prefieren la comodidad de sus sillones de cuero y la refrescante oficina climatizada, cobrando puntualmente su generosa quincena. Hijitos, han perdido toda credibilidad o piensan que la gente se chupa el dedo.