*Roberto Díaz, el tiempo contado

* La reforma es impostergable

* Agotado el modelo de las ínsulas

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La permanencia de Roberto Díaz Romero en la dirección de Derecho es insostenible, el hombre debe dejar el cargo cuanto antes y para él sería mejor presentar su renuncia por iniciativa propia, a manera de salida digna del tipo “no me corren, me voy”, que verse sometido a la vergüenza de que el Consejo Universitario le pida el cargo y lo haga salir por la puerta trasera.

Su problema no es haber tendido una ruin celada al rector Luis Fierro, a quien le debe el nombramiento, sin más ánimo que pretender hacerlo pasar por dictador con el supuesto de que impone un número de maestros en la Facultad. Tampoco hacer circular aquella grabación infame que, en todo caso, terminó por exhibirlo a él como universitario perverso y vil que no repara en las peores prácticas con tal de salirse con la suya.

La razón que exige su salida de la Facultad es oponerse, sin argumento válido, a un proceso de reforma académica y administrativa que la UACh necesita con urgencia para retomar el rumbo de la excelencia académica y situarse nuevamente entre las mejores universidades del país. Todos al interior de la universidad saben que ha perdido terreno frente a otras, la UACJ por ejemplo, al permanecer atada a ese viejo e inoperante sistema.

La rectoría ha tomado como su mayor prioridad concluir la reforma, es el proyecto de la actual administración encabezada por Luis Fierro y el director de una Facultad tan importante como la de Derecho no tiene cabida si optó por la rebeldía y el boicot trapero contra la autoridad central, con desatinos que ponen en riesgo la estabilidad del campus.

Es una irresponsabilidad extrema jugar con la estabilidad universitaria y más cuando sus motivos más oscuros son apoderarse, a la mala, de la rectoría. En esa van también sus apoyadores, únicos dos exrectores que lo acompañan en sus desvaríos. Fito Acosta y Fito Torres Medina fueron protagonistas principales de un movimiento estudiantil que paralizó a la universidad durante meses y concluyó con la caída de un gobernador. Desde entonces la universidad no ha sido la misma, entienden las consecuencias de agitar a los alumnos.

Ambos conocen el camino hacia la rectoría ¿Quieren hacer rector a Díaz Ramos? El camino es muy sencillo ¿Quién hizo rector a Torres Medina? Pues don Saúl González Herrera ¿Y a los subsiguientes rectores? Pues el gobernador en turno. La estrategia es muy sencilla, fórmense en la fila del próximo gobernador, corran el riesgo, y esperen los tiempos. Los gorilazos siempre generan un efecto boomerang y terminan empinando a sus promotores.

¿A que le tira Mario Trevizo? ¿Está dispuesto a enfrentar a un gobernador que sueña con encarcelar a cuanto duartista tenga a la mano? Mario se ha escapado por acogerse a los criterios de oportunidad, que en el submundo de la Litis y la chicana llaman vulgares dedos ¿Quiere perderlos?.

De Ramos Peña se entiende, el abogado está peleado con la vida y nada tiene por perder ¿Pero de Mario? Con esa vulnerabilidad de ser protagonista central en la administración más corrupta y dispendiosa que haya visto Chihuahua. Sentido común, juegan con fuego.

Si Rodolfo Acosta quiere en realidad ayudar a su amigo y paisano, le harían un  gran favor recomendándole que deje la dirección sin poner condicionantes absurdas. Sean responsables, piensen en la universidad que tanto les ha dado, la reforma es una necesidad no el capricho de nadie. El tiempo de las ínsulas y los cotos de poder llegó a su límite, ésta agotado, lastra el desarrollo universitario y quienes se oponen al cambio lo saben muy bien, ese tema viene discutiéndose al interior de la Uach desde los tiempos de Piña Marshall.Ahora que un rector decidió asumir el riesgo, lo más digno es acompañarlo, sumarse al proyecto largamente pospuesto y hacerlo suyo. Boicotearlo es una insensatez que toca la mezquindad cuando lo hacen por motivaciones de interés personal. Mientras más tarde la reforma en aplicarse, más se atrasa la Universidad.