*Corral, una premonición aventurada

* Madero no calienta ni en pleno mayo

* La ira clasista de Martín Chaparro

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Tengo que reconocer, hace por lo menos dos años un amigo concibió la noción de que Javier Corral dejaría la gubernatura antes de tiempo. Decía que la salida prematura reducía los riesgos de la entrega y daba vigencia a sus anhelos presidencialistas. “Sabe iniciar los trabajos pero no suele terminarlos, los deja usualmente a medias”, sentenció.

Era una premonición interesante, pero faltaba tanto en su administración que aquella idea sólo daba para platicas especulativas de café. A la distancia, cuando faltan meses para que tome la decisión, empiezo a creer en que la visión aventurada de mi amigo tiene pertinencia.

Hoy tenemos indicios de que Javier explora la posibilidad de pedir licencia al cargo, en el límite del tiempo para inscribir su nombre entre los candidatos a diputados pluri del PAN, enganchándose hacia la carrera por la Presidencia de la República, los sueños alocados de cada gobernador. Pregúntenle, si consiguen verlo, a César Duarte, el más desenfrenado de los que he conocido.

¿Política ficción? Como usted quiera interpretarla, a fin de cuentas se trata de una especulación basada sólo en observaciones superficiales, cuya materialización está en las manos de una persona. Puede descalificarla, burlarse, tacharla de disparate o tomarla con seriedad. Cada quién.

Reconozco, sin embargo, que me hace tanto sentido al punto de que hoy me parecería extraño que Javier dejase pasar la oportunidad de instalarse en la Cámara de Diputados, con todo lo que ello implica, por el prurito de concluir el mandato constitucional. Ciertamente no es de los políticos que reparen en detalles así.

¿Usted que piensa, se va de pluri o se queda a terminar con sus deberes? Si yo tuviese que apostar, voy dos a uno a que pide licencia. Pensando que así sea, completemos entonces las especulaciones ¿Quién se quedaría con la responsabilidad de la entrega, en calidad de gobernador interino?.

Por sentido común pienso en Fernando Mesta, secretario general de gobierno. Sería el movimiento obvio y además el abogado estaría feliz, siete u ocho meses le vendrían  bien hasta para dejar colgada su foto, sin contar las buscas extraordinarias. No es mal negocio para alguien sin historia política.

Ahora, si Mesta le parece un operador rabón en asuntos de política electoral, en la que obviamente es inexperto, ahí está el siempre dispuesto Carlos Olson, subsecretario general de gobierno y responsable de cabildear la reforma electoral de las internas.

Ambas opciones estarían condicionadas a que Gustavo Madero sea candidato a gobernador, tanto Mesta como Olson le son leales.

Pero si la candidata es Maru Campos, como exige buena parte de la militancia panista, y su candidatura es producto de una negociación en las alturas, es admitible fantasear con que el interino sería César Jáuregui. Desde gobierno manejaría la campaña del PAN.

En la hipótesis de un diputado, no veo más que a Fernando Álvarez Monge alguien a quien Javier tiene particular estima y mayor confianza, siempre que no sea candidato a la alcaldía, pues esa es otra de las opciones abiertas para Fernando.

Las fechas se aprietan, en lo que menos piense despejaremos esas dudas. Pasada la emergencia sanitaria, en el centro del interés público quedarán instaladas las precampañas, así nos debatamos en la peor crisis económica de la historia. Prioridad es prioridad.

Rompeolas

Gustavo Madero no calienta en la política interna del PAN ni en los ardores de mayo. El martes de la semana pasada consiguió juntar a 17 personas –contadas- en el Castillo de Jesús Villareal, en Meoqui, todas de medio pelo hacia a abajo. Ni los nombres vale la pena ni reseñar. Carlos Olson, quien trabaja más para Gustavo que para el gobierno, organizó la frustrada reunión pretendiendo generar una estructura interna para el senador. Pues nada, al ver el desaire Madero hizo sólo presencia virtual, pretextando la pandemia. A al que no se le da, no se la da. Háblenle de negocios y convierte el hierro en oro, pero electoralmente no emociona.

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Yo pensaba que sólo en Parral había molestias por el desaire de Coparmex, por la unilateral decisión de invitar sólo a ciertos aspirantes a la gubernatura. Nada, Martín Chaparro mostró su ira clasista y descalificó al organismo empresarial, acusándolo de intentar poner candidatos. Dejó muy claro que en Morena decidirá la militancia. Atempérate, Martín, no es para lastimar así el hígado. Ciertamente en Morena decidirá la militancia, en su caso reducida al Líder Amadísimo y Gran Tlatoani, en quién encarna “toda la militancia”. Llegado el momento verá sus encuestas y ratificará a ya sebes quién. Es tan obvia esa elección que no vale la pena hacer corajes y menos por que los patrones quieren manipular el proceso. Siempre lo intentan y nunca pueden. Ni Loera hizo tanto escándalo, ya se vio y sabe que su destino está en Juárez.