En el más absoluto desprecio por las leyes, habitual en déspotas populistas, López Obrador busca legitimar su decisión de prorrogar la militarización del país otros cuatro años, descansando en la conciencia del pueblo bueno. Como está prohibido por ley realizar consultas en materia de seguridad, ordenó a su secretario de gobernación, Adán Augusto López, realizar una “consulta, pero que no sea consulta”, para preguntar al pueblo si está satisfecho con a las fuerzas armadas en las calles.
Primero dobló al impresentable “alito”, que dócilmente accedió a entregar los votos del PRI en la Cámara de Diputados, donde consiguió mayoría calificada para la prórroga. Luego chantajeó a senadores del PRI y el PAN pretendiendo alcanzar la mayoría necesaria en Cámara de Senadores, pero al fracasar -aseguran que le faltaron dos o tres votos-recurrió a la suya; el pueblo, pues el es quien manda.
No hay leyes, tampoco instituciones capaces de dar marco a su presidencia. Es él, su obsesión por verse junto a los héroes de la patria y el pueblo, su pueblo, lo que guía cada una de sus acciones. ¿Y que tal si mañana el pueblo bueno decide pedirle que permanezca en el cargo, por ser el mejor presidente en la historial del país? No tendría más que cumplir, cómo ignorar el clamor popular, a sacrificarse por la patria hasta dejarla hecha girones.
Lo he dicho en otros momentos, la militarización es lo que menos importa al presidente, por ley la tiene garantizada para el resto de su sexenio. Su interés mayor está en la destrucción o sometimiento del INE, para eso presiona a senadores y diputados, quiere doblarlos para justificar su narrativa; el Congreso lo pidió, yo no. En el caso particular de la “consulta que no es consulta”, otro vulgar distractor mientras él avanzan en su ofensiva soterrada contra los organismos electorales.
Su arrogancia y prepotencia ofenden ¿por qué lo hace? Porque puede, por su convicción antidemocrática e incapacidad de reconocer a las leyes e instituciones como mecanismos contra el abuso del poder. Lo detenemos antes de que coopte o destruya al INE o toda una generación de mexicanos verá cancelado su futuro.
Rompeolas
Rafa Espino está convertido en eficiente cabildero del senado, aprendió rápido de un lagartón a tiempo completo como Ricardo Monreal. Su tarea, esta vez, lo hará confrontar ideas con el grupo plural de Germán Martínez y Gustavo Madero, entre otros senadores, opuestos a prorrogar la presencia de los militares en las calles cuatro años más. El problema de Rafa es que ahora la militarización va en dos vías; la del Senado y la del pueblo, con la “consulta que no es consulta”, para variar. El paisano es un hombre congruente, durante la malograda reforma eléctrica estuvo a punto de ser declarado traidor a la patria, sin embargo ahora está en línea con la postura oficial de la 4T, es decir del tlatoani. Es de los pocos senadores por Morena con independencia de criterio y desprovisto de telarañas ideológicas.
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Nuestras fuentes juaritas pasaron el dato al que los operadores de Palacio deberían poner atención. Aseguran que Jesús Salais, líder del colectivo “Revocación de Mandato” quiere “revocar” a la gobernadora Campos y a Cruz Pérez Cuéllar (Cruz da igual, lo revocará Loera, pero la gobernadora qué). ¿Vendió Salais el incipiente movimiento? Son las sospechas que despertó en la frontera, dato extraño pues también dicen que Sergio Nevarez es quien presumiblemente lo pastorea ¿Juegan las contras a la gobernadora en la Junta Municipal de Aguas? Híjole, con los juaritos nunca se sabe, sean azules, morenos o tricolores. Por lo pronto y en previsión de lo que el tiempo encoja, en Palacio deberían poner atención a este tal Salais.
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Un domingo cualquiera a las siete de la mañana está usted descansando en su casa, ubicada en un fraccionamiento residencial con caseta provista de códigos y vigilancia particular. A media mañana decide salir e, incrédulo, se percata que uno de sus autos ha sido robado ¡frente a su casa!. Pierde todo el domingo haciendo la denuncia y proporciona fotos y videos del ladrón a la Fiscalía, donde prometen investigar. Al otro día, madrugada del lunes, el mismo ladrón ingresa al mismo fraccionamiento e intenta robar otro vehículo, pero los vecinos –prevenidos por el robo anterior- lo detienen y entregan a la Policía Municipal que, a su vez lo entrega a la Fiscalía. Uno pensaría que asunto resuelto, háganle cargos, que entregue lo robado y cumpla la pena en cárcel. Pues no, a la hora sale muy compante, en Fiscalía desaparecen el expediente y al afectado le sugieren, “amablemente”, por su bien que ya no le mueva. Es el nivel de impunidad con que actúan estos malandros, están y se saben protegidos por agentes corruptos de la Fiscalía. Inadmisible. A la otra hay que tener los vehículos listos por si quieren llevárselos, con la suplica de que no dañen a nadie.
