*El México que no quiere ver

* La complicidad criminal

*Mancuerna César-Santiago

*El coscorroneado de Guerrero

*Cura Canales, la opción viable

*Mario Mata entre los grandes del agua

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Siendo candidato, López Obrador declaró a Ciro Gómez Leyva que “al otro día de tomar el poder se acabarían los asesinatos por que los criminales cambiarían las armas por el tractor”. Su lógica estaba colgada de una suposición falsa; al no combatirlos, ellos responderán reduciendo el número de asesinatos, ya que “trabajarán en paz”. En ese cálculo desacertado sustenta la inacción de los abrazos no balazos, pese a que la realidad le grita todos los días que su decisión es una negligencia que mata.

Mantiene la demencial política porque el acuerdo unilateral de renunciar al uso legítimo de la fuerza, terminó construyendo un pacto siniestro de alcances electorales donde la paz no está incluida. Es un acuerdo del tipo “abandono mi derecho a usar la fuerza del estado y ustedes me ayudan en las campañas, sin riesgo a que combata sus actividades delincuenicales.”

La decisión es al mismo tiempo ingenua y criminal. Ingenua en tanto que su megalomanía lo hizo suponer que los sicarios del mal “se portarían bien” al dejarlos actuar a sus anchas, criminal porque desembocó en la peor oleada de asesinatos desde la Revolución Mexicana y ha colonizando la tercera parte del territorio nacional secuestrando algunas de las carreteras y autopistas más importantes del país, imponiendo cuotas a diversas actividades económicas como aguacate, pollo, madera y llevando el robo de combustible, huachicol, a niveles nunca antes vistos.

Aliarse con el diablo tiene consecuencias no deseadas, la organización Data Cívica cuantificó que desde 2018 a la fecha van 959 asesinatos de políticos y sólo el año pasado registró 356 asesinatos, uno cada día. Otra organización, Laboratorio Electoral, halló que del cuatro de junio a la fecha, el crimen asesinó a 33 políticos, de los cuales al menos 16 buscaban un cargo de elección popular en el proceso que corre. Oficialmente no han iniciado las campañas y la grotesca e inmunda mano del crimen organizado ya está incidiendo en las candidaturas.

El impulso criminal tocó en Zacatecas a quien fuese influyente senador del régimen y precandidato presidencial de su partido, Ricardo Monreal, y hermano del gobernador. En menos de 48 horas sicarios armados asesinaron a su cuñado y aspirante a diputado local, Juan Pérez Guajardo, y a su sobrino Jorge Antonio Monreal, funcionario del municipio de Fresnillo, el segundo en importancia después de la capital. Los asesinatos sacudieron Zacatecas y desde luego a la familia Monreal, pero al mismo tiempo enviaron un mensaje a la nueva élite gobernante: “nadie está a salvo, sin importar el lugar que ocupe en la pirámide del poder”.

¿Cual fue la reacción de López Obrador sobre los asesinatos en la familia próxima de su influyente compañero de partido y de gobierno?. Indiferencia, la misma reacción que ha tenido al clamor social de aplicar la ley contra los asesinos, la misma indiferencia al llamado general de habitantes en pueblos enteros obligados a pagar derecho de piso hasta en la venta de tortillas, y la misma al ruego desesperado de transportistas, aguacateros y otros dirigentes gremiales víctimas indefensas de los grupos armados.

La semana pasada hubo un paro nacional de transportistas, exigen seguridad en las carreteras, y el sábado los camioneros paralizaron la autopista Chihuahua-Ciudad Juárez, por el atentado contra un chofer. En Jalisco, los huachicoleros provocaron una megafuga de combustible que puso en riesgo a miles de familias. En Aguascalientes aterrorizaron a la población incendiando decenas de vehículos. Las noticias de espanto son de rutina, pero ya sabemos que esos asuntos no son de interés para el Gobierno Federal, López Obrador se comporta como si cerrando los ojos, aparece de inmediato el país que describe en sus prédicas matutinas y los problemas se van.

Hay otra realidad que López Obrador no quiere ver, es la realidad de sangre diaria, de girones arrancados a su autoridad presidencial, de autonomías criminales en expansión. No exageran quienes afirman que México se cae a pedazos mientras el señor presidente está concentrado en la campaña, la vulgar politiquería, e intentando minar los poderes autónomos.

Como el rufián que oculta el hurto, grita “al ladrón, allá va el ladrón”, hoy salió con la sandez de que el Poder Judicial es cómplice del crimen. Cinismo extremo, el cómplice es él, pero que no lo molesten con temas de crímenes y narcotraficantes, está concentrado en la campaña a la que puso en términos de un plebiscito revocatorio; voten por la continuación de mi gobierno o voten por los corruptos del pasado.

Esa es su interpretación de la elección, pero los mexicanos saben que se trata de una elección diferente, votar por más sangre, violencia, muerte, corrupción, opacidad, autoritarismo, o votar por la esperanza ciudadana de consolidar un régimen de compromiso con la seguridad, las legitimas aspiraciones sociales de mejores niveles de vida y la consolidación de la democracia. Esta obsesionado por hacer prevalecer su narrativa, no podrá, la realidad lo desmiente, su tesón con los otros datos quedó agotado. Ha perdido credibilidad y no lo sabe.

Rompeolas

En Ciudad Guerrero trascendió que un aspirante a la presidencia municipal propuesto por el PRI, recibió inusual desconocido de los malos. Supuestamente anduvo presumiendo que lo apoyaba cierto grupo para ser presidente municipal, pero era totalmente falso, así que los aludidos fueron por él a su casa, se lo llevaron y tras previa coscorroneada le ordenaron que fuera a desmentirse con los mismos a quienes presumió de los apoyos. Hasta a eso hemos llegado, ahora regañan a los aspirantes que andan de bocones y los bocones presumiendo la complicidad. Bendita cuatroté

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César Jáuregui y Santiago de la Peña debieron salir al quite para negociar con los transportistas que paralizaron durante 24 horas la autopista más transitada de la entidad, la Chihuahua-Ciudad Juárez. El tema es Federal pero como el tlatoani es incapaz de ensuciarse las manos con asuntos de gobernabilidad, las instituciones del gobierno federal se desaparecieron fingiendo que nada pasaba. Al fin entraron Jáuregui y de la Peña, logrando destrabar el nudo que amenazaba con prolongar el bloqueo. No es para menos, los atracos en carreteras se han multiplicado exponencialmente y en Palacio Nacional ni los ven ni los oyen, están hartos de que los asalten en la más absoluta impunidad y ahora hasta con riesgo de perder la vida. Esta crisis no está resuelta, en los próximos días y semanas veremos más bloqueos, ya que los asaltos siguen.

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Si los ideólogos del Frente la piensan con calma en Juárez, concluirán que su mejor propuesta es el Cura Canales de la Vega, menos conocido por José Luis. Es un experimentado de la política de limpia trayectoria que vive en la honrosa medianía, pese a tener una larga trayectoria; ha sido regidor, diputado local, diputado federal y funcionario municipal y estatal y en todo ha salido con el reconocimiento social. Contra la corrupción y el desgobierno de Pérez Cuéllar, el buen Cura ofrecería una narrativa muy legítima. Y no sólo eso, también presenta la extraña virtud de caer bien en los complejos grupos políticos de la frontera, pues ya sabe usted que los políticos juaritos suelen despedazarse unos a otros. Otro plus del buen Cura es que una importante legión de priistas experimentados se sumarían, sin condiciones, inmediatamente a su campaña, poniendo al servicio del Frente respetable su bagaje electoral. Piénsenla bien, con Canales de la Vega pueden crecer mucho, es un político carismático que cae bien donde quiera que se para.

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Mario Mata anda levitando sobre las nubes. Lo invitaron a participar en un foro internacional sobre el agua, que se realizará en Londres, como parte de los 300 líderes más influyentes sobre el tema, a escala mundial. Presentará el proyecto “Sustentabilidad Hídrica para el Estado de Chihuahua”. De la Boquilla y las Vírgenes para el mundo, felicidades al buen Mario.