Las buenas familias

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A mi mamá, panista de toda la vida y ejemplar mujer.

Admirable la histórica batalla del PAN intentando durante décadas quebrar al hegemónico partido gobernante, en su brega de eternidad mostraron convicción, tenacidad y paciencia merecedoras de ser escritas con letras de oro y enseñada en los libros de texto.

Fue una gesta heroica, iban a cada elección con la frente en alto, conscientes de la enorme inequidad. Sabían sus desventajas sin embargo no dejaban espacio vacío, ahí estaban sin falta, la izquierda incluso los acusaba de ser palores del PRI, decían que servían para justificar elecciones fraudulentas. No les importaba, ellos no se quitaban, daban permanentemente la pelea.

Mi papá no era panista, menos de izquierda, sin embargo lo recuerdo con frecuencia renegar del corrupto PRI, que “tiene al país como lo tiene”, dejando a entender que lo tenía devastado. Mi mamá en cambio es una de las iniciadora del PAN en Jiménez, nunca recibió nada del partido salvó una placa firmada por Memo Luján que le reconocía su condición de fundadora. Tampoco pedía nada, sólo quería ver cambiar al país, por eso estaba ahí, por un cambio.

Como ella miles de hombres y mujeres de sincera convicción hicieron crecer al PAN en todo el estado. En silencio pero sin falta iban convencidos a las urnas para votar en cada elección por el azul, muchas veces soportando abusos en su propia familia. Recuerdo a un tío cuando se burlaba de mi mamá diciendo “yo voto por el PRI, para que mi voto cuente”. Ella aguantaba.

Era casi un apostolado y así lo tomaban, por eso cada año electoral postulaban candidato, siempre con el mismo discurso idealista que les heredaron sus fundadores: “las ideas y los valores del alma son nuestras únicas armas; no tenemos otras, pero tampoco las hay mejores” de Gómez Morín o el “somos trigo en el molino de la historia, para otros será el pan”, de González Luna.

Denunciando a la vez a los “pillos de siete suelas” que se roban nuestro dinero, a las “comaladas de nuevos millonarios sexenales”  de los intrínsecamente corruptos que tienen al país en la miseria mientras engordan sus bolsillos y el de sus prostitutas con el dinero ajeno.

Que bonito era el PAN de opositor, daban ganas de militar en ese partido, defender  y gritas sus postulados en libertad. Eran los buenos de la historia, el David contra Goliat, los salvadores de la patria, como no identificarse con su lucha.

Esos años, décadas de trabajo tesonero y fragoroso los marcaron para siempre. Era duro verse impotentes contra el sistema que los arrollaba, muchas veces humillados en sus trabajos, el barrio, las familias, saber que les robaban el voto y no poder hacer nada más que denunciar, sin esperar que los medios recogiesen su queja.

Dieron batallas electorales legendarias como las campañas del 83, 85, el verano del 86 y el 92, cuando ganaron la gubernatura por vez primera. Su lucha era digna de mejor destino pero cuando la gente los llevó al gobierno se corrompieron, mantuvieron el mismo discurso, sólo que ahora se ven huecos, vacíos pues no hacen coincidir sus ideales con los hechos.

Cuando ejercer el poder exacerban sus traumas de opositores y se asumen moralmente superiores al resto de los mexicanos. Son las buenas familias en quienes encarnan la bondad y la decencia se mide a partir sus principios; se toman atributos decidiendo que es bueno, malo o decente. Como Luis, el Rey Sol, “el estado soy yo”. Así los panistas encumbrados; la honestidad soy yo.

Con esa convicción, hace veinte años, Francisco Barrio perdonó un grosero desfalco contra la antigua oficina de “Mecanización del Campo”, hoy Infraestructura Rural, cometido por su titular Joaquín Mesta.

Los diputados del PRI documentaron facturas por 196 mil pesos –a valor actual serían algo así como dos millones de pesos y aseguran que era mucho más, pues prestaba servicio incluso fuera del estado, concretamente en Durango- por trabajos realizados con maquinaria y personal de la oficina, que jamás ingresaron a la tesorería. Terminaron en los bolsillos de Mesta.

Batido hasta el cuello, Mesta no tuvo más opción que aceptarlo, pero Francisco Barrio lo perdonó por ser “hijo de buena familia” y haberse comprometido a regresar el dinero, de lo cual obviamente no hubo constancia. Así lo declaró el gobernador: “Lo perdono porque es hijo de buena familia”, convirtiendo por origen familiar la corrupción en decencia.

También por ser panista y por definición honrado, Barrio desestimó facturas apócrifas por siete millones de pesos en la Dirección de Educación, entonces a cargo de César Chavira, justificó inversiones sospechosas de la Promotora de la Industria Chihuahuense en el paraíso fiscal Islas Caimán, solapó préstamos personales a funcionarios de primer nivel cuyos intereses pagaban con dinero público.

Y dicen que su hermano Federico, ya fallecido, hizo negocio utilizando la influencia de gobierno. Cuando le sacaron sus trapitos a Patricio Martínez, les respondió con una frase que dejó para la historia: “cambio todos mis bienes, incluido el tapete del perro, por la mitad de la fortuna de Federico”. No hubo más discusión. De vivir Federico ¿Se los cambiarías ahora, Patricio?.

Los actores de aquella época recuerdan bien el tema, entre ellos Javier Corral, que hacía de presidente del PAN. En esa calidad nunca elevó su voz para denunciar a Mesta, al contrario, también justificó su proceder.

En cambio, al llegar Barrio al gobierno promovió el encarcelamiento de Cirilo Gómez, un humilde secretario del ayuntamiento de Guachochi acusado de peculado electoral por invitar a un mitin del PRI, en papel membretado. No le perdonaron el delito por que Barrio necesitaba dar un castigo ejemplar, lo dijo entonces, y de esa manera, sirviendo de ejemplo, Cirilo permaneció nueve meses en prisión.

Esa es la justicia panista: condescendientes y tolerantes tratándose de los nuestros; enérgicos y de castigos ejemplares hacia los adversarios.

Javier Corral presume ser el adalid, así se maneja en público, contra los corruptos. Hizo su campaña sobre la base de poner tras las rejas a César Duarte, al que llama “vulgar ladrón” y a varios de los secretarios y funcionarios que lo acompañaron en su administración. Excelente, ojalá lleve ante la justicia a esa pandilla de ladrones, literalmente saquearon las finanzas estatales.

Cuando protestó el cargo estaba muy convencido de poner el ejemplo ante propios y extraños. Durante su discurso tuvo un momento que inquietó a sus colaboradores:

“A todo aquel que sea descubierto en mi gobierno en actos de corrupción, será conducido a la justicia sin protección especial, así sea mi colaborador más cercano, mi asesor principal o mi compañero de hace muchos años en el partido”.

Hoy uno de sus “compañeros de hace muchos años en el partido”, Miguel Riggs, evidentemente aprovecha sus ventajas de amistad para hacer negocios en la administración estatal, confabulado con su hermana y su cuñado.

Dos meses después de las elecciones fundaron una empresa exprofeso para imprimir lonas de la famosa Carrera por la Libertad, que organizaba Riggs, y prestar otros servicios que a la fecha –dicen que hay muchos más y también otras empresas de la familia- está demostrado que facturaron alrededor de tres millones de pesos en dos dependencias, Comunicación Social y Desarrollo Rural.

Pero al señor gobernador no le parece corrupción, justifica la acción al igual que su vocero oficial ¿Por qué? Pues Javier es la medida de la decencia, es bueno lo que a su ver es bueno.

Así, con esa superioridad moral Gustavo Madero se ríe de los reporteros que preguntan por la empresa a la que lo han asociado en diversos momentos, Electronic Publishing, con la cínica respuesta de “síganle buscando”. Con ese desplante de “háganle como quieran” envía el mensaje de que “no merecen ni siquiera mi desprecio”. Alto, son servidores públicos, tienen obligación con el ciudadano.

Bájale una rayita, Gustavo, tanta soberbia empacha.

En la última convención panista que mi mamá participó como delegada casualmente estaba en Jiménez. Al verla regresar molesta le pregunté por qué, sin pensar respondió “estos panistas ya son igual que los corruptos del PRI”. Era una elección para candidato a presidente municipal, entre el “hijo del chalmita”, apodado el tililochas, y Polo Acosta, hermano de Flavio, director de la JCAS con Barrio. Ella iba con Polo y perdieron por la compra de votos que hizo Tililochas.

En cuanto sintieron el poder y sus vastos recursos olvidaron la honestidad y sus convicciones democráticas, corrompiéndose igual que sus odiados rivales, sólo que frente al espejo se ven como los idealistas de la historia. Por eso no conservan los gobiernos, se asumen dueños de la moral pero dejan ver sus inmoralidades, la gente ya los conoce.

Que weba, debería cerrar los ojos para ahorrarme corajes, lo dijo bien doña Tina, “estos panistas ya son iguales que los corruptos del PRI”. Sí, sólo que perfumados, querida madre.