*Acorralada entre corruptos

*El ausente señalado, sin defensa

*Corral ¿El nuevo “A. Montiel”?

*Epigmenio-Germán, el otro debate

*Que chocan Chela y Alito por pluri

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Varias reacciones de Xóchitl Gálvez cambiaron visiblemente el rostro de Claudia Sheinbaum, transformándolo de confiada ganadora al adusto de la descobijada sorprendida en pillerías. Uno de esos momentos fue cuando presentó la foto de Javier Corral junto a ella, con la leyenda “acorralada” en pesadas mayúsculas.

En México hay quienes todavía compran las mentiras de Corral, lo tienen por estructurado, combativo y honesto, de modo que no estoy seguro si Sheinbaum conoce el vulgar manoseo que hizo de la justicia local, retorciéndola contra adversarios políticos dentro y fuera de su partido. Por eso la sorprendió, supongo, la revelación de Xóchitl al colocarlo en el mismo nivel de suciedad que Manuel Bartlett y otros impresentables.

Si lo conociese un poco sabría que Corral pisoteó de forma burda y despiadada la justicia local intentándo encarcelar a Duarte y que sin escrúpulos ni la menor empatía encarceló a inocentes, destrozándoles la vida para siempre. Sabría también de su extendido historial de traiciones, el desliz hacia la holgazanería y su complicidad en actos probados de corrupción. Su jefe de prensa está detenido y huyendo su secretario de Hacienda.

Ahora, si conoce los antecedentes y decide mantenerlo como posible zar anticorrupción, estamos ante una mujer igual de aviesa y corrompida que Corral. En ese caso buena parte de la clase política mexicana tiene motivos para estar preocupada, es real la posibilidad de que Sheinbaum lo empodere, si gana la elección.

El nivel de persecución en este gobierno sería juego de niños, con López Obrador el amedrentamiento tiene fines de sometimiento, con Sheinbaum estaríamos lidiando con una mente trastornada. Puesto en ese cargo, Corral oficiaría de obediente sicario contra enemigos reales o ficticios del régimen, desahogando de pasada sus demenciales apetitos personales de venganzas.

Con la irónica intervención de Xóchitl en el debate de ayer, Sheinbaum aguzó las orejas sobre “su campeón anticorrupción”, o debe aguzarlas. Alguien del régimen tiene la obligación de prevenirla sobre los riesgos que corre trayendo al exgobernador en campaña, conociendo los negros antecedentes que dejó en Chihuahua. Digo del régimen porque, recibido el poder, Cruz Pérez Cuéllar sería uno de los primeros en la lista. Siendo gobernador, Corral entregó personalmente a López Obrador el expediente oscuro del edil juarito.

La presencia de Corral fue lo más significativo del debate para la política chihuahuita. En lo general, escribí ayer, el gran perdedor fue López Obrador. El fracaso de su gobierno en materia de salud, transparencia, educación, grupos vulnerables (temas del debate) estuvo transversalmente activo en cada pregunta, en algunos casos acentuada por los moderadores. Llovieron en forma de reclamos ciudadanos sin que Claudia Sheinbaum tuviese reflejos para matizarlos.

Y no es que Claudia se tarada o carezca de información, al menos en salud y combate a la corrupción el fracaso es tan evidente que no tuvo más argumentos que apelar a la clásica del chairo elemental cegado por su devoción al tlatoani; el sí pero ustedes robaban más, o eres una mentirosa y corrupta. En síntesis, analicen el debate, así fueron sus respuestas, saturadas de datos a modo antecedidos del “cuando yo goberné la Ciudad…”.

Sheinbaum no fue despedazada gracias al obvio nerviosismo de Xóchitl Gálvez y a los ataques intermitentes de Máynez, quien se desenvolvió hábilmente entre las dos candidatas principales, cargando siempre la mano contra Xóchitl. Máynez ratificó que va de candidato palero al servicio del populismo, cumpliendo la encomienda de un corrupto bribón a tiempo completo como Dante Delgado.

¿Movió el debate las preferencias electorales? Los propagandistas del autoritarismo, presurosos, concluyeron que no. Imposible saberlo al otro día, en lo personal tengo razones para dudar. El debate despertó, pese al eclipse, interés más allá de la clase política y los comentócratas, sinergia que de continuar será un estimulante adicional para el voto. Y todos sabemos que a mayor participación electoral, menor eficiencia de las viejas prácticas antidemocráticas. Contra el voto decidido de los ciudadanos, no hay capacidad de acarreo que valga.

¿Quien ganó el debate? Estoy por que nadie, lo perdió claramente López Obrador. Sin embargo ha sido tanto su cinismo y tan ciega la credulidad de sus devotos, que una buena parte de los electores sigue pensando que su corrupción es honesta, su opacidad transparente y su autoritarismo democrático. En esa creencia estúpida descansa la fortaleza de Sheinbaum, en esa coraza su blindaje mediático.

El segundo debate es sobre seguridad ¿cómo defenderá Sheinbaum los 180 mil muertos, los territorios ocupados, las extorsiones, los secuestros de los abrazos y no balazos? Vayan buscando argumentos, Ovidio y la madre del Chapo serán protagonistas.

Rompeolas

No es por asustarlos, queridos devotos, pero imaginen a Javier Corral empoderado como zar anticorrupción por la Juanita. Aparte de esparcir sus lixiviados de rencor en todo el país, intentará ser el “la Montiel” del próximo sexenio, pidiendo control político sobre Chihuahua. ¿Ya repararon en esa posibilidad? Pues abusados, Lucha Castro, Quintana y Riggs serían los nuevos capataces.

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El mejor posdebate de ayer lo tuvo Ciro Gómez Leyva, en Imagen. Cuchilió a Epigmenio Ibarra contra Germán Martínez y el agarrón estuvo de pocas. Sinceramente el que salió arrastrando la cola fue Epigmenio. Si no lo han visto búsquenlo, está de primera.

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Que la resolución del Tribunal Electoral contra Villalobos, la nueva estrella emergente de PRI chihuahuita, confrontó a Chela Ortiz con Alito y el chicotazo repercutió hasta con el buen Alex Domínguez. ¿Será? Pues no lo crean, pero hay signos evidentes de ruptura. Pronostico reacomodos.