El Ejercito no es la respuesta

* Agua, el factor Martínez Amparan

* Espino y Esperón bajo la lupa

* Madero víctima de sus fantasmas

* Ambiguos mensajes de Ochoa

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El mismo día dos robos inusuales en Chihuahua; el boquete a la bóveda de Bancomer en la José María Iglesias y el asalto al camión de Coppel. Ambos ocurren en un clima de violencia inusitada en la sierra, cuyo alto impacto obligó a que la Fiscalía se declarase impotente y pidiera auxilio al Ejército Mexicano.

Vendrán seiscientos elementos de tropa, todo un batallón, a reforzar las acciones de seguridad en la zona serrana, donde el poder de los grupos criminales rebasó por mucho a las fuerzas federales y estatales desplegadas en la zona. Se agregan a los militares que ya operaban en la región, haciendo un Ejército con miles de elementos en brigada contra el narco.

Para efectos prácticos la sierra está militarizada, otra vez ¿Es la respuesta contra el crecimiento de la violencia? La experiencia de los chihuahuenses dice que no. Todo lo contrario, junto a ellos llegan abusos, violaciones a los derechos humanos, aumento de asesinatos. Ningún ejemplo describe mejor lo contraproducente de la milicia en tares civiles que durante la militarización de Juárez.

El problema radica en que, evidentemente, la Fiscalía local está rebasada, no sabe como actuar y lo peor es que los criminales le perdieron el respeto. Por ello necesitan un plan B, idear otra alternativa que inhiba los crecientes estándares de criminalidad, pues antes de que se percaten la violencia de la sierra se trasladará a ésta capital, trayéndose consigo a los militares.

Asaltos, asesinatos, robos de autos, ejecuciones en vías principales y cuanta noticia de esa naturaleza reciben los chihuahuenses a diario, es un reflejo de que la Fiscalía perdió el control, si es que algún día lo tuvo, de la seguridad en la capital. ¿Cómo durmió Peniche? Como angelito y Corral ¿Mejora su tiro de salida? Poco pero si. Bien, todo está en su lugar.

Con el Nuevo Amanecer llegó a la Dirección Técnica de la JCAS un oscuro personaje vinculado al Dhiac, Roque Martínez Amparan. Por su relación con Carlos Borruel y otros panistas le ofrecieron tan delicado cargo, sin reparar en antecedentes.

Le vendría bien al gobernador preguntar por los derechos de agua que este ingeniero en minas vendió a los desarrolladores inmobiliarios –cuántos y de a cómo- sin que hubiese disposición en el subsuelo. Vendía los derechos como volantes. Otro botón de muestra para explicar la crisis –perdón ya todo quedó resuelto- de agua en la ciudad.

En el archivo de justiciables por los maxijuicios, en línea de importancia estarían los nombres de Everardo Espino y Lalo Esperón. Ambos, mustios, se resguardan a cubierta de la investigación que realiza la Fepade contra César Duarte, pero la señora Olmos, el asesor Murillo y Jáuregui aceleran la integración de sus carpetas, trascendió desde Palacio.

Espino era uno de los constructores favoritos del pasado sexenio, beneficiario de lo que Javier Corral llama “monumento a la corrupción”, cuando se refiere a la Ciudad Judicial; Esperón el secretario de Comunicaciones y Obras que firmó cuanto documento llegó a su despacho, a sabiendas de los sobreprecios y mala calidad de los materiales.

Estos dos personajes son de los que Francisco Barrio –guardadas distancias y circunstancias- llamaría “peces gordos”. Si la investigación es imparcial, necesariamente los dos nombres referidos pasarán a formar parte de los nuevos inquilinos de San Guillermo.

Quienes conocen el dispendio afirman que no hay forma de matizar los excesos, menos cubrirlo.  Hablan de cientos de millones de pesos, no de cacahuates como los quinientos mil de Jesús Esparza o los 2.4 millones de Fernando Reyes, el nuevo héroe de la Fiscalía.

Con su liderazgo en el senado y el paso por la Presidencia del PAN, durante los años de gloria, a Gustavo Madero le sucede lo mismo que a la pandilla de duartistas en ésta época de Corral; los fantasmas lo siguen a donde quiera que va.

En cuanto recibió la comisión de coordinar al grupo que redactará la Plataforma Electoral para los comicios del 2018, desde el PAN le llovió graneado fuego amigo. Son los rencores que dejó su caprichoso y desatinado liderazgo partidista.

Su caso es indefendible, hicieron circular la portada de Proceso, once de mayo del 2013, donde describe a un confiable Enrique Peña Nieto y habla maravillas del famoso pacto, cuya autoría se adjudica en parte “por el bien de México”. Y de remate una foto, de cachetito y sonriente, con la chapo diputada hoy proscrita social y políticamente.

Pero el señor sigue encampañado, tratando de meterse en la discusión nacional de los que postulan el “Frente Amplio” como única alternativa contra el PRI, meneando el pandero de Javier Corral. Ambos están con un ojo en México, otro en Chihuahua y su mente en el golf.

Se movió en los niveles más altos de la política nacional, pretender regresar sería lo más natural y comprensible. Si, que lo haga, pero sin que los chihuahuenses paguen su salario, para eso ha hecho suficiente dinero en el curso de su vida.

Por desgracia esto no sucederá, continuará viaticando a costa del erario estatal, pues César Jáuregui, el exbueno, lo justificó al declarar que la tarea partidista y su responsabilidad en gobierno son compatibles. Ajá ¿A qué horas trabaja y qué hace en beneficio del Estado? Su desempeño constituye un misterio.

La prioridad en el PRI, en acomodo a usos y costumbres, es construir la unidad, quieren una sola planilla para evitar el desgaste de la competencia interna.

Para ello necesitan desactivar a tres con rienda corta: Lilia Merodio, Alejandro Domínguez y Jorge Barousse.

¿Por qué siguen actuando como si fuesen absolutos? La respuesta es simple; los mensajes ambiguos de Enrique Ochoa y Emilio Gamboa, quienes los conminan a “buscar la unidad, pero si no pueden que se preparen a competir? Así alientan la disidencia.

Factor aparte los “maras”, ellos no tienen rienda por tanto son más osados y peligrosos. Lo que buscan es ser escuchados, levantan la mano diciendo “acá estamos, también nosotros somos gentes”. Pues que digan que quieren, ten sencillo como eso ¿Será?